Se casa Mateo
Mateo fue el primer bebé que cargué.
Eso es cierto: cuando nació yo tenía cuatro años. Mi tía Cristina lo llevó a casa de mis abuelos, junto con sus hermanas mayores, Paula (que es unos meses mayor que yo) y Sofía (que es un año menor). Personalmente no recuerdo el hecho, pero mi abuela María solía contar que esa fue la primera vez que descubrí lo que era un bebé.
Evidentemente, ya no lo es (pueden verlo, es el joven de corbata a mi derecha, en esta foto tomada el verano pasado, a mi retorno de Egipto, en la imagen nos acompaña el sensacional Rodrigo, otro de los primos, que es una verdadera joya y que amerita un post aparte); y es más, hoy sábado, es su boda.
Mateo se casa con Alejandra, una chica preciosa (con unos ojos de ensueño) que ha sido su novia desde hace mucho. Ella es una chica encantadora y muy cariñosa, por lo que estoy seguro de que será un matrimonio bien avenido, de esos que se muere de la risa antes de apagar las luces al final del día.
La boda será campestre y será la ocasión para reunirme con algunos de mis primos de la parte paterna, a los que veo más bien poco. Me hace ilusión.
De modo que Mateo (que posee un carácter eminentemente jovial y un sentido del humor vibrante; con él no hay caras largas nunca) da el siguiente paso hacia la madurez, sin dejar de lado todas las cosas que lo han hecho ser como es, desde que era pequeño, siempre encapsulado en una sonrisa contagiosa y un "¡aliviánense todos!". Me alegro y me da orgullo.
Se ha convertido en un hombre estupendo. Sin duda será un marido y (cuando el momento llegue) un padre excelente. ¿Y cómo no sería de este modo? Evidentemente, tiene a quién salir.
Comentarios