Colgar el luto
Estuve de duelo.
Estoy de duelo.
Hace tres semanas murió Paco. Las últimas tres semanas fueron muy duras. Fue, como se dice en México, una putiza.
Pero ahora creo que es el momento de, sin olvidar al Jefe, de colgar el proverbial luto.
La verdad, es que he estado raro. No exactamente triste y no exactamente por Paco -- sería injusto agarrarme sólo de ese hecho-. Pero me siento (aún) extraño. No sé cómo verbalizarlo. Ni siquiera sé si debería escribirlo, pero ya lo estoy haciendo y lo hago de corrido, para no detenerme ni autocensurarme, por que ya me he censurado antes, cuando trataba de poner esto por escrito y al escribirlo, buscaba aclararme.
Estoy bien. Es decir, físicamente estoy bien. Supongo que mentalmente también lo estoy. Es sólo que han sido muchas cosas en un periodo muy breve; cosas tan disímbolas como el perder a Paco (aunque algunos digan "lo habías perdido hace mucho, desde que la enfermedad lo atrapó" o me digan otros "¿Pero a tí qué te afecta, si no era tu abuelo ni nada tuyo?" -- aunque ambas cosas son ciertas, ninguna me vale de consolación), como la masacre en Bombay/Mumbai, como haber sentido que perdí y malgasté mi tiempo en algunos momentos del Festival de Cine; como sentirme irritado por el trato que recibí por parte de una institución y por parte de otras gentes con quienes siempre fui considerado y gentil y que acaban dándote el metafórico empujón -- lo cuál podría ser ridículo, incluso.
Son estas cosas. Cosas a las que soy sensible: desde la muerte de un amigo (o incluso, más que un amigo, un guía), hasta la muerte de extraños al otro lado del mundo, hasta el rechazo y la falta de respeto a mi trabajo, por no hablar del rechazo por muy velado que sea, a mi persona. Tal vez no debería ser tan sensible, o no serlo del todo, pero no puedo evitarlo. Es como la sensación de fracaso.
Siempre, inevitablemente, contendo con una constante sensación de fracaso (como profesional, como persona, como hijo, hermano, amigo, alumno, ahora incluso como responsable de Audrey) -- y es una lucha constante contra una sensación invasiva. Yo sé que no soy (ahora, en este momento) un fracaso. Pero la sensación a veces es tangible en mi interior, en mis huesos. No sé por qué está ahí, pero la acepto como parte intrínseca de mi persona, como cualquiera de mis otras características, mis numerosos y muy notables defectos y cualquier virtud, por pobre que ésta fuera, que yo pudiera albergar.
Pero hoy... ahora mismo, siento la necesidad de quitarme la ropa negra y colgarla, y salir al viento y a la lluvia (vivo en un piso número 13. Aquí el viento de invierno no sopla: ruge). Salir metafóricamente desnudo (literalmente, sería invitar a una neumonía, claro) y arrojar a la noche esta tristeza.
Estoy solo. Aún con Audrey, que en su inocencia me acompaña y no entiende nada de esto. Estoy solo para salir adelante y estoy solo, por que yo quise estar solo, por que me corresponde estarlo y no me pesa. El único responsable de mis actos soy yo. Me han pesado estas semanas. Ha sido como una neuralgia en el corazón y en el espíritu. Pero lo menos que puedo hacer por mi Jefe, por Paco, es sacar la cabeza afuera y llenarme los pulmones de aire y encarar la mañana que ya llega y seguir adelante, escribiendo, creando, trabajando, leyendo, paseándome con la Audrey, compartiendo con mi amigos -- los que tengo aquí, los que tengo allá-, por que para eso estoy: para compartir. Sé que mi madre lee estas líneas, sé que esta página es el faro que le indica cómo estoy, dónde me encuentro, y cómo.
Estoy bien. Me dolió. Me duele, un poquito menos. Me encabroné mucho. Me entristecí mucho también. Pero no soy hombre de poca fe, aún pese a lo confuso que soy y estoy. Tranquilos. Estoy, estoy. Ahora cuelgo mi luto (anticipado como fuera, pero mío) y aunque mi duelo se archiva, no me extingo.
Me dolió. Me duele. Pero vivo para contarles. Y voy paso a paso, ninguno un salto enorme. Pero pasos, al fin y al cabo.
¿Ven esto? Es mi mano. Si la toman por un momento cuando pase, gracias. Podré caerme, soy muy torpe, pero no voy a permanecer tirado. No teman.
Estoy de duelo.
Hace tres semanas murió Paco. Las últimas tres semanas fueron muy duras. Fue, como se dice en México, una putiza.
Pero ahora creo que es el momento de, sin olvidar al Jefe, de colgar el proverbial luto.
La verdad, es que he estado raro. No exactamente triste y no exactamente por Paco -- sería injusto agarrarme sólo de ese hecho-. Pero me siento (aún) extraño. No sé cómo verbalizarlo. Ni siquiera sé si debería escribirlo, pero ya lo estoy haciendo y lo hago de corrido, para no detenerme ni autocensurarme, por que ya me he censurado antes, cuando trataba de poner esto por escrito y al escribirlo, buscaba aclararme.
Estoy bien. Es decir, físicamente estoy bien. Supongo que mentalmente también lo estoy. Es sólo que han sido muchas cosas en un periodo muy breve; cosas tan disímbolas como el perder a Paco (aunque algunos digan "lo habías perdido hace mucho, desde que la enfermedad lo atrapó" o me digan otros "¿Pero a tí qué te afecta, si no era tu abuelo ni nada tuyo?" -- aunque ambas cosas son ciertas, ninguna me vale de consolación), como la masacre en Bombay/Mumbai, como haber sentido que perdí y malgasté mi tiempo en algunos momentos del Festival de Cine; como sentirme irritado por el trato que recibí por parte de una institución y por parte de otras gentes con quienes siempre fui considerado y gentil y que acaban dándote el metafórico empujón -- lo cuál podría ser ridículo, incluso.
Son estas cosas. Cosas a las que soy sensible: desde la muerte de un amigo (o incluso, más que un amigo, un guía), hasta la muerte de extraños al otro lado del mundo, hasta el rechazo y la falta de respeto a mi trabajo, por no hablar del rechazo por muy velado que sea, a mi persona. Tal vez no debería ser tan sensible, o no serlo del todo, pero no puedo evitarlo. Es como la sensación de fracaso.
Siempre, inevitablemente, contendo con una constante sensación de fracaso (como profesional, como persona, como hijo, hermano, amigo, alumno, ahora incluso como responsable de Audrey) -- y es una lucha constante contra una sensación invasiva. Yo sé que no soy (ahora, en este momento) un fracaso. Pero la sensación a veces es tangible en mi interior, en mis huesos. No sé por qué está ahí, pero la acepto como parte intrínseca de mi persona, como cualquiera de mis otras características, mis numerosos y muy notables defectos y cualquier virtud, por pobre que ésta fuera, que yo pudiera albergar.
Pero hoy... ahora mismo, siento la necesidad de quitarme la ropa negra y colgarla, y salir al viento y a la lluvia (vivo en un piso número 13. Aquí el viento de invierno no sopla: ruge). Salir metafóricamente desnudo (literalmente, sería invitar a una neumonía, claro) y arrojar a la noche esta tristeza.
Estoy solo. Aún con Audrey, que en su inocencia me acompaña y no entiende nada de esto. Estoy solo para salir adelante y estoy solo, por que yo quise estar solo, por que me corresponde estarlo y no me pesa. El único responsable de mis actos soy yo. Me han pesado estas semanas. Ha sido como una neuralgia en el corazón y en el espíritu. Pero lo menos que puedo hacer por mi Jefe, por Paco, es sacar la cabeza afuera y llenarme los pulmones de aire y encarar la mañana que ya llega y seguir adelante, escribiendo, creando, trabajando, leyendo, paseándome con la Audrey, compartiendo con mi amigos -- los que tengo aquí, los que tengo allá-, por que para eso estoy: para compartir. Sé que mi madre lee estas líneas, sé que esta página es el faro que le indica cómo estoy, dónde me encuentro, y cómo.
Estoy bien. Me dolió. Me duele, un poquito menos. Me encabroné mucho. Me entristecí mucho también. Pero no soy hombre de poca fe, aún pese a lo confuso que soy y estoy. Tranquilos. Estoy, estoy. Ahora cuelgo mi luto (anticipado como fuera, pero mío) y aunque mi duelo se archiva, no me extingo.
Me dolió. Me duele. Pero vivo para contarles. Y voy paso a paso, ninguno un salto enorme. Pero pasos, al fin y al cabo.
¿Ven esto? Es mi mano. Si la toman por un momento cuando pase, gracias. Podré caerme, soy muy torpe, pero no voy a permanecer tirado. No teman.
Comentarios
Abrazo
El martes fuimos con dos amigas a ver a Serrat que se presentaba como siempre, en Montevideo. Para el cierre de su espectáculo eligió "Para la libertad" (aunque después tuvo que cantarnos mucho más, para que nos fuéramos). Terminé casi llorando, no por la canción en sí sino por esta parte:
"Porque soy como el árbol talado,que retoño
y aún tengo la vida".
Nada más. Es buena cosa que colguemos nuestros lutos (tan distintos entre sí) y nos levantemos otra vez como debe ser. Tu mano en la mía, como tantas veces la sentí desde lejos.
Un abrazo enorme
Patricia.
Escribes del corazón, y tienes el valor de exponerlo al mundo, en hora buena escritor... Tal como el primer comentario de la entrada, esa sensacion de "fracaso" es algo que comparto, quien sabe por que sea, tal vez es para impulsarnos a ser mejores y no conformanrnos con una meseta, si no llegar a la cima.
Espero no te moleste que siga leyendo tu blog, una completa extraña como soy, esperando poder cambiar ese estado con el tiempo.
Sigue adelante escritor, que realmente es parte de nuestra naturaleza el extrañar a los que se nos fueron y que cuando nos faltan no parece extraña su ausencia. besos.
Maca
Acabas de tocar uno de los puntos neurálgicos de los Jamelgos Cornúpetas: ¿FRACASO? ¿QUE ES ESO?
¿Será por nuestra tradición judeocristiana que tengamos que sentirnos "culpables" de lo malo (más bien, QUE CREEMOS "MALO") que pasa a través de nuestras vidas?
Estimadísimo camarada de la red:
si algo he aprendido en estos tantos años de tomar el camino que NO ERA (pero que, por ser difícil y sinuoso me hizo ir más despacio, y apreciar así las diminutas y grandes satisfacciones a lo largo del mismo, cosa que NO HUBIERA HECHO si hubiera tomado el camino "correcto", sencillo y directo, desde el principio), es precisamente ESO: que NUNCA salimos adelante en nuestras Vidas felicitándonos por nuestros "éxitos", sino superando eso que etiquetan como "fracasos".
Todos sentimos esa "sensación" de "fracaso", porque quizás nos sentimos culpables de no satisfacer las expectativas de los bienamados (padres, hijos, maestros, amigos, etc.) que nos rodean.
NO, Miguel. NUNCA fracasamos. Y no son palabras "bonitas" sacadas de libros de "autosuperación" (otra palabreja con la que tratamos de etiquetar mal lo que no entendemos). Como profesional, escribes y nos compartes, en tus libros y escritos, y nos haces pensar. Como persona, iluminas, das conocimientos, apoyo y has compartido experiencias envidiables. Realmente, HAS VIVIDO una vida que muchos quisieran, pero que tal vez NO se han atrevido a experimentar. TÚ SÍ LO HICISTE. ¿Eso es un "Fracaso"?
¿Fracasos? ¡Caraxo, si así le llaman a los escalones que han pasado para llegar hasta donde están ahora, respirando, enseñando, buscando el Amor (o haciéndolo, mejor que mejor!), dando consuelo o iluminando otras vidas, a través incluso de este inverosímil medio, regalándonos parte de su invaluable tiempo para inspirarnos a los demás, y por tanto regalando el Bien...
ENTONCES, por favor, hagan llegar TODOS ESOS "FRACASOS" a: Proyecto.Unicornio@gmail.com, ¡por favor! Que necesito muchos "escalones" de esos, porque quisiera llegar todavía más "arribita".
Estamos solos, cierto, pero NUNCA vivimos solos. A tu paso (y aunque no lo queramos) tocas vidas, y las iluminas sin querer. También puedes oscurecerlas, y en efecto, los únicos responsables de esa diferencia somos nosotros mismos. PERO no lo tomes como una responsabilidad asfixiante. Acepta que eres una buena persona, y acepta también el casco (porque los Caballitos con Cuerno no tienen manos, jijiji), con todo el afecto que sabes se te tiene, del
Escalonado Unicornio...
P.D. OK, OK... a veces las cosas no salen como queremos. Pero yo digo que NO hay fracasos. Existen, si acaso "fracasados": aquellos que NO APRENDEN de esas experiencias que etiquetamos como "fracasos". Y entonces qué: hoy, ¿"aprendimos" algo nuevo?
Con todo cariño, para To2,
el rollerísimo Caballo con Cuerno.
Un abrazo, no por que sea menos o más pero pensé que era el otro Paco, o sea Paco Peña y me espanté.
De Taibo I además de un par de escritos conozco más al II.
Ya sabe usted que tiene su lugarcito en Barna y cuidado con el frío porque te haría lo mismo que a Paco y aún tienes, al menos, una Audrey por delante.
Salut
Pablo Cruz