jueves, 9 de agosto de 2007

Políticamente incorrecto


Si hay algo a lo que siempre le he tenido dosis similares de temor y curiosidad, es a la política. Cuando se pone sobre la mesa, procuro fingir sordera y mudéz, igualito que Helen Keller. Digo, no es por ser cobarde, sino por que nunca sé muy bien qué decir.

Nunca he hecho patentes mis inclinaciones políticas.

Me explico: cuando yo era niño, mi país estaba bajo la "batuta" del Partido Revolucionario Institucional, presuntamente de centro-derecha-conservadora-neoliberal (según se presentaran las necesidades de los dirigentes y el clima local), que no dejaba de ser -- y aquí hago referencia a Vargas Llosa- la dictadura mejor maquillada del mundo, pero my lejos de ser perfecta.

Mi abuelo Miguel solía decir que éramos "nosotros" contra "ellos". "Ellos" eran el PRI y nosotros, el resto del mundo. Sin embargo, tampoco recuerdo que en esa época hubiera algo que fuera una oposición válida. Esto cambiaría realmente hasta 1988, que fue, además, la época en la que comencé a tener lo que algunos identifican como consciencia política.

El problema, creo, es que nunca puedes realmente apelar a tu consciencia política sin correr el riesgo de ofender a otros o de acarrearte problemas. Hay mucha gente que es más papista que el Papa y esto deviene en gritos y sombrerazos innecesarios las más de las veces, aunque al igual que la religión, es una cuestión muy personal e íntima y suele malinterpretarse, dando pie incluso a que se piense que uno falta al respeto, o peor todavía, a que literalmente le falten a uno.

Al paso de los años fui conociendo, en mayor o menor medida, las distintas facetas de la política tanto a nivel nacional como internacional -- leyendo el periódico, hablando con extranjeros- y a nivel personal. De hecho tuve mis aventuras de carácter político en temporada de campaña... pero no voy a hablar de eso ahora, por dos razones: porque es irrelevante ahora y porque me da pudor.

Pero lo que no me da pudor es observar las inclinaciones políticas de mis amigos y verlas desde mi perspectiva. Creo que al final, ayudan a que uno tenga una visión un poco más amplia del asunto ( o bien, a mí nunca me ha gustado ver el pasillo estrecho).

Se puede decir que soy centro-izquierda-liberal.

No comulgo con lo que pasa por izquierda institucional en México (en cierta forma, es uno de los numerosos elementos a los que les fui perdiendo el respeto) y muchísimo menos a la extrema derecha ultraconservadora (si por ellos fuera, la gente como yo no existiría). Veo con creciente horror, que en México la noción de política es anteponer la obtención de poder para beneficio propio o de unos cuantos, sin tomar en cuenta el bien de los demás en mayor escala, y esto es aparente en cualquier fracción, de un modo u otro, más ostensible entre unos, que otros.

Ahora bien, si alguien me llama "burgués" no me ofendo, porque en cierta manera lo soy... aunque creo que no cumplo los parámetros necesarios para ser un "burgués" del mismo modo, en que no soy un "progre" y ya no digamos un militante. Podría decirse que mis políticas personales son más bien "bohemias"... pero no creo que el término aplique.

Es la vuelta a lo mismo; es muy fácil y tranquilizante el poder ponerle una etiqueta a todo: "soy de izquierda" "soy de derecha" "soy anarquista" "soy hedonista" "soy clasemedia" -- bueno, eso sí soy, y se me nota- así como un largo etcétera.

Procuro evitar conflictos, aunque a veces soy confrontacional. Y es bien sabido que en mi anticonvencionalidad siempre seré quien se incline por una posición que para algunos será polémica o controvertida, donde para otros será, en el menor de los casos, excéntrica. Sin embargo, no soy ni conformista ni utopista y si hay algo que me inspira un profundo terror, es un estado totalitario -- algo de culpa tendría George Orwell.

Es muy probable que muchos de ustedes no compartan este punto de vista, por vago que aparentemente sea, conmigo. Y está muy bien. No tengo la intención de convencerlos de nada, ni mucho menos. Es sólo que hoy tuve ganas de decir esto, porque me dio la gana y en esta página hago exactamente eso.

Toda vez dicho esto, me gusta pensar que si bien mi visión del macrocosmos es esta, no difiere de la aplicable al microcosmos. Mis políticas personales suelen ser habitualmente las mismas: quienes bien me conocen, lo saben. Mis motivos siempre obedecen a los mismos códigos y son las cosas que se me inculcaron desde niño, de un modo más bien elemental y si no coinciden con las políticas del mundo, eso realmente tampoco es mi problema. Cada quién atiende su parcela, su chacrita, como puede.

Yo respeto y me gusta pensar que los demás hacen lo mismo... aunque algunas veces esto último sea una fiesta imposible.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

O como siempre he dicho, yo no me inclino ni por la derecha ni por la izquierda, sino por la razón.

Un abrazo my dear

Miguel Cane dijo...

Sí, my dear.

El problema es que siempre es tan controversial, que no elicita ninguna respuesta agradable... ya lo ves.

;)

Hugs.