lunes, 19 de mayo de 2008

Con Beth en la oscuridad...

Estoy sentado con la luz apagada, escuchando a Portishead.

Hace muchos años que no había disco nuevo de esta banda inglesa, padres del Trip-Hop, encabezada por la misteriosa Beth Gibbons, una mujer de belleza frágil y voz adolorida, que desde la primera vez que la oí --¡hace catorce años!- exclamar aquellos versos: Nobody Loves Me/It's True/(Not like you do), se ha convertido en una referencia constante en mi vida.

El Dummy, primer álbum del grupo, llegó a mi vida en algún momento de 1994 -- un año de terror, de desorientación, al menos así es como yo lo recuerdo: como una especie de alucinación, de malviaje- de manera casi fortuita: estaba yo en una tienda de discos (en la época en la que todavía compraba discos, algo que hace unos ocho años dejé de hacer) curioseando, cuando oí unos primeros acordes como de música de película de espías de los años 60. "Es John Barry," me dije, sin prestar más atención, hasta que oí el alarido desgarrador de Beth, exclamando que nadie la quiere, es verdad (no como él). Nobody loves me. La frase se deslizó por mi lengua y corrí al mostrador a preguntar, ¿quién canta eso? ¿Qué es?

Así fue como adquirí, por la suma de 171 pesos (el equivalente ahora a 10 €, aprox.) uno de los discos que me vinieron a transformar en los '90 -- otros serían el Little Earthquakes y To Venus and Back de Tori Amos, el Dèbut de Björk y el Viva Hate de Morrissey, que si bien no es de esa década, lo vine a escuchar más o menos por ese año- y lo escuché por primera vez a oscuras, en casa: desde los primeros, extraños acordes de Mysterons (que muchos años después se colaría en la textura de mi novela El Corazón Caníbal), hasta la hermosa melancolía de It's a fire (una de mis canciones favoritas) y el innuendo erótico y cruel de Glory Box (que después sería utilizada hasta el cansancio para ambientar decenas de escenas de seducción en cine y TV).

En 1998, Portishead lanzó su segundo disco homónimo y ese lo compré el día que apareció en estantes, importado y carísimo. Pero maravilloso. Recuerdo haberme conmovido hasta las lágrimas con Undenied (una de las más desoladoras canciones de amor que jamás haya oído) y tarareaba los primeros versos de Half-Day Closing (In the days, the golden days/When everybody knew what they wanted/It ain't here today...) hasta en la ducha. A esto seguiría un álbum en vivo, grabado en el Roseland Ballroom de Nueva York y después, un prolongado silencio.

En 2003 Beth grabó un proyecto como solista, pero no era lo mismo, si bien la calidad era tan alta como en el grupo. Pero faltaba algo. Surgieron imitaciones, propuestas similares pero no exactamente con el mismo toque. Era como una sequía, con el oído rogando por lluvia de Monsón.

El rumor surgió a fines del año pasado. Portishead se reúne. Viene disco nuevo.
Jack estaba emocionado, tan así que fue a ordenar su copia anticipada a la pequeña tienda de discos (una de las pocas aquí que ha sobrevivido al embate de El Corte Inglés y el comercio por Internet) frente a la Plazuela de San Miguel. "Portishead saca disco nuevo," me dijo como un entusiasta de preparatoria, durante una cena. Le dije que sí, estaba al tanto. Me reservaba mi opinión hasta oírlo. Aunque es un sonido que me fascina y me captura, lo hace muy despacio; necesito escucharlo a solas, en penumbras, como la primera vez que oí el Dummy hace tantos años -- y que, por cierto, sigue reapareciéndose en distintos momentos de mi vida, incluyendo una fiesta que devino en pesadilla en casa de antiguos amigos del Frida y también hace pocos años, la primera vez que, nervioso y un tanto abrumado por la novedad, fui convidado a la mesa del propio Jack, que para acompañar la cena preparada por él mismo, abrió con Mysterons-.

Así pues, me hago del Third y apago las luces para escuchar.
Pronto, Beth aparece en medio de las sombras, perfecta, prístina, con las manos firmes en torno al micrófono: un arrullo lúgubre, extasiado, emaciado. Uno supone que así canta Edith Piaf en algún cabaret de los infiernos.

Para mí, la mejor canción del disco es The Rip, un tema dulce y lacónico, completamente distinto a lo aparecido en los otros discos. Ya no es exactamente el trip-hop de antaño: ahora hay matices acústicos, el sampling de otros ámbitos es menos virulento, sólo aparece como un toque, un guiño de complicidad para decir "sí, sí, somos nosotros. Suena distinto, pero somos nosotros."

Soy desconfiado cuando una banda retorna al estudio de grabación después de una ausencia prolongada. Puede decepcionarme; ya me ocurrió con Eurythmics, cuyo disco Peace me pareció una falla monumental. Pero en este caso no hay motivo de desencanto, si bien la efectista Machine Gun y Silence son dos temas que se antojan puestos a fuerza, poco probables ahora. Hay una evolución que se advierte. Los integrantes han madurado; se inclinan por otras venas, por otras vías. Son vampiros aún, pero ya no se alimentan de sangre; acaso se alimentan de nuestras psiquis. El Third de Portishead es un disco espléndido, menos oscuro y críptico que los anteriores, pero aún pleno de esa mística de grisalla sesentera que tan bien les funcionara y ahora es su rúbrica. Es como un espejo retorcido de 1966, un yeyé tétrico y fúnebre, pero a la vez elegante y pulido como una joya.

La voz de Beth no cambia; es un lamento amoroso que acaricia con una mano y con la otra latiguea. Tiene su sello particular perfectamente establecido, como lo hicieran a su vez Kate Bush o Sinéad O'Connor o la mismísima, divina, Elizabeth Fraser. Basta con oírla para identificarla de inmediato, saber que es ella.

Estoy con la luz apagada y escucho el disco una vez y otra. Dejo que se extienda sobre mi piel, sobre paisajes imaginarios. Una espira de humo que se iergue y señala el camino hacia un cielo frío.

5 comentarios:

g. neidisch dijo...

También a mí me gusta The Rip. Y Deep Water. Y Small. Y todo el CD.
Porque lo compré! Te lo puedes imaginar? Como un puberto estuve yendo a la (enorme) tienda de discos (usuales) desde dos semanas antes a preguntar "ya llegó...?"
Es que ahora, ya sabes, pues se pueden comprar los CDs. Antes, con semejante cantidad de pesos (171!!!) uno tenía qué preguntarse qué cosa iba a sacrificar: el desayuno? el almuerzo? ir a pata el mes entero de la Uni a casa y viceversa?
Me gusta la voz de Beth. Casualmente también me gustan Björk y Tori (la voz de Tori, junto con la de Nina Perssons, se me hacen tan, tan femeninas...).
Las experiencias vividas por Tori y Beth pueden ser similares y se refleja en su obra: cuando más las conozco, más las disfruto (y entiendo?): "she's convinced she could hold back a glacier, but she couldn't keep Baby alive".
Un abrazo!

Sebastiana dijo...

Agh...totally... Beth & Tori!

Anónimo dijo...

Completamente de acuerdo: "The Rip" para encontrar la puerta de entrada, y luego abajo, abajo... Aunque yo sí lo encuentro, como poco, tan oscuro como PI y PII. Y mucho más cortante.

Anónimo dijo...

Eres un tipo increíble y sensacional, pena que no pudímos ser buenos amigos

Glorybox

toti dijo...

Pocos grupos hay como Portishead, casi únicos en su genero (si es que estan en alguno). El otro dia estuve en su concierto en Barcelona y fue irrepetible, uno de los mejores conciertos de mi vida (con permiso de Björk, claro!!)