Retratos: Anaví



Ella es Ana Victoria, más conocida por Anaví.

La historia de cómo nos conocimos y nos hicimos amigos no es muy remota -- apenas cinco años- pero es una anécdota curiosa, ya que si las cosas fueran como las indican las primeras impresiones y las convenciones, ella y yo no seríamos amigos ahora ni nunca. De hecho, al principio (muy, muy al principio) no lo éramos.

De la redacción de una revista -- misma que aún existe aunque ni de chiste se parece al proyecto en que participamos- vino surgiendo un trato, a veces cordial, a veces tirante. Y es que (como todo aquél que me conoce bien lo sabe) uno es (como las películas de David Lynch o remar en los rápidos o los escargots) un gusto adquirido y no siempre el chicle pega a la primera.

Sin embargo y pese a todo, la simpatía siempre fue aparente y el paso del tiempo comenzó a darle forma a una relación amistosa sin que ninguno lo notara.

La vida, como dice la canción (y si hay alguien que puede encontrar la referecia musical idónea para cada frase es ella -- la chica es como un iPod viviente, pero con sonrisa de 24k) es imprecisa, pero ella no se deja caer... y de donde ella ha salido airosa, yo he visto a muchos otros (y muchas otras) hacerse polvo.

Anaví es una periodista vibrante y con buen ojo y olfato, algo indispensable para la línea de trabajo que decidió hacer suya: mezcla de detective y maga, ha hecho un poco de todo y las más de las veces ha conseguido lo que todos deseamos: salirse con la suya.

Hay muchas cosas que la componen, pero no me atrevería a decir que ninguna la define: es más bien un conjunto de todo -- plena de encuentros y contradicciones.

Por lo tanto, y por razones que conoces bien, cariño, esta es tu canción.

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