miércoles, 30 de agosto de 2006

¡Ay, Mamacita!


Mi amigo Bobby Núñez, que vive en Los Ángeles y que es -- como dirían las abuelitas- un magnífico chico, dice que si es verdad que (como dicen alguna gentuza fanática) a Dios no le gustan los gays... ¿entonces cómo explicas la existencia de Mamita Querida?

Y es que, aceptémoslo: a veinticinco años de su estreno, esta obra maestra del humor involuntario, que convirtió a Faye Dunaway (muy a su pesar, hoy todavía hace berrinche cuando le mencionan la película, me consta) en sublime objeto de culto y burleta, sigue siendo una verdadera maravilla a la hora de reírse con los placeres culpables.


¿Quién que la haya visto no recuerda, no sin un cierto horror, la famosa escena de los ganchos de alambre? Faye Dunaway es Joan Crawford, con maquillaje Kabuki hecho a base de cold-cream, a grito pelado exclama: NO WIRE HANGERS EVER!!!! y luego le pone a la inane Christina (la actricita Mara Hobel, que se estremece como ante una razzia inminente que la dejará pelona y moreteada) la felpa de su vida con el gancho y un bote de Bon Ami.
Pero al mismo tiempo, es imposible no empezar a reírse... son carcajadas nerviosas, sí, pero carcajadas al fin y al cabo, mientras la Dunaway extrapola con singular abandono y pone los pelos de punta a cualquiera.


Nada más vean esto: "Uno, dos, tres: ¡Ka-BUUU-Ki!"
¿No es como para provocarle un trauma irreversible al más pintado? (Lo cierto es que a Miss Dunaway como que sí le afectó la tatema andar aplicando el método para hacer de La Crawford... nomás nunca se recuperó).
Ahora bien, la verdad sea dicha, yo no le veo absolutamente nada de malo a que Mamita Querida se haya convertido en cinta de culto. A título personalísimo, yo la disfruto bastante... es como una inmensa bolsa de papitas fritas (¡mmm! ¡qué ricas!) y tiene tanto material para recordar: los sets, la ropa, las actuaciones acartonadas de todo mundo comparado con el huracán Dunaway...


Por ejemplo, aquí está la famosa escena de la nalgada, cuando la tal Tina le falta al respeto a su santa madre y ésta le para el alto en seco de un sólo golpe. ¡Tómala!
Yo no sé por qué tanta alharaca, Christina darling. ¡Agarra la onda! ¡Eran los años cuarenta! ¡Así se educaba a los niños!
Y más a los escuincles retobados y majaderos que no sabían apreciar el sacrificio de sus madres que tenían que trabajar para mantenerlos, aún si tenían que dedicarse al triste y solitario oficio de ser rutilantes y neurasténicas estrellas de cine.

Por muchas razones, casi todas centradas en el casi surrealista guión (donde metió mucho la cuchara sacándose escenas de la manga su productor, el mercachifle Frank Yablans, cuyas nociones de buen gusto parecen aprendidas en un basurero y han hecho delirar de placer al mismísimo John Waters, que presta su sapiencia en material freak para el nuevo y espléndido DVD que conmemora las bodas de plata de este endriago hollywoodense con las masas que la abrazaron con fervor) y en la formidable enajenación de su protagonista -- yo soy de los que defienden a Frank Perry, su director. Después de todo, es el hombre que creó gemas injustamente olvidadas como Last Summer y El Nadador (con Burt Lancaster como un vetarro que se aferra a su elusiva -- e ilusoria- juventud, con resultados escalofriantes y conmovedores)- ésta es una mala película.

No importa lo bien hecha que esté (de hecho, lo está). Es una película mala, de mala entraña y cruel caricatura... y de tan mala ¡resulta una delicia!
No deja de sorprenderme el impacto que aún hoy tiene tanto la historia [presuntamente real, lo que hace presenciar estas escenas como algo parecido al voyeurismo en mi opinión] como en la cultura popular: ¿cuántas chavas no conocen ustedes que hayan usado, al menos una vez, con toda socarrona ironía el término "mamita querida"?

Por otra parte, a mí me dejó otro modesto legado.
Cada vez que pienso en el mal encarnado, la imagen que viene a mí puede ser
A) la de Maléfica en La Bella Durmiente
o
B) Faye Dunaway
No Faye como Joan, o en Chinatown o en Network (donde mete miedo, por lo inhumana).
Faye Dunaway como Faye Dunaway me mete un miedo pavoroso, hoy todavía.

Pero respecto a Mamita Querida... ah.
Esa es otra cosa, o bien, como dijera el buen Marqués (de Sade):
Pobre es el hombre cuyos placeres dependen del permiso de otro.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

yo no he visto mamita querida, pero en realidad no he visto tantas películas... Y tantas que no pienso ver. La que sí vi fue la joven del agua. Me gustó, me gustó mucho. Entretenida un buen cuento, una leyenda de las que me gustaba leer cuando era chico.

Miguel Cane dijo...

Querido Lusin

Es curioso: La Dama en el Agua no tuvo aquí una recepción tan cálida.
Pero tu punto de vista me recuerda que tú sigues en contacto con tu corazón de niño.

Mil abrazos,

M

Anónimo dijo...

Efectivamente, todo un ícono del terror materno...de hecho cuando mis hijos me hacen enojar y me siento un poco como la pobre"mamita querida" me acuerdo de su cara de loca, y es suficiente para que cuente hasta diez...o veinte, treinta, etc. Pero se cuela, algo en mi cara verán que salen corriendo. En fin, el arquetipo de la madre envidios, furiosa y fuera de control...

Miguel Cane dijo...

¡Hola Viv!

¿Verdad que mete miedo?
Sin embargo, está tan exagerada la película que se ha convertido al paso de los años en una de las comedias negras más celebradas... ¡y eso que su intención era hacer una película seria!

Lo que sí, vino a redefinir muchas relaciones entre madres e hijas (y viceversa) en los últimos años desde su estreno.

Un beso grande y cariños a los niños.

¡Bienvenida!

Anónimo dijo...

Si Dios existiese le gustarían las personas buenas. No creo que hiciese más distinción.

Miguel Cane dijo...

¡Hola Faraona!

Yo pienso exactamente lo mismo.

¡Bienvenida!

Un besazo

M