martes, 20 de febrero de 2007

Miss Mimesis


¿Nunca les ha pasado que sienten que no saben cómo sucedió, pero de repente se han convertido en su madre? O bueno, si no en ella, en alguien muy cercano, quizá un amigo (a), un maestro, algún compañero de trabajo… esto es la mimesis, que no es otra cosa mas que la forma de adaptar los hábitos de alguien más y volverlos nuestros, a veces de manera inconsciente.

Esto puede ser simpático – conozco parejas de casados que incluso comienzan a parecerse físicamente después de llevar mucho tiempo (acaso décadas) juntos-, pero otras veces puede ser algo hasta, dios nos guarde, escalofriante

Les contaré lo que le pasó a una amiga que solía tener hace algunos años.

Hoy día ya no es mi amiga, de hecho ha ingresado a ese territorio que clasificamos como “conocidos”, la gente que nos encontramos en el super y saludamos con sonrisa polite, pero que realmente muy poco o nada tiene que ver con nosotros.

Pero divago. La cosa es el mimetismo.

Y en el caso de la Güera es realmente espectacular.

A los 30 y pico, la Güera, princesa única de una dinastía bohemia local, tiene un pequeño problema. Conforme avanza el tic-tac de su reloj biológico, se pone peor: no sabe, de plano, qué onda con su vida, ni cuál es su lugar en el mundo. No tiene aún idea de qué va a hacer con su persona.

Quizá esto se deba a que, por considerarla brillante in extremis desde que abrió la boca por primera vez, su familia nunca le exigió y se dio el lujo de ser diletante con viajes a Luxemburgo y cenas en París. Conoce museos al dedillo y es sensible, pero nebulosa, desordenada y muy self-centered, amén de muy envidiosa e incapaz de alegrarse por el triunfo ajeno, aún si no es realmente un mosntruo (conozco algunos y ella no lo es).

Si a esto aunamos que suele azotarse sin motivo aparente – y no sólo porque se parece a Liv Ullmann - y quedarse tirada en posición fetal por horas (como en Ankiste mot Ankiste, de Bergman) la cosa es seria. Será por eso que ha adoptado una especie de mimesis como mecanismo de sobrevivencia… aunque en su caso es algo realmente fatal… como ahora verán.

Como ya he señalado, la Güera tiene autoestima del tamaño del huevo de un colibrí e igual de frágil y delicada.

Al principio, sus amigos nos preocupábamos. Pasaba de andar por ahí cantando Dominique, nique, nique, a tirarse en cualquier rincón, totalmente aplatanada, con la mente envuelta en plástico.

Así fue hasta que conoció a su actual novio, un tipo pesado como collar de papayas, que cada que abre su prógnata boca, procede a dar categórica cátedra y sus vetarrezcos blablablabs pueden durar horas.

Anexemos que el gafapasta pedante presume de sibarita y de no haber visto un solo programa de TV mexicana desde 1988 y se darán cuenta de que no era por su cacariolo cutis que le hacían el feo en la escuela.

No obstante su vetarreo constante y omnitemático (el tipo tiene una opinión para todo) se coló al ecléctico corazón de la Güera. Fue, por ponerlo de un modo fácil de ejemplificar, como cuando el ron se encontró con la coca.

Lo malo vino cuando la Güera aplicó su mimetismo con él y se convirtió en la Princesa Gafapasta.

Ahora, es de rigor verla con gesto de amargura y oírla decir que todo lo que no está a la altura de su vida (o la de su vetarrito fantoche) es pura mierda. Lo peor es que sueña con una boda blanca y los consabidos hijitos, algo que tamaño loser no piensa ni de chiste cumplirle (a duras penas pudo sonsacarlo para irse a vivir juntos).

En tanto, la mimesis sigue y los que alguna vez quisimos bien a la Güera vemos, no sin un cada vez más apagado dejo de horror, que se va perdiendo cada vez más en un brumoso espejo y sabemos que una mañana va a despertar de mediana edad, hueca como decía T.S. Eliot… y lo peor de todo, convertida en él.

Y lo más triste de todo, queridos detectives salvajes, es que ya no hay nada que ninguno de sus viejos, extraviados amigos, podramos hacer para salvarla. No le queda uno solo. ¿Qué futuro le queda sino el evidente?

Ese arroz ya no sólo se coció, sino que se pasó de cocción…

... en fin, extraños caminos del [quesque] amor.

1 comentario:

Miguel Cane dijo...

Caro amigo,

Qué placer tu visita. Espero no sea la última.

Y sí, para esa gente a la que le gusta esta clase de cosas, pues esa es la clase de cosas que les gusta.

Un saludote!