martes, 22 de enero de 2008

Fait accompli

Querido Mr. Cukrowicz (a/k/a Mr. Sugarman):

Aunque lo más seguro es que usted ya me haya olvidado, y que no nos volveremos, a ver, quise escribirle estas líneas para contarle algo que tal vez le dará gusto saber. Su sonriente predicción fue cierta, y su trabajo, naturalmente, un éxito. No sabe cómo le agradezco sus palabras dichas mientras trabajaba, su breve y riquísima lección de historia, no sólo de un establecimiento, si no también de una ciudad, de una época.

También por su voto de confianza sobre mis actos y su corrección.

Así que muchas gracias.
No puedo decirle más que eso, ni contarle más, por que la historia ya no es mía para contar. Sólo puedo decir que tenía usted razón en lo que me dijo y no se me va a olvidar nunca. Gracias por compartir conmigo un poco de su sabiduría.



Querida, querida Susan:

Gracias a tí también, por la compañía, por el apoyo, por la sonrisa presencial. Por darme la confianza de seguir mi impulso, mi instinto, que era más fuerte que incluso mi temor, para hacer lo que en sí es lo más natural. Gracias por las risas de invierno, por la caminata y por las fotos. de nuestro desayuno memorable. También, por darme ánimos. Creo que estarás contenta de saber que tú, como el orfebre, tenías razón -- de hecho, el abrumado en esta ocasión fui yo-. Pero sí, ahora te creo, ahora lo sé: No hay ningún puente que sea demasiado largo o insalvable y también, ser natural es ser quien se es, en todo momento.

Todo mi cariño, grande, agradecido a ti y a Peter.
Gracias por ser mis guías. Mis protectores en la Tundra.

Ahora mi relato está contado, si bien no del todo. Por que ya no es sólo mi relato.
Es de otros también.

Pero ahora mismo, estoy feliz. Y creo que esto es bueno.




Foto superior: Fotoshop by Selva Hernández
Foto inferior: Susan B. Straub.

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