lunes, 6 de octubre de 2008

La oveja roja de la familia

Mi hermana Mitford favorita es Jessica Mitford.

En sus propias palabras, era la oveja roja de la familia. Y claro, eso es una distinción, más considerando lo inaporopiado, siendo de alta cuna. Pero Jessica Mitford (o bien, Decca, como la llamaba todo el mundo) nunca tuvo en consideración las constricciones de su sexo, su crianza y las expectativas sociales de su tiempo. Lo suyo (lo que me identifica con ella) era llevar la contraria.

Pero vayamos por partes, por que me supongo que esta heroína mía -- que realmente de nueva no tiene nada, he sido admirador de la valiente dama desde que supe de su existencia, en 1996, poco después de su muerte, al leer un extenso y muy bien documentado perfil sobre ella, sus hermanas y sus aventuras y desventuras, en la revista Vanity Fair, de la cual fui devoto devorador por muchos años-, a la gran mayoría de lectores y/o visitantes a este espacio, le sonará desconocida. Y claro, no se puede hablar de Decca, sin hablar de las fabulosas Mitford Sisters.

Las Mitford fueron seis hermanas (hubo un hermano, Tom, que falleció unos días antes del fin de la Segunda Guerra Mundial) hijas del aristócrata británico Lord Redesdale-- que pese al título no tenía un clavo- y su severa esposa. Considerando que crecieron con ciertas limitaciones y rígidas reglas sociales a principos del XX, se convirtieron, cada una por derecho propio, en figuras de interés histórico y exótico también.

Las fabulosas Mitford Sisters -- (de izq. a der.) Jessica, Nancy, Diana, Unity y Pamela (falta Deborah, que es la autora de la foto)- en casa de sus padres, en 1935.

La mayor de las hermanas, Nancy (1904-1973) escribió varias novelas y dos de ellas, The Pursuit of Love y Love in a Cold Climate (ostensiblemente autobiográficas y muy ingeniosas) hoy en día son consideradas clásicos contemporáneos de la literatura anglosajona. De más discreto perfil fueron Pamela (1907-1994) y Deborah (1920-) que se dedicaron a la vida campestre, la primera como criadora de gallinas y la segunda como impulsora y restauradora de la residencia familiar de su marido (que sería, al paso del tiempo, Duque de Devonshire, ergo, le llegó la hora de ser toda una señora duquesa).

Sin embargo, las figuras más controvertidas de la familia, además de Decca, fueron sus otras dos hermanas, Diana (1910-2003) y Unity (1914-1948) quienes fueron convencidas fascistas -- Diana, considerada y con justa razón, la más bella de las seis, fue la viuda del principal líder fascista inglés, Sir Oswald Mosley- y simpatizantes nazis. De hecho, Unity llegó al punto de ser amiga personal del mismísimo Hitler -- hay quienes dicen que se enamoró de él como si se tratara de una colegiala- y el 1 de septiembre de 1939, cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, desesperada por el conflicto, fue al Tiergarten de Munich y se metió un tiro en la sien... con tal mala suerte, que quedó hecha una lisiada y una idiota (no es insulto, es definición) durante nueve años, hasta que pescó una meningitis y se fue al mundo feliz [pero sus últimos años su capacidad mental se vio disminuida a la de una niña de cinco años y hablaba y se movía como tal].

Fue con ellas que Decca tuvo la relación más complicada, e incluso dolorosa. Desde 1937, el año en que se fugó de casa con Esmond Romilly (un sobrino de Wiston Churchill, que sería su primer marido y de quien enviudaría en 1941) para ir a luchar en el bando republicano en la Guerra Civil Española, no se volvieron a hablar, ni a escribir. Decca encontraba muy difícil reconciliar su postura política con la de sus dos hermanas -- y básicamente, reconocería años más tarde, se hizo de izquierdas no sólo como "socialista autodidacta" (un término que encuentro encantador) si no también por romper con lo establecido. Odiaba los diamantes y le pesaban las perlas.

El que sus hermanas apoyaran el fascismo aún después de la guerra -- aunque Unity no contaba, era después de su intento de suicidio, poco más que una piltrafa- le parecía imperdonable, más aún considerando que en la guerra habían muerto su hermano y su marido, por lo que trascendía incluso los principios y se volvió una afrenta de índole personal. Sin embargo, esto no le amargó la existencia: preservó el mismo sentido del humor retorcido y vivaz, y la misma inquietud y curiosidad por saber cosas -- siempre lamentó que su madre se rehusara a enviarlas a la escuela, insistiendo en una educación "propia" en casa, con institutrices- que manifestó desde muy joven.

Esto se advierte en sus cartas (las hermanas Mitford practicaban, todas, una correspondencia fascinante) y en sus escritos: fue autora de dos anecdotarios de memorias, Hons and Rebels (1960) y A Fine Old Conflict (1977) en los que relata su peculiar infancia, su escape del privilegio para arrojarse de lleno a la lucha armada, su militancia, junto con su segundo marido, el célebre abogado liberal Bob Treuhaft, en el partido comunista estadounidense -- se rehusó a presentarse ante el comité de Joseph McCarthy a declarar y pasó un tiempo en la cárcel por ello-, su posterior desencanto ante el Estalinismo y su marcha hacia la lucha por los derechos civiles y un frente liberal demócrata en la política, protestando contra la guerra en Vietnam y burlándose de Richard Nixon aún antes del escándalo Watergate, que siguió con "verdadera adicción".

Aunque con una educación meramente empírica, Decca también se erigió como periodista de investigación, básicamente por accidente ("yo sólo era una 'metomentodo'," dijo poco antes de morir a Vanity Fair "y un día me ofrecieron escribir sobre ello... nunca pensé que sería una carrera.") -- y creó escuela.

Decca, en su época de Muckraker

Su primer libro de este tipo fue The American Way of Death (1963, revisado y reeditado en 1998) en el que mostraba al desnudo todos los tejemanejes de la lucrativa industria funeraria en los Estados Unidos, dejándola muy mal parada. Esto le valió que fuera tildada de ser una auténtica 'muckraker' (removedor de fango, término acuñado originalmente para referirse a las personas (generalmente periodistas) que revelaban escándalos o corrupción) cosa que le hacía sentir orgullosa -- y que le provocó algunos disgustos a su hermana Diana, que ya para entonces vivía exiliada en Francia, tras haber pasado cuatro años metida en la cárcel con Sir Oswald, durante la Guerra-. Así pues, Jessica no le temía a nada y lo mismo hizo investigaciones sobre políticos, sectas religiosas, productos comerciales, fraudes corporativos y maltrato doméstico, entre muchos otros diversos temas, mismos que le valieron todo tipo de demandas, bloqueos y hasta amenazas de muerte.

Quizá Decca, aún con todo lo oveja roja que pudiera haber sido, no reuniría las características románticas y/o convencionales para ser considerada una heroína -- era, reconociéndolo ella misma, bastante egoísta e intransigente- pero para mí resulta un personaje notable. Era bragada y valerosa, inconforme y (aunque jamás lo admitiría abiertamente) generosa. Y amó mucho, tanto a sus dos maridos, como a sus hijos, como a sus hermanas (a la muerte de Decca, el 23 de julio de 1996, seguiría una larga carta de Diana Mitford Mosley a su hermana, Deborah Mitford Cavendish, lamentándose por su pérdida y reconociendo su intrínseco afecto por ella, pese a sus diferencias ideológicas). Fue una inspiración para una nueva generación de escritores y periodistas y fue lo suficientemente modesta, como para no decir "esta boca es mía".

Recién me leí la versión editada de la correspondencia entre las seis hermanas, desde su infancia y adolescencia, hasta la muerte de Diana en 2003. Es una lectura fascinante: permite un asomo a estos personajes cóncavos y convexos sin especulaciones, sin puntos de vista de terceros. Y claro, las cartas más divertidas, más afiladas (como dagas) y más sustanciales son [y que me perdone Nancy Mitford, por mucha labia que se echase] precisamente, las de la oveja roja de la familia.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Extraordinario artículo, Miguel, sobre las hermanas Mitford.
Por cierto, ¿sabes quién es el hijo de Diana Mitford?
Sir Max Mosley, el presidente de la FIA y que tiene como hobby irse de putas y vestir a éstas de prisioneras de campos de concentración nazi.
Ay, qué familia más tronada.

Alfonso

Miguel Cane dijo...

Gracias, Alfonsín.

Te has ganado un zumo de piña con tus elogios. No sabía lo del sobrino de Decca, pero no me sorprende para nada. Lo más chistoso es que mientras Max Mosley hace esto, Constancia Mitford Romilly, la hija de Decca, es una de las principales vocales de la ACLU. Jeje.

Besos a las chicas.
Y un abrazo.

hugo dijo...

hey, qué gratos recuerdos me traes con este recuento. claro que mi favorita fue nancy, pues retrató tal cual mis vivencias londinenses. un dia pasamos por el cementerio en el pueblito donde yace y nos bajamos del auto emocionados y queriendo sacarla a platicar. lindo lugar.