sábado, 21 de junio de 2008

Magia y pérdida

Sé que he estado ausente estos días. No que no haya estado en casa, a veces frente a esta misma pantalla, con algo medio escrito. He estado. Pero no he estado. O no he sabido estar aquí.

Son muchas cosas todas al mismo tiempo y no he sabido cómo atraparlas, escribirlas. Otras, no he querido hacerlo. Pero eso complejo es lo que vive en y a través de mi. Es magia y pérdida, todo al mismo tiempo. Efecto simultáneo, acaso un poco retardado; alegría y tristeza.

"Te oigo lacónico," me dice alguien por teléfono y le echo mentiras para tranquilizarlo, distraerlo, es un acto de prestidigitación. Magia.

No es tan grave la razón para mentir. O bien, no es que sea o no sea grave. Es que no tiene remedio y es pocas veces que me enfrento a lo irremediable. Lo que me hace sentir frágil y vulnerado e impotente y rabioso. Por que es algo inesperado y al mismo tiempo tan inevitable, en el marco de la expectación por otras cosas, que me toma por sorpresa y me deja tirado en la cuneta. Por eso, después de una noche en vela, de un dolor sorprendido, de buscar explicaciones, incluso de llegar al extremo de agitar mi mano y preguntar a Dios (si hay uno, depende de la creencia) y luego comprender que no hay respuesta, por que no la hay, atiendo el teléfono y no, no sueno lacónico. Me doy cuenta de que estoy hecho una mierda, pero no puedo decirlo, no puedo sentirlo, permitirme sentirlo, porque si lo hago, me voy a sentir una mierda de verdad y no puedo, es irremediable, inevitable, no estuvo en mis manos ni en las de nadie (si no estuvo en las manos de los médicos, mucho menos en las de Dios) y entonces nada, hago magia y no sólo para mi cómplice leal que se va trotón y alegre, como debe ser, a su rendez-vous con un destino feliz, será la dicha su porvenir. De ese modo, no sólo le enjoyo un elefante y le hago magia para que se quede con una sonrisa. Hago magia para mí también y así salgo de la cama y encaro la mañana y camino y camino y camino...

El fin de semana pasado fue tan surrealista como una película dirigida al alimón por Lynch y Buñuel. El Real Sporting subió a primera y mi ciudad ardió. Quise contárselos aquí, pero no pude. El lunes por la tarde llegaron, de pisa-y-corre para pasar una noche en este finisterre, Jorge y Jens, procedentes de Hamburgo y con una complicada tourné por delante. Audrey agradeció que hubiera tíitos nuevos que le hicieran mimos y le enseñaran trucos, ya que papá estaba actuando tan raro. Papá estaba como borroso, con la antena mal colocada.

Luego, el martes por la tarde, toda vez puse a Jorge y Jens en el ALSA rumbo a su siguiente destino, sintiéndome feliz de haber compartido con ellos, pero aún transido de pérdida, sin atreverme a decirlo, porque decirlo vuelve tangible lo irreparable, es cuando lo aceptas, voy caminando por la calle y me encuentro de manos a boca con una amiga a la que echaba mucho en falta. Ella es (pese al escepticismo) mi amiga. Nos vemos poco, mucho menos de lo que a mí me gustaría, pero soy prudente y respetuoso del espacio ajeno. No obstante, desde la primera vez, hace algunos años, que nos vimos, hay un rapport que no es como el que tiene con otras amistades aquí, pero ella y yo nos entendemos. Fue un abrazo rápido, sorprendido, ¿tienes tiempo para un café? Sí, sí, y estuvimos casi dos horas hablando. De todo, de nada, de ella. De magia y pérdida. Me dijo que escribiera, pero no pude. Dejé que Shakespeare hablara por mí y si cerré los comentarios de esa entrega fue porque no sabía qué decir o si quería decir algo más.

Y hay más magia, magia buena: uno de mis primos favoritos, mi primo Mateo, se graduó de su maestría, y mi prima Carmen me pidió que sea, aún in absentia, el padrino de bautizo su hija, Gala. Y eso no es sólo por compensarme de que no sea el padrino de mi sobrino, como todo mundo esperaba, siendo que soy el único tío del bebé (pero en esas cosas y con los hijos ajenos, uno no dispone, y ni siquiera se atreve a proponer tampoco), sino porque Carmen quiere que yo sea parte de la vida de su hija y eso me emociona y digo que sí, que sí, que sí quiero. Es magia buena. Y tantas cosas que suceden en una semana de vida en esta ciudad o en cualquier parte, aunque yo no esté. Y concurrente a la magia, la pérdida.

Una pérdida que no aparecerá en los medios, porque no era alguien importante, un talento truncado, un líder, un revolucionario, un rostro familiar para más de mil personas. No tuvo oportunidad de ser nadie, mas que lo que fue: pero eso bastó, por el breve tiempo que fuera, para tocarnos (literalmente, no olvidaría sus manos en mi rostro) a algunos y parte de lo que no me ha dejado en paz, parte de la pérdida, es esa misma pérdida de palabras, qué o cómo voy a decir algo, por teléfono (ese frío aparato) o por e-mail, cuando no sé qué decir. Cómo identificar. Si yo estoy transido de dolor, como por una estaca, no puedo imaginarme siquiera a los otros. No me atrevo, porque mirar a ese pozo, sería como mirar hacia un abismo insondable, que miraría también dentro de mí. Porque es un dolor inmenso e innombrable. Literalmente no tiene nombre: cuando fallece nuestro cónyuge somos viudos, cuando fallecen nuestros padres somos huérfanos, pero no existe una palabra para nombrar lo más horrendo, lo insoportable. Qué somos cuando mueren nuestros hijos.

Me he estado haciendo magia y me alivia poco a poco, a manera de ibuprofeno para el alma rota. Pero también siento la pérdida. La siento en cada hueso y hasta en mis dientes. Audrey ayuda a aliviar la pena de la pérdida. Su inocencia y temeridad ante el mundo que va conociendo cada día que pasa, me inspiran. Me hacen incluso sonreír cuando creí que no podía. Y recojo con cuidado y devoción las piezas de mi memoria, y mi vida me sigue pareciendo tan buena como la semana pasada o el mes pasado. Tengo dentro de mí, la pérdida. Es mía, no de nadie más, al menos en este Finisterre. Y trato de dormir, y trato de comer y de caminar. Y me duele un poco menos cada vez. Me remueve que no estoy ahí, pero tal vez sea lo mejor. ¿Qué carajos podría hacer yo, que no puedo hacer nada?

Y esas son las cosas que me digo. Es una forma de hacerme magia, trucos de cartas, para distraerme del dolor del que no está todavía del todo exenta la pérdida, que será permanente.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Darling,
dime que hubo una pregunta echa, que por lo menos dijo ¨queremos hacerlo en esta fecha y nos encantaria que estuvieras aqui para tenerlo en tus brazos frente a la pila de...¨
dime algo porque me hierve la sangre!!!!!
Nuestro problema es que tenemos mucho tiempo para pensar en los otros y una gran imaginación para ver un futuro prometedor.
No hay que esperar nada y como dicen por ahí ¨no pienses en sol, ni en do, piensa en mi...¨

Hanna
te quiero mucho...mucho...sister.

Dushka dijo...

XOXOXO

Anónimo dijo...

Ya me preocupaste Miguel.... disculpa que la pregunta sea tan directa....¿Que tienes?

Saludos y espero que sea solo una falsa alarma.

Toño.