Sin título
Vivo en una ciudad que
nace del mar,
rodeada por agua
Anegada por nubes en el ocaso del día,
a media luz del amanecer.
Con esa luz la torre
de la iglesia
Cada sentina,
Cada casa enorme,
es plateada en la niebla que
del mar se levanta
con la olas que arrullan,
cuna que se mece,
al ritmo del oleaje que grita
y murmura
ante la ciudad,
ante las ruinas en la roca.
Los que vivimos aquí,
por amor o coincidencia,
ilusión o herencia,
somos creyentes en el mar
que se troca en espuma y niebla
Acaricia las ventanas,
se destila en las calles y terrazas.
Nos mecemos en el muro,
esperamos el azote frío
inclemente,
el beso del azul.
Mi madre me cantaba,
sentado en su regazo
bajo el cielo cerrándose en tormenta
‘en mi corazón de niño/
ha nacido esta canción…’
puedo oír su voz ahora
tónica y prístina
en la oscuridad que se desploma
sobre mi ciudad.
Mi madre me llevó al mar
cuando no sabía lo que era
nos presentó,
obró la boda entre las olas y yo.
Oigo su risa,
sus admoniciones.
Dadas a ambas manos.
Con fervor.
Mi casa es muy pequeña,
está llena de niebla, aquí arriba.
Llena de mar.
De mi madre.
De murmurar.
Pongo mis manos en la niebla
(que es en sí misma humilde expolio)
ha vuelto plateada mi ciudad.
En otra parte, eternamente,
una joven madre entrega a su hijo al mar.
(¿Qué recuerdas?)
Comentarios
Me gusta su ritmo y tu música.
Si queremos más poesía...
¿quién te dijo que no eres poeta?
Si yo no estoy loca, esto es un poema. Y es muy tuyo. Totalmente tuyo.
Me sorprende y me gusta la fuerza de las imágenes. De la voz. Puedo sentir el mar (tú sabes que yo también crecí con el mar cercano) y oírlo aunque esté tan lejos.
Me encantó. Eres un poeta, deja de fingir que no.
Besos de invierno.