miércoles, 23 de julio de 2008

Las Benévolas



Son las Benévolas. Las Euménides. Nadie en su sano juicio se atrevería a llamarlas Las Furias... aunque lo sean.

Posiblemente a estas cuatro mujeres (sí, sí, ya sé que las Benévolas son tres, pero en este caso, no era posible omitir a alguna) es a quienes más les debe mi estilo literario, mi manera de narrar e incluso, mis hábitos como escritor. Son piedra angular y constante referencia, algunas veces, hasta de modo inconsciente: mis monstruos sagrados.

Daphne, Sylvia, Anne y Joyce Carol.
DuMaurier, Plath, Sexton y Oates.

Admiro su obra, su prosa y poesía, su habilidad para crear atmósferas, tejer personajes y ser totalmente perdurables: cada una de ellas fue llegando a mi vida de manera casi fortuita; Daphne DuMaurier en mi niñez, Plath en mi adolescencia y Anne y Oates en mi edad adulta. Son ejemplo y gozo, portento que he buscado compartir cuantas veces ha sido posible -- aunque en el caso de Anne, es casi imposible: no hay (no creo) una buena edición de su obra en castellano para poderla extender a mis amigos no-anglófonos.

Sigo leyéndolas y maravillándome, aún si tres de ellas no tienen más flores qué ofrecerme. Pero vuelvo a su antiguo jardín, me aventuro en él y encuentro como ofrendas sus palabras, y las sigo disfrutando, como si fuera por primera vez.

1 comentario:

g. neidisch dijo...

Hm...
si siempre me he sentido ignorante, ahora me siento aun más :(
Pero es bueno que nos digas tus "influencias"... tú sabes, como que se puede decir que "se te entiende mejor"... je!

Un abrazo!