viernes, 10 de octubre de 2008

¡Tengo alegrías!

Bueno, bueno.

Ya les conté las cosas que me dan ansiedad (Léase la sumamente popular entrega titulada ¡Tengo Traumas!, publicada en este mismo blog hace cosa de un año). También les he contado mis fobias, y por supuesto, los he bombardeado con algunos nebulosos posts acerca de mi estado de ánimo cuando éste es del gris más vulgar.

Pero no les he hablado de las cosas que me provocan júbilo. Que me hacen sonreír. Que inexplicablemente me dan una sensación de bienestar y dicha. Y pueden ser cosas muy simples, o cosas inesperadas o cosas que posiblemente ustedes ni se imaginan. Así que, sin ninguna frivolidad, procedo a hacerles una lista de algunas de mis alegrías, de las cosas que me hacen sonreír.

* Audrey. Sin lugar a dudas. Todas las mañanas es lo primero que veo (se trepa a mi espalda y me lame la cara) y es en lo último que pienso al irme a dormir. Es mi gran compañía. Algunas veces quisiera que hablara, para que nos entendiéramos mejor. Sus ojos me cuestionan, me sonríen, me siguen. Nunca había tenido un perro que fuera tan cercano a mí (pero claro, ahora sólo depende de mí, no la comparto con nadie) y es sin duda es una de mis grandes alegrías.

*Recibir cartas. Es verdad que nadie ya manda cartas, ni yo lo hago. Ya han sido sustituídas por el e-mail. Y que la mayor parte de los e-mails sirven para mandar cadenitas chistosas o fotos o videos. A mí me gustan las cartas. Y mucho. Solía mandar cartas por e-mail, pero eso lo sustituí por este blog. Cuando escribo en él, es como escribir una carta a muchos amigos en muchas partes del mundo. Y es una razón para sonreír, lo mismo cuando escribo, que cuando recibo comentarios aquí, que equivalen muchas veces a respuestas y me siento feliz de leerlas, tanto como me siento feliz de escribir aquí, la mayoría de las veces.

*Disfruto muchísimo de leer. Cuando compro o recibo un libro, me siento feliz. Lo mismo cuando leo a un autor o autora que me gusta (suelo leerlo todo de su canon) que cuando descubro a una voz nueva por recomendación amistosa. Así he ido encontrando nuevos autores geniales; así llegaron a mí Roberto Bolaño, Juan García Ponce, Stieg Larsson o Ian McEwan. Leer un libro que me sorprende y que llega a apasionarme, es una causa de alegría.

*Por supuesto, el cine. Que Julie Andrews y Audrey Hepburn iluminen esta entrada, no es coincidencia. Sus películas -- y las de muchos otros íconos de mi corte celestial particular- me hacen sonreír, me hacen emocionarme hoy como la primera vez: todavía me da un salto de gusto el corazón (por muy estereotipo que suene, es la verdad, no puedo ponerlo en otras palabras) cuando veo a Julie corriendo por los alpes, o cuando Audrey toma una taza de cocoa frente al aparador de Tiffany's; cuando Julie Christie se escapa de una fiesta en el hotel Biltmore de San Francisco para perseguir a George C. Scott, cuando Alan Bates y Oliver Reed se desnudan para hacer lucha grecorromana, cuando Ingrid Bergman deja que Cary Grant la bese en extreme close-up, cuando Mia Farrow ve por primera vez a su bebé infernal, cuando Joan Fontaine me dice que anoche soñó que volvía a Manderley. Esas escenas, esos breves atisbos a otra forma de contar la realidad, me hacen sonreír.

*Algunas veces, cuando salgo a caminar a la playa y me acerco hasta la orilla del mar y veo cómo mar y cielo son uno solo, hasta donde alcanza la vista, me invade una enorme sensación de bienestar, de alegría y de humildad ante lo inmenso que resulta ver la naturaleza más allá de cualquiera de nosotros.

*Me siento contento con un sandwich de margarina con mermelada de chabacano (aquí le llaman albaricoque). Es algo que siempre me ha gustado, me sacia, me conforta, me hace feliz.

*Me gusta comprar zapatos. No lo hago con frecuencia, pero algo que me entusiasma es comprarme ese par de zapatos ideal que usaré con inmoderada frecuencia. No tienen que ser zapatos muy vistosos, pero sí, tienen que tener ese algo que hace que sean mis zapatos.

*Una de mis grandes, insondables fuentes de dicha son mis amigos. He hablado incansablemente de esto antes, sí. Por lo mismo, no voy a entrar en mayores detalles. Son mis amigos por que me hacen sentir querido y feliz. Me gusta creer que yo los hago sentir queridos y felices, que las alegrías son correspondidas.

*Soy cursi. Me gusta hablar con mi madre. Creo que toda la vida ella y yo hemos estado sosteniendo una misma larga conversación, con sus interrupciones y giros, pero constante. Tal vez no veamos las cosas desde el mismo punto de vista, pero es la relación más compleja que tengo con cualquier persona en el mundo. Y me hace feliz.

*Me gusta la sonrisa de mi sobrino. Mucho. Es todo lo que de momento puede dar, y lo hace generosamente, libre como es de todo lo que vamos adquiriendo mientras crecemos. Su inocencia, que es como una patena, me hace feliz.

*Me hace sentir alegre el sentirme generoso -- no necesariamente hablo de algo material; hablo de mi tiempo, de mi afecto, de mi oído, de mi (ay) voz-. Creo que lo soy y eso me alegra. No debería envanecerme (de hecho, no me envanezco, no), pero me gusta cómo soy o cómo me siento cuando soy así. Me gusta compartir, ustedes perdonarán la inmodestia.

*Me hace muy feliz la ciudad de Nueva York. Pero no viviría ahí. Gijón es mi puerto, es mi hogar. Es, ahora puedo decirlo, mi ciudad.

*Me hace feliz mi trabajo. Es increíble que, por circunstancias que no busqué activamente, pueda ahora dedicarme a lo que me gusta, de vivir de lo que siempre quise. Soy afortunado.

Esta es, imperfecta y todo, una lista de mis alegrías. No son muchas, pero tampoco son poquita cosa. Son las que son. Y se complementan bien con mis mentados traumas. ¿Y saben algo? Hoy que el mundo se convulsiona, que mi propio futuro económico se torna incierto -- como los de todos en el mundo, me temo- me siento inexplicablemente contento, agradecido, amparado por algo invisible que me llena de alegría también y que no puedo poner en palabras.

Sé de sobra que ustedes tienen alegrías también. Algunas las conozco, las comparto.
Y sobre todo, las celebro.

Seamos felices, pues. Lo demás, de todos modos iba a colapsarse, ¿no?
Pero vivimos. Estoy vivo. Estoy aquí, para ustedes.

4 comentarios:

hugo dijo...

hey! hola, y qué gusto leer este comunicado tan lindo y optimista, justo cuando yo me sumí de nuevo en una tristeza de ésas de cama viendo el techo (pero no tanto pues vine a la oficina) y no sé qué hacer. mis millones de acciones al suelo (bueno, dos o tres), mis ilusiones desvanecidas y mis logros escasos, pero qué gusto saludarte. estuve volando por google sobre tu gijon. dime donde estas y a donde vas para buscar (cerca del parque isabel la catolica? qué edificios?), anda, dime. abrazos. h

Anónimo dijo...

Alegrías tengo yo (y cómo las necesito estos días!) cuando después de estar medio sin pc tantos días me doy una vueltita por acá y lo encuentro renovado y vivo.

Gracias, Miguel. Un beso grandote!
Patricia

Dushka dijo...

Este concepto de que la sensacion de bienestar "invade" me parece tan interesante. Yo creo que entre la depresion y el bienestar, al final es mas fuerte el bienestar. Solo hay que darle entrada.

Me encanto esta pagina porque me gusta que estes feliz.

Anónimo dijo...

VIENTOS

Abrazote telegráfico (jejejejeje)

,,,