viernes, 29 de agosto de 2008

¡Sea optimista...!

Así decía con voz engolada la formidable y ultracínica presentadora Andrea Scarface (Victoria Abril, espectacular, kitsch & kinki), ataviada de pies a cabeza en couture avant garde de Gaultier al cierre del programa de telebasura Lo peor de hoy, (mismo que de exagerada parodia, devino profético) en algunas de las más memorables secuencias de la guarra-pero-coqueta cinta Almodovariana Kika (¡del '93!): '¡Sea optimista... algo peor podría ocurrirle a usted!'

Y fuera de sorna... es cierto.

Me gusta la idea de que soy optimista. No tengo motivos para no serlo.
Pero a veces sucede que pierdo de vista ciertas cosas, ciertos parámetros no escritos en mi vida diaria y ocurren cosas, aún sin que yo me de cuenta del por qué (o del cómo), que afectan no sólo mi salud (física y mental) si no también afectan mis relaciones con terceros. Terceros que me importan, que es más grave.

Algo peor podría ocurrirle a usted.

¿Sí? Pues NO QUIERO.

Todo finalmente toma su lugar, cada cosa cae en su sitio. Y cuando me veo confrontado -- o bien, no confrontado, pero sí, cuando se me hace notar lo que pasa- me rehuso a que lo negativo se salga de proporción y afecte mi vida. Creo firmemente que soy una buena persona y por lo mismo, prefiero ser optimista. Ser optimista no es ser estúpido y andar con ojos cerrados por la vida, dándose de tumbos y a "la buena de Dios". No. Me rehuso a aceptar eso.

Ser optimista es, en parte, tener fe en lo mejor.
Y sobre todo, lo que necesito ahora, no sólo es tener fe en los demás (que la tengo) si no fe en mí mismo y hacer precisamente, un salto de fe, al vacío y sin red.

He estado tenso (y sintiéndome frágil también) estas últimas semanas. Esto ha sido por que han ocurrido cosas y esas cosas, que han sido lejos y que no he podido evitar, me han resultado difíciles. Y yo no me daba cuenta de que esto mismo me estaba generando un malhumor, una especie de recelo y de amargura, que estaba afectando a otros que nada tienen qué ver con la causa de mi conficto.

Y darme cuenta de ello me avergüenza... pero no puedo ir por la vida avergonzándome.
Entonces, lo que hago es que tomo la rienda de las cosas en mi vida y yo decido. Y yo decido que lo negativo se va: las patadas en los bajos, las puñaladas traperas, los dobles juegos, los discursos falsos, las caretas, la ingratitud. Adiós, adiós, ahí está la puerta.

Algo peor...

¡Claro que hay cosas peores! Lo he vivido alguna vez, lo he visto con gran pesar. Y esto no es nada comparado con lo que le ha ocurrido a otros en otros momentos. Pero aún así, yo personalmente exorcizo mis malos espíritus y me deshago de ellos. Si vine hasta aquí, fue para ser feliz yo. No para ser desgraciado y además, salpicar con mis traumas y pinches complejos, a terceros. No señor. Se acabó lo que se daba.

Soy optimista.
Lo peor que pudo haberme pasado, ya sucedió. Después de eso, lo que venga es ganancia.
Y las malas experiencias, son aprendizaje... y sonará manido, baladí, más manoseado que un control remoto, pero es verdad: a golpes se aprende.

Y yo ya aprendí. Ya le pedí perdón a quien ofendí sin que se lo mereciera. y me enmiendo . Y con quien me ofendió, también hice lo propio, mas no espero nada. Saqué la basura en bolsas y la tiré al contenedor (metafóricamente, claro) y ahora, voy a vivir mi vida como debo vivirla. Y si esto significa que voy a tener que dejar cosas de lado o atrás, para poder seguir viviendo, pues eso. No puedo evitarlo, no está en mis manos, estoy muy lejos de ahí ya.

Pero, eso sí, como dijo Andrea Scarface: soy optimista.

No hay comentarios.: