lunes, 27 de octubre de 2008

¡Hay que ser absolutamente moderno!


Rimbaud lo dijo y yo lo creo .


Y a mi modo de ver, el ejemplo más puro y contemporáneo (aún más que mi bienamado Andy Warhol) de artista moderno es el inenarrable Roy Lichtenstein, quien, si viviera, hoy cumpliría 85 años de edad.


Neoyorquino de pura cepa, Lichtenstein era hijo de un corredor de bienes raíces y desde niño era aficionado al serial de Flash Gordon que transmitían en la radio. A los 16 años comenzó a estudiar arte con Reginald Marsh y se licenció en artes en la Universidad Estatal de Ohio. La Segunda Guerra Mundial interrumpió sus estudios, al ser incorporado a la Armada.Al terminar la guerra, se estableció en Cleveland, donde conoció a Isabel Wilson, su primera esposa, con quien tuvo dos hijos (luego volvió a casarse, con Dorothy Herzka, que fue su compañera hasta su muerte). Allí trabajó como diseñador industrial hasta que la Universidad de Rutgers lo convocó para enseñar en el Douglas College, aún estaba inscripto en la corriente -entonces mayoritaria- del expresionismo abstracto.

En 1958 hizo sus primeras experiencias artísticas con billetes, e imágenes del Pato Donald y Mickey Mouse aunque destruyó casi todos los trabajos de esa época y pocos sobreviven. En 1961 insistió con esa técnica sobre cómics, que sería su rúbrica. Ese año produjo su obra emblemática, !Mira Mickey, he pescado uno grande!. El pintor tomó un dibujo de tira cómica de la envoltura de un chicle y lo agrandó. Eso fue todo: transformar un elemento de la estética comercial en objeto de las bellas artes y de este modo, junto con Warhol, dio inicio a la corriente conocida como pop art -- que sigue siendo por mucho, mi favorita.

La historia señala que también en 1961 se acercó al supermarchante de arte Leo Castelli, dotado de un notable olfato artístico y comercial. Castelli no solo lo tomó como artista exclusivo sino que le ofreció pagarle regularmente una suma de dinero para que se dedicara exclusivamente a producir obra. Su primera muestra como artista pop la hizo en Manhattan en 1962., incluyendo en esta muestra la legendaria pieza Girl drowning, que ahora forma parte de la colección permanente del MoMA en Manhattan (¡ese cuadro es increíble! Aquí abajito pueden verlo) .

Lichtenstein comenzaba a transitar a su manera el camino del arte contemporáneo, en el que utilizó sus conocimientos como diseñador para crear una pintura con la fuerza de los grandes carteles publicitarios y utilizando la trama punteada del fotograbado. En su estética coincidió con Warhol y siempre sostuvieron una amistosa "competencia", aunque jamás hubo animosidad entre ambos.

Pero ojo, no todos los críticos consideraron que sus obras eran arte. Brian O'Doherty escribió en el New York Times en 1963 que Lichtenstein era uno de los peores artistas de los Estados Unidos, dedicado a fabricar a toda prisa porquerías hechas en serie. No obstante, el criterio dominante en el mundo del arte opinaba diferente y Lichtenstein causó furor. En 1987 se convirtió en el primer artista vivo al que se le dedicó una retrospectiva en el MoMA.

Creo que Lichtenstein, aún más que Warhol -- pese a la filia especial que le tengo- representa mi idea de un artista moderno, en el sentido más absoluto de la palabra, a la manera de Rimbaud.
No basta con la pretención de ser moderno, sino que es total menester el buscar la originalidad aún con bases previas: ya sea en la música, las artes, la literatura. No es la historia, la pieza o el cuadro, si no cómo lo cuentas, lo interpretas, lo pintas.

De lo contrario, se puede caer en la tentación de creer que cualquier cosa hoy en día es 'arte moderno', cuando realmente no es así. Y esa era la idea que Lichtenstein abrazó toda su vida.

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