miércoles, 27 de agosto de 2008

La Reina del Salón

Bienvenidos a una nueva clase de Arqueología Pop. Soy su profesor, el señor Cane. Encantado.

Hoy les hablaré, muchachos y muchachas, de un casi desconocido, nebuloso y extrañamente hermoso [aunque no hablo necesariamente del físico de las componentes, nótese] conjunto músico-vocal ibérico conocido como Magenta.

Magenta fue un trío musical femenino procedente de la ciudad de Burgos (fue parte de lo que se llama "la Movida Burgalesa"... aunque uno supone que habrá habido movidas en toda España en su momento, ¿verdad?) y estuvo conformado por tres gracias llamadas Marta Barriuso (voz), Pilar Gil (violín, teclados) y Rosario Mazuela (bajo y cello).

En sus inicios amateurs eran conocidas como Modesty Blaise [eruditos del cómic o del cinema sixties, pueden servirse aclarar la referencia, puntos extra para el que lo haga] y tocaban en vivo, en algunos clubes de Burgos; lo cierto es que eran un caso especial y digno de observarse: en medio de una andanada pop que oscilaba entre lo convencional y lo estrambótico, estas chicas traían consigo una onda totalmente diferente; tocaban con un sonido de claras influencias del synth-pop de los primeros discos de Eurythmics y llevaban una imagen gótica (estilo The Cure o Siouxsie) que, en el otoño de 1983, llamaron la atención del mismísimo Nacho Cano (sí, el de Mecano), que produce y colabora como instrumentista y compositor en su único álbum, La Reina del Salón, aparecido a principios de 1985.

Este es un disco difícil de clasificar (y fue difícil de vender también, como es natural) con tres o cuatro tracks muy interesantes; entre ellos destacan la que abre el álbum, la inquietante Detrás de mí, Los Salvajes -- tema de Nacho Cano del que hicieran un cover "más limpito " [sin alusiones al sexo exótico con aborígenes no tan cándidos] las Flans en su Alma Gemela, del '88; ya saben, el pop en México tenía que ser puro beso sin lengua en aquellos años de Siempre en Domingo - y el que da título al disco, así como otros más atmosféricos como Sacromonte o El Pasillo Estrecho (De hecho, la única canción que no me gusta y que me parece de compromiso, es Sin botas, de la cuál se podía haber prescindido perfectamente).

No sé cómo fue que me encontré con este curio de la post-movida, pero lo he tenido en rotación constante con frecuencia. La verdad es que me gusta lo que oigo: las texturas, las atmósferas, las armonías y por debajo de tanto terciopelo oscuro, la notable intención de hacer algo distinto en un panorama que dictaba la moda juvenil y que era mucho más oscuro, inquietante y hasta sensual que rompía la norma (y de hecho, sigue siendo bastante extraño aún ahora). La Reina del Salón se deja oír todavía (¡y muy bien!) y lo pueden descargar, íntegro, haciendo clic aquí.


Escúchenlo y cuéntenme qué les pareció. Me gustaría saberlo.

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