Gracias por todo, Jefe Taibo.
No es mi costumbre en este blog hacer encores de textos pasados. Pero hoy, que se ha ido una de las personas más importantes de toda mi vida, una de mis figuras claves, uno de mis amigos más amados, no puedo escribir mas que esto, que tuve oportunidad de decirle en vida.
Hasta pronto, jefe. Si estoy aquí, es por tí.
Querido Jefe,
Esta carta te la escribo ahora (y te la voy a leer, porque sé que me oyes bien), mientras estás dormido. Lo hago, no por alguna razón especial -- creo que no las necesito contigo- si no para decirte estas cosas, porque quiero. Y lo que más quiero decirte, es gracias.
No eres mi padre, ni mi abuelo. Eres mi amigo. Por eso, gracias.
Gracias por Mari. Sin ella, lo sabes, qué distinto sería el rumbo de todo.
Gracias por Paco y Paloma.
Por Carlos, por Piyú y las niñas. Por Imelda y por Benito.
Gracias, también, por Marina [sin ella, no habría encontrado a Carolina].
Gracias, Jefe, por enseñarme dónde van las comas, y cómo abrir una crónica.
Por llevarme al circo y explicar lo que es el pain pour les elephants.
Por enseñarme que un vino blanco no necesariamente proviene de una uva ídem.
Gracias por Carol y Tomás. Por Pinky y Esperanza. Por tantas mesas.
Gracias, aunque no lo sepas, por Joan.
Gracias por Carlos Ferreyra también.
Gracias por París, en el verano.
Gracias por Père Lachaise, a donde me enviaste en metro, diciéndome que no era posible que fuera mariquita y no fuera a rendirle honores a Oscar Wilde.
Gracias, sobre todo, por Asturias.
Gracias por Gijón.
Gracias por ese paseo en Cimata, con escalas en Sidrerías.
Gracias por San Pedro (y el altar de Tío).
Gracias por Cefe y Ana -- y Julia y Gonzalo.
Gracias por Tía Sara y por Nuria y Javier.
Gracias por Coqui, por Julián y por Candela.
Gracias por el Tren Negro. Tantos trenes, jefe.
Gracias, esto sí lo sabes, por Lusin y Jack.
Gracias por reinventarme la pantalla grande.
Gracias por la Ópera.
Gracias por Nina Simone.
Gracias por los libros.
Gracias por escucharme.
Gracias por hablarme. Por reñirme. Por reír.
Gracias, gracias. Y quise decírtelo ahora, porque no me dan ganas de decírtelo mañana, ni pasado sino ahora. Mientras duermes. Cuando despiertes, voy a decírtelo y sé que vas a escucharme y tal vez me riñas, llamándome "sentimental", pero te diré que no me importa, porque aunque no hace falta, estos diez años has sido bueno y generoso. Me diste oficio y me diste comida. Me has dado mundo y me has dado amigos.
Yo no tengo mucho más que darte que esta simplona lista, de lo que me sale de aquí, de lo que -- y quienes- vive(n) en mí, lo que se deshoja en mi memoria lentamente. Pero lo mismo, ¿qué sería yo sino un ingrato, si no lo recordara, si no te lo dijera? Has sido mi mentor, mi jefe, mi amigo, mi ejemplo.
Te quiero, jefe.
Y de verdad, de corazón,
gracias.
Hasta pronto, jefe. Si estoy aquí, es por tí.
Querido Jefe,
Esta carta te la escribo ahora (y te la voy a leer, porque sé que me oyes bien), mientras estás dormido. Lo hago, no por alguna razón especial -- creo que no las necesito contigo- si no para decirte estas cosas, porque quiero. Y lo que más quiero decirte, es gracias.
No eres mi padre, ni mi abuelo. Eres mi amigo. Por eso, gracias.
Gracias por Mari. Sin ella, lo sabes, qué distinto sería el rumbo de todo.
Gracias por Paco y Paloma.
Por Carlos, por Piyú y las niñas. Por Imelda y por Benito.
Gracias, también, por Marina [sin ella, no habría encontrado a Carolina].
Gracias, Jefe, por enseñarme dónde van las comas, y cómo abrir una crónica.
Por llevarme al circo y explicar lo que es el pain pour les elephants.
Por enseñarme que un vino blanco no necesariamente proviene de una uva ídem.
Gracias por Carol y Tomás. Por Pinky y Esperanza. Por tantas mesas.
Gracias, aunque no lo sepas, por Joan.
Gracias por Carlos Ferreyra también.
Gracias por París, en el verano.
Gracias por Père Lachaise, a donde me enviaste en metro, diciéndome que no era posible que fuera mariquita y no fuera a rendirle honores a Oscar Wilde.
Gracias, sobre todo, por Asturias.
Gracias por Gijón.
Gracias por ese paseo en Cimata, con escalas en Sidrerías.
Gracias por San Pedro (y el altar de Tío).
Gracias por Cefe y Ana -- y Julia y Gonzalo.
Gracias por Tía Sara y por Nuria y Javier.
Gracias por Coqui, por Julián y por Candela.
Gracias por el Tren Negro. Tantos trenes, jefe.
Gracias, esto sí lo sabes, por Lusin y Jack.
Gracias por reinventarme la pantalla grande.
Gracias por la Ópera.
Gracias por Nina Simone.
Gracias por los libros.
Gracias por escucharme.
Gracias por hablarme. Por reñirme. Por reír.
Gracias, gracias. Y quise decírtelo ahora, porque no me dan ganas de decírtelo mañana, ni pasado sino ahora. Mientras duermes. Cuando despiertes, voy a decírtelo y sé que vas a escucharme y tal vez me riñas, llamándome "sentimental", pero te diré que no me importa, porque aunque no hace falta, estos diez años has sido bueno y generoso. Me diste oficio y me diste comida. Me has dado mundo y me has dado amigos.
Yo no tengo mucho más que darte que esta simplona lista, de lo que me sale de aquí, de lo que -- y quienes- vive(n) en mí, lo que se deshoja en mi memoria lentamente. Pero lo mismo, ¿qué sería yo sino un ingrato, si no lo recordara, si no te lo dijera? Has sido mi mentor, mi jefe, mi amigo, mi ejemplo.
Te quiero, jefe.
Y de verdad, de corazón,
gracias.
Comentarios
Tengo una duda ¿cuándo se lo leas vas a ser capaz de hacerlo de un tirón?. Apuesto a que no. Estoy seguro que no va a haber pañuelos ni sabanas suficientes para los dos.
PD.- Cuando termines de hacerlo por favor dales un beso de mi parte y diles que a este lado del oceano también se les quiere muchísimo y se les recuerda todos los días con una sonrisa, yo también tengo muchas cosas que agradecerle y espero poder hacerlo.
Sí. Tendré que hacerlo de un tirón, o no me atreveré. Ya me conoces, soy cobarde y si no lo hago de golpe, no lo haré nunca.
Y te prometo que no dejaré que me vea si lloro.
Y naturalmente, él sabe que lo(s) quiere(n). Y se lo digo, a él y a Mari, encantado.
Pero hace algo de frío, sabes.
Ahora sólo hay que dejarlo dormir y será que se lo lea, cuando despierte.
Abrazos y besos.
Seguro que alguién a tí, te podría escribir lo que tú escribes a tu amigo.
Un beso
FP.
Que suerte has tenido con ese gran jefe, en todos los años que llevo en el mundo laboral hasta ahora no he tenido uno solo que bien pueda admirar y de quien pueda aprender; o que me haya hecho sentir que hago bien mi trabajo y que soy una buena profesionista o una buena persona; he pensado que no sirvo para el trabajo institucional pues no encuentro el lenguaje adecuado, siempre creí que lo importante era hacer las cosas correctas y que se deben y resultó que no, y a partir de eso no encajo; sin embargo ya llevo 6 años y en ese transcurso 4 jefes han desfilado y todavía no se por que sigo ahí.
Creo que por eso disfruto mi consultorio, es otro mundo, donde yo soy la dueña y las personas me retroalimentan regresando cada semana, haciéndome sentir que bien vale la pena mi trabajo.
UN BESO Y GRACIAS.
Si no me equivoco, me hablaste de él cuando nos vimos, mientras buscábamos donde cenar; y si me equivoco, igual he leído alguna otra vez sobre él. Me conmueve cuánto lo querés, y cuánto obviamente él y su esposa te quieren a tí.
Y ahora sí, un abrazo, Miguel.
A ustedes también, gracias.
No puedo agregar más que eso.
A
Tu sabes el pesar que nos ha causado la noticia de su fallecimiento, sabes cuanto le queriamos a él y a Mary, bueno de hecho a toda la familia.
Siento una gran tristeza y un gran dolor por ti, tu dolo me llega al alma hijo de mi vida. Como siempre tus textos dicen todo el sentimiento que guardas y quiero decirte que me alegra que seas agradecido hoy y siempre.
Te amo mi vida
Tu mamá
Zindy Rodríguez
Muy conmovedor tu texto. Descanse en paz el jefe Taibo.
Beso y abrazo.
B.
Como siempre, muchas gracias.
Besos muchos
Besos, Miguel, desde el sur del sur.
Patricia
,,,
Mil gracias por todo. Me dio tanto gusto escucharte. Te mando un abrazo gigante
Raquel
Abrazos, muchos abrazos fuertes.
David
Bien Vive,mi querido Don Migue, el que el Bien deja. Y entonces, vuestro Maestro (y un poco también nuestro) Vivió. Y Vivió MUY BIEN.
Un Caluroso Abrazo del
Resucitado Cebra con Cuerno (y es que viera Ud. cómo me dejaron: todo "rayado").
Muchas gracias.
Perdón por no contestar individualmente, como se debe, pero no tengo palabras.
joan