Alec & Co.
Alejandro mi compadre, con Diana, Esteban (izquierda) y Cristóbal (derecha)
Ellos también son mi familia. Y lo son por muchas razones a lo largo de muchos años. Conocí a Alec en el taller de Rafael Ramírez Heredia, a manera de crítico feroz y escritor velocísimo e incendiario, en una época en que yo había roto le cascarón y estaba comenzando a madurar (algo que supongo que no he terminado de hacer, ni terminaré).
Alec se convirtió en el líder de facto (sin buscarlo) de la pandilla de escritores locos que nos juntábamos a cenar en el post-taller todos los martes, pero a mí me distinguió siempre como un amigo aparte de la actividad talleril. Eventualmente, fue incorporándome a su vida "real", y él y su esposa, Diana me brindaron mucho cariño, seguridad, confianza y amistad desde esa época en que lo necesitaba para crecer, y que aún ahora perduran.
Sus hijos son muy especiales para mí (la primera infancia de Esteban fue mi primer contacto con un bebé que crecía cuando yo ya era adulto). Esteban es ahora un joven brillante, independiente y con gran corazón, donde Cristóbal es uno de mis niños favoritos, generoso con su cariño. A ambos los quiero profundamente.
Diana, a quien Alec conoció cuando estudiante y que ha estado con él desde entonces (¡treinta años!) es una mujer extraordinaria, una madre excepcional y valerosa. Juntos han pasado por todo: lo adverso y lo espléndido y siempre con se ha mantenido como un cisne, con la gracia que la hace ejemplar. También a ella la quiero muchísimo (y sé que me quiere) y le agradezco esos gestos de ternura que me ayudaron a ser quien ahora soy.
Hoy es cumpleaños de Alec.
No se me olvida. Durante más de una década, hemos celebrado siempre esta fecha.
Este año no estoy ahí con él, no podremos irnos a comer como estilábamos, pero no obsta para decirle que lo recuerdo desde aquí, que pienso en él y en los suyos (que son parte intrínseca de los míos), y que soy muy agradecido por lo que hicieron y siguen haciendo, aún a la distancia, por mí.
Y te celebro, compadre. Y brindaremos, pronto.
Pienso en ustedes y desde aquí, los abrazo.
Alec se convirtió en el líder de facto (sin buscarlo) de la pandilla de escritores locos que nos juntábamos a cenar en el post-taller todos los martes, pero a mí me distinguió siempre como un amigo aparte de la actividad talleril. Eventualmente, fue incorporándome a su vida "real", y él y su esposa, Diana me brindaron mucho cariño, seguridad, confianza y amistad desde esa época en que lo necesitaba para crecer, y que aún ahora perduran.
Sus hijos son muy especiales para mí (la primera infancia de Esteban fue mi primer contacto con un bebé que crecía cuando yo ya era adulto). Esteban es ahora un joven brillante, independiente y con gran corazón, donde Cristóbal es uno de mis niños favoritos, generoso con su cariño. A ambos los quiero profundamente.
Diana, a quien Alec conoció cuando estudiante y que ha estado con él desde entonces (¡treinta años!) es una mujer extraordinaria, una madre excepcional y valerosa. Juntos han pasado por todo: lo adverso y lo espléndido y siempre con se ha mantenido como un cisne, con la gracia que la hace ejemplar. También a ella la quiero muchísimo (y sé que me quiere) y le agradezco esos gestos de ternura que me ayudaron a ser quien ahora soy.
Hoy es cumpleaños de Alec.
No se me olvida. Durante más de una década, hemos celebrado siempre esta fecha.
Este año no estoy ahí con él, no podremos irnos a comer como estilábamos, pero no obsta para decirle que lo recuerdo desde aquí, que pienso en él y en los suyos (que son parte intrínseca de los míos), y que soy muy agradecido por lo que hicieron y siguen haciendo, aún a la distancia, por mí.
Y te celebro, compadre. Y brindaremos, pronto.
Pienso en ustedes y desde aquí, los abrazo.
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