lunes, 27 de agosto de 2007

Elefantito rey

Hay elementos y símbolos inescapables que componen a la persona que antes fuimos y siguen siendo parte de nosotros aunque a veces no los recordemos.

Uno de ellos suele ser el primer libro que recordamos haber leído.

Yo aprendí a leer como a los tres años, cortesía de mi abuelo -- estaba retirado ya para entonces y no tenía más ocupación que entretenerse enseñándome a leer y a dibujar- y de las espectaculares carteleras cinematográficas que aparecían en el periódico; pero el primer libro como tal, que tengo noción de haber leído en mi vida, es La historia del elefantito Babar.


Es cierto que hay muchos otros libros que incluso fueron más significativos -- entre ellos una versión con ilustraciones, evidentemente adaptada para niños de La Iliada, que leí a los seis años y que por un día me convirtió en el niño más popular de la escuela, ya que me invitaron a explicársela a niños de sexto grado, que me doblaban la edad (a mi madre le gusta particularmente esa anécdota)- en mi desarrollo, pero Babar -- el libro original escrito originalmente en 1931, por Jean DeBrunhoff- tiene un aspecto ás arraigado, porque la historia de cómo vino a mí, la tengo muy clara, más incluso que la historia contenida en el libro, per se.

El librito, largo, ilustrado, de pastas duras, tesoro de una infancia anterior a la mía me lo regaló mi tía Elisa, que era la hermana de mi abuelo Miguel. Ella y su esposo, mi tío Humberto -- que fue el primer pintor profesional que conocí y cuyo estudio era uno de mis lugares favoritos cuando era niño- vivían en una casa en Coyoacán a donde mis abuelos iban con frecuencia. Mi tía tuvo muchos hijos y cuando éstos crecieron y se fueron de casa, dejaron sus libros y algunos de ellos, mi tía los mantuvo ahí, en un librero, para los niños que solían ir de visita, como era mi caso.

En una de esas visitas, encontré el libro y recuerdo que fue la primera vez que leí el título de un libro en voz alta. Nunca antes lo había hecho (y todavía no cumplía cuatro años... lo demás es brumoso, pero lo que recuerdo bien claro, es que todos se sorprendieron de que lo hiciera). Mi tía me pidió que le leyera un poco más del libro y me lo regaló, para llevármelo a casa.

Ha estado conmigo por treinta años o poco menos. Ahora mismo, está en algún lugar de la casa de mi madre, en México. No recuerdo ya muchos detalles -- sé que en esa historia Babar llega apenas a ser rey de los elefantes, qunque eso es hasta el último: primero, como Bambi -- aunque muchos años antes de la película, nótese- cuenta la historia de su nacimiento, su tristísima orfandad (un cazador le mata a su mami), su exilio y posterior retorno a la jungla, ya vestido con su consabido traje verde, adquirido en París, donde era adoptado por una señora gentil.

Sin embargo, Babar es más bien un símbolo para mí. Es un símbolo de un momento específico en mi historia: la imagen del personaje, si bien no entra dentro de los iconos de mi niñez (como el Monstruo Comegalletas o la Mujer Maravilla o Holly Golightly) es una clave; es algo que existe en el momento en que recuerdo cuando aprendí a leer y siempre será inextricable de ese contexto.

Por otra parte, hace algunos años vi que había muñequitos de Babar. Nunca compré uno y me quedé con las ganas, porque ya no los he vuelto a ver y no sé dónde se consiguen.

¿Quién sabe? Quizá un día de estos, si se vuelve a cruzar en mi camino, me procure uno. Me gustaría tenerlo, acaso como manifestación del símbolo o como souvenir de tardes soleadas transcurridas debajo de un piano, leyendo a Babar, el elefantito rey.

4 comentarios:

Viviana en vivo dijo...

Uno de los primeros libros que recuerdo haber leído es "El zorro comisario y el huevo". Un libro de pastas gruesas, con ilustraciones de un zorro que fumaba pipa y resolvía misterios.

Más grande leí "Mujercitas"... para leerlo después muchas veces y sentir siempre una terrible añoranza por no tener una hermana si no un hermano que me molestaba todo el día.

Otro libro que leí muchas veces y que me regalaron en mi primera comunión fue "Staurofila" una especie de parábola religiosa. Es un bonito libro. Me gustaba como contaban las cosas que había visto en el catecismo pero como una historia fantástica. Me gustaba.

Yo creo que las primeras lecturas nos definen, no sólo como lectores si no como seres humanos.

Un besote

Viviana

Paul Medrano dijo...

Mmmmmm, de los primeros que leí, debió ser uno de los clásicos ilustrados, pero no recuerdo cuál, estaba muy cría :(

Miguel Cane dijo...

A veces, ¿saben? Me gustaría poder recuperar todos los libros de mi infancia... pero me temo que ya no se va a poder... muchos ya no los editan y hay otros que se perdieron irremediablemente.

¿Qué le voy a hacer?

Releerlos en mis sueños, claro.

Saludos cariñosos.

Pablo Salvador dijo...

me re encantaba Babar tan tierno y didactico el monarquico elefante. lindo post felicidades.