jueves, 1 de febrero de 2007

Paraíso Maldito: Lost Girls


Debo haberme portado muy bien el año pasado, como para recibir este regalo: ¿Reyes atrasados? No lo sé, pero sí puedo decir es que nunca había recibido, o esperado recibir algo como esto...

Así que gracias, whoever you are.

(Lo que me intriga es que mi benefactor/a misterioso/a, sabe que me gusta Alan Moore y por lo mismo, el presente es muy apreciado, ya que éste es uno de los trabajos más comentados y esperados del autor de V for Vendetta, The Watchmen y From Hell)

Toda vez pasada la sorpresa y el estupor, me sumergí en el mundo color rosa-labia de Lost Girls, que fue iniciada por Moore y Gebbie a manera de una colaboración comiquera, en 1991 y que fue desarrollándose hasta terminar en una relación amorosa a toda forma, entre ambos.

Ya había yo oído mucho acerca de este trabajo y me intrigaba, pero no pensé que el resultado (en tres volúmenes hermosamente encuadernados, en una caja dura) fuera a resultar tan arrebatador: abrí el primer volumen y no pude separarme de esa prosa (a veces poética) y de las imágenes (aparentemente naïf), hasta que terminé el tercero, unas cuatro horas más tarde; sin moverme de mi asiento: transfigurado, transportado, transubstanciado.

Y debo estar enfermo, porque apenas puedo esperar para hacerlo otra vez.

No es un secreto que soy hijo de Alicia y Dorotea, que crecí al amparo de sus viajes a través de tierras extrañas; debo haber sido muy pequeño cuando descubrí el mundo de Alicia Liddell, y posteriormente, el universo extraño de esa chiquilla que se convirtió en sicario del Mago (que era, a todos usos y razones, un charlatán y un usurpador) para matar a la bruja. Siempre ejercieron una extraña fascinación sobre mí.

Es el verano de 1914.
La sombra de la Primera Guerra Mundial, como un monstruo durmiente, se hace patente.
La distinguida Alice, Lady Fairchild, es una mujer que ya dejó atrás los sesenta y que viene al Hotel Himmelgarten (podría traducirse como Jardín Celestial, posiblemente una especie de referencia oblicua al Jardín del Edén), un resort de superlujo en los alpes austriacos (ecos de El año pasado en Marienbad...) para "descansar" después de protagonizar un escándalo en la mina de diamantes de la familia en África. Casi simultáneamente, hace su arribo al lugar Dorothy Gale, una joven heredera estadounidense (con zapatillas de plata) que ha decidido hacer una escala de su larga tournée europea ahí. Un tercer personaje aparece poco después para hospedarse en los palaciegos aposentos de : se trata de Mrs. Wendy Potter (née Darling), de treinta y pico de años, casada con un hombre llamado Harold Potter (¿le dirán Harry de cariño sus amigos?) que es veinte años mayor que ella.

No pasa mucho antes de que las tres figuras icónicas femeninas comiencen a relacionarse, tanto amistosa como sexualmente.
Y es que esa es la verdadera naturaleza (nada secreta) de la novela gráfica: un marasmo de erotismo cimentado en las aventuras oníricas (y no) de estas mujeres en su estado prepúber.


Poco a poco, a través de cada capítulo (todos llenos de imágenes sugestivas y en algunos puntos, de lleno en el territorio de la erótica y el porn) fluye la historia, envuelta en sexo, de los tres personajes: Moore presenta la teoría que los acontecimientos de los relatos por todos conocidos están relacionados con el despertar sexual de cada una de ellas: de este modo, los niños perdidos de Nunca Jamás, los tres compañeros de viaje por el camino de baldosas amarillas y el Conejo Blanco, la Oruga y el jardín de flores, se manifiestan como elementos auténticos de deseo carnal; cada uno sirviendo para alterar las percepciones no sólo de las mujeres, sino del espectador.

Pronto, toda clase de variación sexual (incluyendo la homosexual) se manifiesta en el texto de una manera gráfica y a la vez exquisita; ciertamente, éste no es un cuento de hadas, pero funciona más bien como un espejo extraño y fascinante que nos deja ver el otro lado, la posibilidad inherente de una historia, de algo más que palpita bajo la piel.

El arte de Melinda se presta fiel y dúctilmente a las palabras de Moore: esto es un mundo extraordinario que se deja ver y respirar en cada color, en cada acuarela: y claro, hay mucho más de lo aparente a simple vista... es así que encontramos que todas las superficies ocultan algo y que incluso las sombras sugieren algo más de lo que dejan entrever.

¿Pornografía? Sí. Moore de este modo la ha definido: "Ciertamente nos parece que el sexo, como género literario, ha estado tristemenete satanizado. Todos los demás campos de la experiencia humana -- aún los desconocidos o estrambóticos- han recibido la dedicación de géneros enteros. Pero el sexo siempre ha sido visto como algo sórdido, vulgar, de mala reputación, con una industria (la pornográfica) soez y ruin. La idea es mostrar algo hermoso, surgido de las sensaciones y que las provoque."

Concluyo mi lectura casi sin aliento. Siento la piel de mi rostro encendida.
¿Quién me ha hecho este -- maravilloso, extravagante, deslumbrante- obsequio?... no lo sé (y en serio, ¿a quién debo darle las gracias?)

Creo que ésta es una de las lecturas más memorables que he encontrado en mi vida y quiero volver a ella. Otra vez y otra. Si alguna vez la leen, más allá del contenido evidente a la vista, sienten el lenguaje y lo que éste hace con uno, entenderán por qué.

Mientras, yo aquí tengo un misterio, misterio.

2 comentarios:

Arkturo dijo...

el libro suena bastante majo

y los primeros textos de tu blog también.

yo soy un fiel seguidor de el blog de mario y así que también me tendrás en la mesa de debate.

un buen saludo desde donde yo esté, y tu estés.

Miguel Cane dijo...

Arkturo:

Bienvenido/Bienllegado.

Ciertamente nos estaremos leyendo, a través de las pantallas.

Será un placer que compartamos mesa.

Dos cortos y uno largo desde mi balcón hasta Little Miss Misantla.

;D