martes, 13 de febrero de 2007

Los Bienamados

Hoy no voy a escribir mucho:
Más bien, voy a contarles de lo que pasó en la boda del sábado, cuando mi primo Mateo se casó con Alejandra, que ahora sí, ya es mi prima (aunque desde que nos conocimos la he visto como tal).

Me gustan las bodas campestres: tan así, que inclusive he ficcionado alguna.


Pero ésta fue especial, aún si sólo porque se trató de la boda de uno de mis primos, a los que a veces (pero ellos no lo saben, que conste) suelo referirme como los bienamados, no con sarcasmo, sino como una definición, tomando el término prestado de alguna parte (quizá de la prosa de García Ponce) y aplicándola a un determinado grupo de gente de las dos ramas de mi familia -- y aún en mi familia extendida (sí, hay gente que no está conectada a mí por sangre, pero son mi familia porque yo así lo quiero. Hay quienes no comprenden del todo a lo que me refiero y prefieren mantener la idea de que familia es familia y amistades aparte, pero yo he tenido tan malas experiencias con consanguíneos, que prefiero armar a mi familia con mis propios bienamados... er... no sé si ha resultado confuso).



Aquí está Mateo con su madre, mi tía Cristina.
Creo que ella es una de las mujeres más valientes que conozco: nunca, ni en el momento más oscuro -- y lo ha habido antes- la vi perder la jovialidad y la entereza. Es mi tía favorita y no sólo la quiero. La admiro. Crió (junto con mi tío Mateo, que también fue un valiente) a tres hijos valiosos. Y siempre tiene una sonrisa, una buena idea y un gesto cariñoso.


Ella es Sofía. Parte integral de los bienamados. No sólo es hermosa por fuera (salta a la vista). Su belleza interior trasciende a la exterior y por mucho. No sólo es mi prima, es mi amiga también.


Y aquí está otra parte de los bienamados. En verde, ella es mi hermana, Mónica Alejandra. Cuando no sabe que la fotografían es cuando sale mejor. Es posiblemente una de las personas más importantes en mi vida y la próxima boda a la que iré, será la suya. A su lado, Rafa. Es un buen novio, me consta (no ha de ser fácil). Ella lo quiere, y eventualmente todos lo haremos.


Ella es Cecilia, la mayor de nuestra generación. Para ella es que se acuña el término "bienamado", en un principio. O bien, Cècile bien aimée. Es una fuente de admiración constante; de gracia, de elegancia, de ternura y de valor contra la adversidad. Estoy muy orgulloso de todo lo que ha hecho, porque todo lo que ha hecho, lo hizo sola. Y podría habérsele ennegrecido el corazón en algún momento, pero sigue tan resplandeciente como era de niña.

Por eso la quiero tanto.



Aquí están Beto (Humberto) y Lupita. Él no sólo es uno de los cuates más esenciales que conozco, sino que me enorgullece que sea mi primo dos veces (larga historia). Desde que era su novia, ella también es mi prima. La historia de ellos la he visto de cerca por más de una década y han pasado por tantas cosas: una boda gregaria y maravillosa, un proyecto compartido de diseño, dos hijos y muchos viajes. El cuadro de los bienamados no estaría completo sin ellos.

Y hay más bienamados. No todos aparecen aquí, o han aparecido aquí, pero saben que lo son. Aunque no se los diga con frecuencia o a otros sólo los vea en bodas (o sí, es cierto, funerales), forman parte de este músculo que se flexiona.

El del querer.

Fue un día magnífico, ¿qué más podría agregar?

2 comentarios:

Mariluz Barrera González dijo...

Una de mis escenas favoritas donde se recrea el encuentro del amor, es en Shakespeare Apasionado, cuando el la mira en medio de la gente y ella tambien, ambos se descubren. Siento que asì es es el amor; descubrirse y afortunados los que tienen los ojos bien abiertos y lo que andan dispuestos para poder descubrirse sin dejarse escapar; por que estar atentos y dispuestos en esta realidad tan abrumada no es nada fàcil.

Un beso en este dìa y en todos.

Mariluz.

Miguel Cane dijo...

Querida Mariluz,

¡Gracias!

Sí, el amor es un misterio gozoso Y doloroso al mismo tiempo... y como quiera que sea, es algo que no deja de figurar en nuestras vidas, aunque no queramos.

¡Ay qué cosas!

Un beso y muchas felicidades!

M