martes, 31 de octubre de 2006
Halloween: íntimo terror
lunes, 30 de octubre de 2006
Cannon Beach
Esto es Cannon Beach, en la costa norte de Oregon.
No es una playa común. Aquí hace frío y hay tantas gaviotas como en una película de Alfred Hitchcock...
... sin embargo, es uno de los sitios más entusiasmantes que me he encontrado en este constante vagabundear por el mundo.
Me encontré con una cara del pacífico que no conocía y me descubrí de pronto liberándome de un talegón de equipaje extra que había estado acumulando en los últimos años. Así que de pronto, me embistió una oleada de algo que no había experimentado tan plenamente en mucho tiempo.
Para testificar ese brote de elación, Maru Moreno -- amistad nuevecita, recién descubierta- me pidió hacerme una mini sesión fotográfica (aunque yo no me siento muy fotogénico, algo que se me quitó hace veinte años) y aquí están los resultados.
De perfil
Detrás de mí está Haystack Rock, la tercera formación rocosa más grande del mundo
¡A carcajadas!
Libre.
Libre de verdad. Sin cuitas ni tristeza alguna, sin la carne cansada.
Sin decepción, ni odios, sin miedo ni corazones rotos.
viernes, 27 de octubre de 2006
Postal del Overlook
Debo admitir que ésa no es mi película favorita de Kubrick, pero me gusta y me estremece y nunca pensé que en este viaje por Oregon (el gran noroeste estadounidense) me llevaría, literalmente, a las puertas del Overlook Hotel.
En realidad, el Overlook se llama The Timberline Lodge y es un sitio histórico que se ubica en las faldas de Mount Hood, lo que lo hace un paraíso para esquiadores -- de hecho, en lugar del amenazador laberinto de arbustos, lo que tiene es una impresionante estación de esquí, con funicular y toda la cosa.
Como visitamos en otoño, obviamente no se ve así, pero en diciembre está en plena operación y se ve exactamente como en la foto: sólo falta Jack Torrance corriendo por ahí con un hacha en la mano.
Aunque los exteriores sí se rodaron en Oregon, los interiores se filmaron en Londres. Sin embargo, y siendo obsesivo como saben, no resistí la tentación de ir a buscar la habitación "maldita" (217) y la encontré. Le tomé una foto, pero no me dejaron entrar a tomar fotos adentro... ¿será que habría alguna chica dándose un largo baño de tina?
Como sea, los corredores sí son largos y a veces sinuosos y la luz es extraña aquí... y por supuesto, el que mientras vagaba por ahí no dejara de tararear el Dies Irae de la Sinfonía Fantástica de Berlioz, ayudó a que me empezara a asustar... y a que me rehusara terminantemente a usar el ascensor...
El Timberline es famoso por su cocina -- y me consta, es deliciosa- y por su atmósfera, misma que la película ayudó a estimular. En Navidad, se coloca un árbol que llega al techo y hay, me entero, que reservar con mucha antelación. ¡Qué diferencia, después de pensar en los Torrance encerrados ahí todo el invierno/infierno!
De hecho, paseándome por los exteriores, descubrí la ventana por la que Danny Torrance salió corriendo. La pueden ver, en el segundo piso, con la pared de piedra. Supongo que es la ventana del baño en que Wendy grita para siempre, mientras aquél rompe la puerta y grita: "HEEEEERE'S JOHNNY!!"
Este viaje a Oregon ha resultado en una serie de sorpresas y descubrimientos y el Timberline/Overlook es apenas el primero de ellos...
...y fue como una pesadilla vuelta realidad el poder cruzar la puerta del Overlook, después de recorrer el impresionante y serpenteante camino boscoso que bordea el Río Columbia, para encontrar que sí, esos sitios que brotan del cine para mesmerizarnos, también son una realidad... aún sin gemelitas siniestras invitándome a jugar para siempre o un hombre vestido de oso comiéndose a un aristócrata mientras hay una fiesta de gala en el Golden Room.
Qué sorprendente decirlo...
...¡estuve en el Overlook!
Ojalá estuvieras aquí.
Mamá cumple 90 años
La foto de arriba, es de 1939, el año en que se casó. Tenía 22 años aún (la foto es de Marzo de ese año) y la foto de abajo, es la última que tengo de ella: es del año nuevo anterior a su muerte. A su lado, está Mónica. Me sorprende el parecido entre ambas, sobre todo porque antes no se me había hecho aparente.
La he estado pensando hoy todo el día.
A veces, en casa, pienso que voy a abrir la puerta y estará en su sillón, con la tele prendida.
Y puedo oírla aún; lo que es más, aún puedo usar algunas de sus frases. La idea de acercarse a los 90 no lehacía mucha gracia, aún si no le molestaba la idea de envejecer... era sólo que se mostraba escéptica ante la idea de si el mundo que había conocido, envejecería con ella.
Sobre el año 2000 decía, "ya lo veré, en silla de ruedas, hecha una viejita"... y de hecho así fue... pero estoy seguro de que disfrutó la maravilla del descubrimiento en plenitud.
Mucho de quien soy, que ustedes han visto o acaso adivinan, se lo debo a ella.
Y hoy, aunque esté lejos, yo te celebro, mamá.
miércoles, 25 de octubre de 2006
Chau, Rafa
Nos vimos todavía en Gijón, donde llegó a presentar el libro de La Mara, hace un año. Lo vi cansado, pero aún entero. Hablamos bastante, caminamos un rato por El Muro y aún pese a sus exhortos para que dejara de hacerlo, le hablaba de "usted".
No me sorprende -- ya sabía yo que estaba enfermo- pero sí me sacude un poco. Uno no espera que suceda así, de pronto, sin aviso.
Me hizo recordar la noticia esos martes; los cuentos y relatos trabajados, trabajados y vueltos a trabajar. La anticipación por oír su comentario al leer un texto. De hecho, fue con él que aprendí a leer un texto en voz alta. A encontrar el timbre de la historia. Había, aseguraba, muchos textos que se escribían exclusivamente para leerse en voz alta.
También nos enseñó, con mucha mano izquierda y un tacto muy sutil, a encontrar la malicia literaria, a narrar lo cotidiano sin las trampas de lo banal.
Algunas veces, nos tomaba a los tallerandos como conejillos de indias para deslumbrarnos con su talento. No era de ninguna manera perfecto, pero era un buen narrador y más que ello, un excelente prestidigitador y un orfebre de la narrativa breve. Era, literalmente, El Rayo Macoy.
Mis primeros textos en su mesa se volvieron despojos, pero de esos despojos surgió una lección de humildad para buscar oficio -- algo que se afinaría con otros años, en otras mesas de taller, pero con el precedente.
También le debo, indirectamente, una vida social que floreció en esos martes y que aún tiene vestigios vivos.
Se lo pude agradecer eso en Gijón, donde nos despedimos con gusto el día que él marchó. Nos dimos un abrazo y le dije "Hasta pronto, maestro."
No sé si habrá pronto. Pero sé que cuando nos veamos de nuevo, ahora sí voy a hablarle de tú.
Por lo pronto, no es despedida sensiblera (que siempre señaló, era lo peor al narrar(nos) la vida). Es nada más un agitar la mano.
Chau, Rafa.
martes, 24 de octubre de 2006
Mi nueva obsesión
Pueden hacer click para oírla y reírse (de mí o conmigo) un rato, mientras yo, con mi nueva cabeza corro por la sabana-sabana.
lunes, 23 de octubre de 2006
Tornavuelta
Y sólo vengo, a recoger maletas para emprender otro viaje, ahora más cercano.
Sin embargo, aunque cambie: aquí estoy.
martes, 17 de octubre de 2006
Monstres Sacrés
sábado, 14 de octubre de 2006
Héroes: La verdadera Grey
Digo que me gusta en el sentido de que es un personaje que en relativamente poco tiempo se gana el cariño del espectador que la sigue... al menos ese es mi caso. Lo consiguió con su voz tan característica, su descubrimiento del mundo día-con-día y las relaciones con sus pacientes y amigos (incluyendo, claro está, al McDreamy).
Caí en el Seattle Grace Hospital por accidente un día -- después de pasear por Wisteria Lane- y me quedé por el resto de la temporada. ¿Y cómo no hacerlo? Después de todo, la doctora Grey se las ingenia para ser completamente adorable -- y a las pruebas me remito.
Pero quizás lo que me gustó más de la doctora Grey, es que (aún con todas sus tribulaciones y pacientes imaginarios con dolencias imaginarias) me recuerda, en muchos niveles, a una heroína real que yo tengo.
Me la recuerda por que comparten muchas cosas y no sólo las batas blancas y el gusto por los zapatos bonitos: también el ingenio, la entereza y la generosidad, aún si en la verdadera Grey, éstos atributos se magnifican y se asumen con una profunda sencillez, que resulta asombrosa, tanto como entrar a un museo pletórico de obras maestras, que no obstante sólo se asume como un edificio, sin estar consciente de su belleza, tanto interior como exterior.
Aprendí a admirar a esta heroína desde lejos (tanto metafórica como geográficamente), al ir encontrando, poco a poco, rastros de su grandeza, que se me fueron revelando al verla más de cerca; saberla heróica en silencio, mientras hace guardias de 24 x 24 y carga níveles casi góticos (tamaño Cumbres Borrascosas) de angustia y presión mientras recibe a los maltrechos, a los desorientados, a los que posiblemente morirán.
No la he visto en acción, no, pero no hace falta para que lo sepa y al cerrar los ojos pueda verla en la batalla para luego, como sí la he visto, volver con gracia y ternura al mundo que ha creado en un séptimo piso en un finisterre junto al mar, y donde a veces soy un ojo pasajero que sólo ve un trozo del filme.
Así veo (y recibo, como sol por tragaluz) su generosidad y paciencia, su buen humor y su modestia, su viveza, su tezón; su vibrante alegría bajo una fachada serena, sus ojos profundos y sabios, su oído atento, su sonrisa dulce y pródiga. Su enorme y valeroso corazón.
Eso me basta para admirarla, no en secreto, aún si esto mío es tan poco, considerando tanto mérito.
Este sábado, es para mi heroína un día especial.
Eso me hace pensar en Henry Wadsworth Longfellow y sus palabras:
Las más santas de todas las fiestas son aquellas
que guardamos para nosotros, en silencio y en privado,
los aniversarios secretos del corazón,
cuando rebosa la repleta marea de nuestros sentimientos.
Pienso así en ella y en su poeta (que la ama desde hace veinte años). Y en la joya soñadora que duerme ahí junto.
Pero hoy, ésta canción es dedicada a ella.
Te quiero, Pat.
viernes, 13 de octubre de 2006
Auden habla
The More Loving One
Looking up at the stars, I know quite well
That, for all they care, I can go to hell,
But on earth indifference is the least
We have to dread from man or beast.
How should we like it were stars to burn
With a passion for us we could not return?
If equal affection cannot be,
Let the more loving one be me.
Admirer as I think I am
Of stars that do not give a damn,
I cannot, now I see them, say
I missed one terribly all day.
Were all stars to disappear or die,
I should learn to look at an empty sky
And feel its total darkness sublime,
Though this might take me a little time.
[la siguiente traducción fue realizada por mí en 1996]
Mirando las estrellas, sé muy bien
que por ellas al infierno me puedo ir,
Pero en este mundo del ser humano o de la bestia
lo que menos debíamos temer es la indiferencia.
¿Quisieramos pues, ver astros arder
Con una pasión imposible de corresponder?
Si no es posible entre nosotros un afecto similar,
Permite entonces que sea yo quien ame más.
Aunque suponga yo admirar
A estrellas, a las que poco ha de importar,
No podría decir, mirándolas,
Que este día mucho a una pude extrañar.
Si todas las estrellas se desvanecieran al morir,
Aprendería yo a vacío el firmamento contemplar
Aunque esto lograrlo, un tiempo ha de tomar.
Wystan Hugh Auden
(1907-1973)
jueves, 12 de octubre de 2006
Misterios, misterios, por todas partes
¿Saben a quién pertenece este hermoso ojo azul, inmóvil, casi glacial?
¿Qué tiene que ver esta bonita canción?
(témanle...)
Su nombre es Juliet.
Y pronto encontrará a su Romeo.
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Pero mientras se desentraña ese misterio, díganme...
...¿han visto ustedes a esta pobrecilla Pecosa?
miércoles, 11 de octubre de 2006
Radiografía
El otro día, en el fotolog de Lusin, apareció éste "proustien", que debe contestarse con títulos de canciones. Ahí mismo lo respondí, y poco después, por esas austerianas coincidencias del destino, mi amigo y colega Bef (no dejen de visitar Monorama) me echó la bolita para que lo respondiera.
Eso me hizo pensar en algunas de mis respuestas, que decidí cambiar por otras canciones, aunque mi sumario original es muy parecido. A continuación, lo que yo llamo mi "radiografía"; canciones que podrían ejemplificar algún estado de ánimo (o tal vez no). Por supuesto, pueden escucharlas, si es que no las conocen y de conocerlas, tal vez me comprendan mejor, todavía.
¡Ave, everybody!
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¿Eres hombre o mujer?
(My name is)Luka - Suzanne Vega
Descríbete.
Mother's Little Helper - Liz Phair
¿Qué sienten las personas acerca de ti?
Nobody does it better - Carly Simon ;)
¿Cómo te sientes?
Feeling Like Flying - Jane Wiedlin
¿Cómo describirías tu anterior relación sentimental?
Sweet and Tender Hooligan - The Smiths
Describe tu actual relación con tu novio/a o pretendiente.
I am waiting for the man - Vanessa Paradis
¿Dónde quieres estar ahora?
¿Dónde está el país de las hadas?- Mecano
¿Cómo eres respecto al amor?
Lloyd, I'm Ready to be Heartbroken- Camera Obscura
¿Cómo es tu vida?
Life on Mars - David Bowie
¿Qué pedirías si tuvieras un solo deseo?
Real Men - Joe Jackson
Escribe una cita o frase famosa:
Everybody Knows - Leonard Cohen
Ahora despídete.
So long, Farewell, Auf Wiedhersen, Adieu! - Rodgers & Hammerstein [de La Novicia Rebelde]
martes, 10 de octubre de 2006
Retratos: Hanna
Esta sonrisa la he conocido por 17 años.
Su verdadero nombre es Alejandra, pero todos le decimos Hanna y no responde por ningún otro apelativo.
Nos vimos por primera vez en la preparatoria y debo admitir que me mortifica no poder recordar lo que nos dijimos la primera vez que entablamos conversación (algo que habitualmente puedo recordar de casi todos mis amigos), pero lo que sí recuerdo de ella, es que compartimos la primera conversación adulta que tuve acerca de lo que abracé como mi vida, después que me rompí y ella estuvo ahí para ayudarme a recoger los pedazos.
Hay en su casa una fotografía, tomada a escondidas, el día en que su hoy esposo (el Gran Gus) le propuso matrimonio. Los dos son muy jóvenes en esa fotografía; ella con los brazos al cuello de él: sólo se miran el uno al otro. No supieron que tomé la foto, hasta mucho después y ahora sigue ahí: la primera prueba ontológica de lo que algunos llaman una vida en común.
Ella sabe que la quiero, qué tanto (como si se pudiera medir) y lo que representa para mí.
Desde su casa, puede verse toda la ciudad: es una vista que sobrecoge. Pero encima de todo ello, hay calidez, ternura y el gozo de haberla visto transformarse en una mujer extraordinaria, esposa, madre, hija, amiga. Siempre con la misma sonrisa que recuerdo y los mismos frutos compartidos.
Algunos, en otra época, fueron más amargos. Ahora estos son dulces y siempre presente, igual que esa alegría tan suya, está el jubiloso privilegio de poder compartirlos aún.
lunes, 9 de octubre de 2006
Adiós, Scream Queen, adiós
Lo mismo, esto seguro son buenas noticias para su marido (el director y comediante Christopher Guest, o bien, Lord Haden-Guest) y sus hijos, pero para los fans que cultivó a lo largo de casi tres décadas de carrera, es algo que sí entristece.
De hecho, es a ese pedegree tan especial de provenir de una leyenda del cine de terror, que Jamie debe su carrera ... y nunca ha negado la cruz de su parroquia. ¿Quién podría olvidar esa escena en que su madre es convertida en picadillo en la ducha de la habitación 1 del Bates Motel?
Los alaridos de Janet hallaron eco una generación más tarde en su hija y siguen reverberando hasta nuestros días.
En esa película, Jamie Lee Curtis hace de la célebre Laurie Strode, personaje hoy de culto, que es, a primera vista, una muchacha igual que todas: preparatoriana estudiosa, modesta, juiciosa (en comparación con sus dos cuatitas Lynda --P.J. Soles- y Annie --Nancy Loomis-, par de güilas post-adolescentes cuyo gusto por bailar el Mambo Italiano las lleva a convertirse en fajitas) que ha amasado una fortuna con su carrera como cuidadora de niños en su vecindario de clase media acomodada, en los suburbios de Chicago. Para ella, hacer de canguro durante la noche de brujas es lo más normal. Pero no sabe que al amanecer el día de todos los santos será la única de su grupito de amigas que sigue con vida, después de un brutal encontronazo con ese boucher invulnerable conocido como Michael Myers.
Después del hitazo, la actriz encontró un nicho como exitosa Scream Queen (de hecho, el término se acuñó para ella) en una serie de películas de terror de mediano presupuesto de las cuales lo único notable era su participación. Por fin, hacia 1982, harta de tanto grito, Jamie se decidió a examinar las posibilidades de la comedia con Trading Places (con Eddie Murphy y Dan Aykroyd) y de ahí surgió una nueva y brillante carrera, que se coronaría con trabajos como Un pez llamado Wanda y Mentiras verdaderas, que le sirvieron para demostrar que las suyas eran muchas facetas, gozándola en comedias como Viernes de locos o cintas intensas como el thriller de LeCarré El Sastre de Panamá.
... como la juventud.
sábado, 7 de octubre de 2006
Reasons
Hay veces que oír una canción nos devuelve a un momento específico de la vida. Esta es una verdad como un templo y estoy seguro que a todos nos ha ocurrido alguna vez.
Cuando llega a mis oídos, de repente, ya sea en la calle, en la radio, en algún restaurante o guateque particular ocurre invariablemente que al oír a Philip Bailey aventarse un agudo “Oh… the reasons/reeeaaasooonnns that we feel….” ipso facto regreso a un momento que me hace sonreír, pero también parte de una gran revelación: mi primer atisbo en la batalla de los sexos.
A los 14 años, el autor-entonces-adolescente está siempre dispuesto a cambiar de aires, aún si sólo son diez días de vacaciones con unos tíos. No es la casa lo que recuerdo, sino la ocasión de mi primer fiesta como “chino libre”, sin la presencia de más adultos que mis primos los grandes y sus amigos preparatorianos y universitarios: una cornucopia de frituras y gansitos Marinela ("¡A que no te los comes todos!" me reta un fulano. "¡A que sí!", exclamo y me pongo ahíto de pastelitos y cocacola); algunos beben clandestinas cervezas robadas de los refrigeradores familiares o bien, compradas en misceláneas donde nadie hace preguntas.
Y recuerdo, claro, la música: Mecano y Entre el cielo y el suelo, Bosé con XXX, The Joshua Tree de U2 y Music for the Masses de Depeche Mode, Bananarama, Bon Jovi... LPs y cassettes, que hoy ya no existen.
viernes, 6 de octubre de 2006
jueves, 5 de octubre de 2006
Dios bendiga a Holly Golightly
Capote estaba emberrinchado porque según él, no sólo se habían atrevido a “simplificar” la trama, sino que también le parecía que la Hepburn no era ideal para el papel de Holly – supuestamente, él quería se había encaprichado con que fuera Marilyn Monroe-... sin embargo, aquí se dio el caso de que el personaje trasciende no sólo al medio, sino inclusive a su autor y se convierte en una figura icónica por mérito propio.
La primera vez que vemos a Holly Golightly (nombre real: Lula Mae Barnes), es desveladísima y muy chic, de pies a cabeza en Givenchy, con espectacular bisutería, asomándose a los legendarios aparadores de la joyería Tiffany & Co., en la esquina de la calle 57 y la 5ª Avenida. Holly “desayuna” un bagel y un vaso de cocoa: ésta es la actitud que da título a la historia y de un pincelazo muestra al personaje de carne y hueso.
Con sus lentes oscuros, larguísima boquilla, joyas “regaladas” y peinado de salón intacto a las seis de la mañana, Holly es la encarnación de la Good-Time girl, la amiguita de los ricos que se rehúsa a recibir diamantes hasta que no haya cumplido cuarenta, ya que antes son de lo más vulgar; la muchachita que escapó de la miseria, la mediocridad y la ignorancia, reinventándose en pleno corazón de Manhattan.
Naturalmente, Audrey Hepburn se convirtió en Holly y no existe ninguna otra forma de imaginársela. Su trabajo es impecable y dota al personaje lo mismo de un carisma radiante que de una extraña fragilidad, que oculta bajo un barniz cuidadosamente aplicado de chic y cinismo.
Es precisamente esto lo que atrae – como llama a la palomilla- a su vecino, Paul Varjak (el güero Peppard), que a su vez es el juguetito de la sexualmente frustrada esposa de un magnate (la incomparable Neal, quien pese a tener sólo cuatro escenas, se las roba con la mano en la cintura) y hace que quede prendado de ella, mientras ella lo que quiere es encontrar a un hombre con abundante billetiza que se case con ella y le garantice un futuro asegurado, no le hace que no lo quiera. Con que le de $50 para ir a “polvearse la nariz” basta.
Podría ser que lo que ofendió la inflada sensibilidad del enfant-terrible de las letras estadounidenses, no fue tanto el que se adaptara su historia original a la floreciente década de los sesenta – de hecho no se perdió nada al hacerlo y esto ayudo a dar mayor impacto a la cinta- sino que el personaje del narrador, ostensiblemente inspirado en él mismo se mostrara aquí como un galán heterosexual idóneo para cambiar el curso de la vida de Holly y retirarla de la aristocrática prostitución (esto nunca se menciona, pero se sobreentiende que Holly es puta, aunque Edwards lo maneja con gran elegancia).
Cierto es que el happy ending (en esa era algo de rigeur) fue impuesto, para elefantino berrinche de Capote por la Paramount Pictures, pero eso es lo de menos: el verdadero valor de la película (y de la narración que le da origen, por supuesto) es darnos a tanta gente, una imagen qué adorar: la espigada chica que fuma y suspira, que cruzará el Moon River con estilo algún día.
Dios te bendiga, Holly Golightly... ¿qué habría sido de nosotros sin ti?
Hoy, toda una vida más tarde y recordando a Holly, a Audrey, a Tru y a Henry Mancini, aquí tienen la versión original de Moon River (una de mis canciones más entrañables y la favorita de mucha, mucha gente), en la voz de su estrella. Descárguenla y disfrútenla.
Ave, everybody!
miércoles, 4 de octubre de 2006
Arrastrado por una Nouvelle Vague
Los Nouvelle Vague (Collin y Libaux, junto con sus vocalistas: seis brasileñas, una francesa y una neoyorquina: Camille, Sir Alice, Alex, Melanie Pain, Silja, Eloisia y Daniella D'Ambrosio) vinieron a México y dejé que me sonsacaran al centro para verlos actuar en vivo.
La experiencia no sólo fue divertida (música, copas, salir de noche) sino inclusive, educacional: me sirvió para descubrir que las canciones de bandas como Modern English, XTC, Bauhaus o Echo & The Bunnymen, pueden convertirse en algo completamente distinto cuando se filtran a través de otra sensibilidad, lo cuál es el propósito detrás de todo el proyecto, que ahora lleva dos álbums y un seguimiento de culto no sólo en Europa, sino (como lo ví) en todas partes.
Para compartirles un poco de lo que ahora mismo ocupa mis momentos de solaz (y se repite constantemente en mi iPod), pensé que podría hacer una selección de cinco temas de Nouvelle Vague. Todos ellos originalmente de bandas New Wave y todos ellos originalmente interpretados por hombres.
1* Love Will Tear Us Apart (Originalmente de Joy Division)
2* I Melt With You (Originalmente de Modern English)
3* Friday Night and Saturday Morning (Originalmente de The Specials)
4* Blue Monday (Originalmente de New Order)
5* The Killing Moon (Originalmente de Echo & The Bunnymen) [¡ésta es mi favorita!]
Espero que los disfruten y me digan lo que piensan, si es que no han sido arrastrados por esta bossa nova.
(Gracias, Paul Medrano, por llenar los huecos que mi bisoñéz tenía. ¡Salu2!)
martes, 3 de octubre de 2006
Preguntas sin respuesta (II)
5) ¿A dónde va a parar el tiempo?
lunes, 2 de octubre de 2006
(No) Quiero un Zoom!
- Ah, ¿te cae?- me preguntan.
- Y me levanta,- digo yo con absoluta naturalidad. A estas alturas del poema, qué me importa que se sepa. Hace tanto tiempo que a veces parece que le ocurrió a alguien más y tanpoco me averguenzo de nada.
Un chavo, obviamente más joven que yo, se acerca y me pregunta si es como se lo hacen a Jack Nicholson en Alguien voló sobre el nido del cuco. “¿Qué es lo que de versa te pasa cuando te dan un choque en el cerebro? En la peli, ves como se convulsiona… ¿tú te convulsionaste?”
Esto a raíz de que en un principio las convulsiones parecían ayudar a que, por ejemplo, un esquizofrénico, se volviera lúcido. Pero lo malo es que sólo era un efecto temporal y había que repetir (cosa que no ocurrió conmigo y ahora siento un alivio al respecto… por suerte hubo quien interviniera a tiempo; finalmente la intención era buena y que yo respondiera… pero… ay. Qué cosas, ¿eh? Cuando la desesperación nos gana… pero eso es algo en lo que no pienso nunca)
El concepto, personalmente, a mí me parece hoy día brutal, salvaje.
Aparte de que (y esto me lo dice Viv, mientras le digo que quiero escribir sobre el tema para este blog) existen complicaciones y efectos secundarios muy delicados: arritmia cardiaca, convulsiones, amnesia… y sí, se te borra el cassette. Al menos parcialmente: pierdes un madral de neuronas.
Y sí. Es muy distinto todo.
La usherette en la primera foto pregunta: Ready to be happy?
Pues no. Listo no estoy.
Pero cada día lo soy, en la manera de lo posible.