miércoles, 10 de septiembre de 2008

La Cámara Me Ama

Si este álbum que celebra su vigésimo aniversario tan fresco como la mañana (apareció en 1988), ahora está en constante rotación en mi iTunes, es en parte [como ha sucedido con mucha de la música que escucho de unos años a la fecha] por culpa de ese cicerone muy New Wave al que en este blog (y en la vida real) llamo Jack.

Poca gente conozco que sepa tanto de música pop como mi amigo (que eso es lo que es, mi amigote), y poca gente conozco que sea tan generosa con su erudición. De hecho, algunas veces he ejercido de detective salvaje bajo su guía -- la célebre historia del identikit musical, no obstante, no puedo contarla yo, es una anécdota que ya no es sólo mía- y ésta incursión en la Arqueología Pop, sin duda es una de esas ocasiones: después de una cena en su casa, se me ocurrió, sentado en el suelo de su estudio, ante su intimidante (sí, intimidante) colección de vinilos, mencionar por alguna razón que yo no recuerdo (lo que el whisky te puede hacer) claramente, al célebre fotógrafo y diseñador británico Cecil Beaton y Jack, automáticamente, me habó de la pegajosa canción "Cecil Beaton's Scrapbook", si bien él no recordaba (lo que el orujo blanco te puede hacer) de qué disco o qué grupo se trataba, aunque suponía él que podía gustarme el tema e incluso el disco, ya que a mí, qué le vamos a hacer, aparentemente me gusta la "música para chicas" y la música hecha por chicas.

Jack me dio sólo el título de una canción y yo tomé mi misión, así que me lancé en su busca y descubrí una historia realmente interesante dentro del panorama tan ecléctico del britpop en las postimetrías de los años 80.

Todo comienza, me entero, leyendo aquí y allá, rastreando las pocas pistas que hay en la red, cuando la enigmática compositora y cantante de origen eurasiático Jessica Griffin, fan irredenta de los Smiths, que grabó en 1987 un single para el sello de culto él Records, al que siguió un álbum completo The camera loves me en el que llevó a los músicos de The Monochrome Set -- banda de culto del pop psicodélico- como acompañamiento de estudio. El disco fue lanzado en 1988, con un éxito modesto, pero considerable.

Tras la aparición de ese disco, Miss Griffin abandonó el mundo de la música para trabajar en la competitiva esfera financiera de la City de Londres hasta 1993, cuando gracias al estatus de culto que había alcanzado el grupo, fue invitada a grabar otro álbum, esta vez para la firma japonesa Trattoria Records. Para la grabación de Mondo contó de nuevo con el acompañamiento de The Monochrome Set (de su extraordinario álbum Eligible Bachelors hablaré otro día con más detalle, porque lo amerita) con Bid - el carismático líder de los Monochrome - ejerciendo de productor (además de realizar un dueto con Jessica en la eminentemente bailable Casanova '92).

A finales de los 90, Jessica empezó a escribir canciones de nuevo. A ella se unió -- literal y metafóricamente- Peter Momtchiloff en guitarra y bajo. Editaron un EP de cuatro canciones (Emmanuelle Béart) y en 2002 apareció el tercer disco de los Would-Be-Goods, titulado Brief lives (inspirado en una trama del Sandman de Neil Gaiman), con la incorporación de Debbie Green en batería y coros y Lupe Núñez-Fernández en bajo y coros. Esta formación realizó varias actuaciones y en 2004 lanzaron The morning after con canciones que retienen su particular encanto naïve, de aires melancólicos un tanto ye-yé, pero de vanguardia.

Su debut The camera loves me sigue siendo un disco espléndido, redondo, que se deja oír en más de una ocasión. Las letras son ingeniosas y mordaces, pero sin perder ese discreto charme que hace de Jessica Griffin una figura magnífica: desafía las convenciones del pop y hace lo que le da la gana. Es una especie de post-Grace Slick, una Suzanne Vega sin aires y gracias de Nueva York. Esta es música londinense, de salón, a veces cantada en française, salpicada con sanas dosis de sarcasmo y lujuria. Esto es sátira social con zapatos bonitos, pero sin ser vulgar. Imagínense lo que Jane Austen escribiría, si hubiera sobrevivido al glamour ochentero y escribiera y grabara canciones pop.

Así fue como vine a descubrir -- nunca es tarde- uno de los mejores discos que haya oído en años, por lo que agradezco (como tantas otras cosas) el detalle a mi good guru (tener amigos así de cool es la alegría de mi edad adulta, dado que no los tuve en mi adolescencia) y ahora, es con entusiasmo que vengo corriendo a ofrecérselos, ya que, gracias a la bendita Internet pueden descargarse la discografía íntegra de estas joyitas inconnu.

Para descargar el The Camera Loves Me, hagan click aquí.

Los otros espléndidos discos de The Would-be-Goods, son:

Mondo (1992)




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