miércoles, 19 de marzo de 2008

Padres

Yo no soy padre de nadie.

Al menos no todavía. Pero como ya dije antes, es algo que me gustaría... aunque falta mucho tiempo, si es que llega el día, para que lo sea. Me falta madurar para llegar.

Pero es no quiere decir que no reconozca, aún si no soy padre, lo difícil que es serlo y significarlo. Tan difícil como ser madre. O acaso más.

Curiosamente, esto se realciona con mi texto anterior, pero de otra manera. Ahora me expongo.

El padre es, al menos en mi percepción y en una gran mayoría de casos, incluso en la cultura popular, la figura más estricta por antonomasia. Es el patriarca. Es Abraham -- cuya historia con Isaac siempre me ha dado pesadillas- y también es Zeus (caprichoso e irracional) y también es esa figura esquiva que se fue un día por cigarros a la esquina y no volvió. El padre es todo eso, ¿no? Es el pastor y el vampiro, la calidez y el hielo.

Es ingrata la posición del padre, supongo. Y difícil. Mi madre suele decir que nunca sabemos realmente cuánto nos aman nuestros padres, hasta que no tenemos hijos. Tal vez nunca lo sabré, pero lo que sí sé, observándolo a lo largo de los años, es que el amor más incondicional que he visto, es el de los padres por sus hijos.

No sólo el de las madres (tengo amigas que son madres notables), que muchas, muchas veces han tenido que hacer de madre y padre al mismo tiempo, sino -- hoy que me ocupa- el de los padres.

He conocido a quienes como padres, han sido valientes (como mi compadre Alejandro), generosos, conflictuados, tiernos. Que hacen, han hecho, y seguramente harán, literalmente cualquier cosa por sus hijos.

Sobre la experiencia descrita en mi texto anterior, también he presenciado situaciones que no juzgo, pero que tampoco apruebo. No obstante, concedo que se han dado, con el mejor interés por los hijos. Aunque esto no lo sé de cierto, meramente lo supongo, igual que todo lo anterior, porque finalmente, yo no soy padre.

Soy hijo. Y he tenido con mi padre una relación complicada, algunas veces muy hostil -- especialmente en el pasado- y otras cordial y afectuosa, siempre llena de aristas, muy distinta a la que tengo con mi madre. Pero eso no quiere decir que no piense en, o que no quiera a mi padre. Sé que, a su manera, él también lo hace. Y sé el trabajo que le ha costado llegar ahí.

Esto, ojo, no quiere decir que no haya conocido el amor incondicional de un padre. Porque también lo tuve, y me alimenté de él mientras vivió conmigo. Es parte de lo que me ha hecho lo que soy.

Quizá algún día, seré el padre de alguien.

Sí, sé que me falta madurez.

O tal vez no sea el padre de nadie. Y eso está bien. Pero a mis amigos que son padres -- y algunos de ellos (que lo saben) son buenos padres-, quiero dejar manifiesto mi reconocimiento. Por haber sido padres de hijos propios, de hijos adoptados, de hijos que les han dolido y los han llenado de satisfacción, también.

Los reconozco, me descubro la cabeza ante ellos y bajo la vista al suelo, mientras pasan.

5 comentarios:

Sebastiana dijo...

No sé si se pueda llegar un punto de madurez suficiente para tener hijos. Yo creo que no y eso es lo más bonito, nadie sabe nada. Sé que a lo mejor soy joven para saber cualquier cosa al respecto, pero sospecho que todo el mundo va improvisando según van avanzando, como en todo. Debe ser bien difícil, pero algo que no sé si me gustaría perderme. A mí edad mis padres ya tenían dos niñas y, aunque nunca asumieron bien su rol de Paaaadres, algo deben haber hecho bien, o no... jajaja. No sé, a veces pienso que el caos puede ser una buena forma de aprender.

Patricia dijo...

De acuerdo con Sebastiana, una cosa muy curiosa que sucede cuando somos papás es que cosas que teníamos en nuestro inconsciente afloran, por eso están bien estar en paz con uno mismo, o mejor, perdonar y perdonarse.

Unicornio dijo...

Hola, Miguel...
¿Ya estamos mejor? A mí ya se me pasó el exabrupto berrinchil de la respuesta en tu último texto (jeje, ¿el Unicornio se enojó?), y ahora me encuentro con tu nuevo "post", relacionado de alguna manera con el mismo tema: las consecuencias y privilegios de la paternidad.

Uno de mis directores favoritos de orquesta (quizás no tanto por su genialidad musical sino por su personalidad y carácter) es el maestro Benjamín Zander, conductor de la orquesta filarmónica de Boston. Además de hacer uso de la música para abrirle la mente a las personas y obtener así una respuesta positiva, acostumbra dar conferencias acerca de nuestras capacidades. Y generalmente hace una pregunta que a la mayoría lo hace revolverse en sus lugares.

La pregunta es:
¿Quién soy yo, que NO HAGO que los ojos de mis Hijos se iluminen?

Esta pregunta, según el maestro Zander, se la deben de hacer los padres a diario, porque si los ojos de nuestros hijos no se iluminan con las cosas que les tenemos que enseñar en sus vidas, NO estamos haciendo algo BIEN.

Yo agregaría otra de las joyas de la sabiduría mediterránea (digo mediterránea porque según la tradición, era una pregunta que se hacían tanto los griegos como los egipcios, al final de sus vidas): ¿Qué hiciste para alcanzar la felicidad? y ¿Qué hiciste para llevar esa felicidad para compartir con los demás? (Traducción: ¿fuiste feliz? ¿hiciste felices a otras personas?).

En la medida en que nos demos cuenta de esto, creo que no solamente seríamos mejores Padres (y Madres*), sino también mejores compañer@s, herman@s, hij@s, espos@s, amig@s, etc.

Ustedes, herman@s de la "blogósfera", ¿QUÉ OPINAN AL RESPECTO?...

Con mis mejores deseos (y cada vez menos depresión angustiosa, jejeje) por un fin de semana pacífico y luminoso, se despide con afecto,

el serenado Unicornio.

P.D. * "Madres", en el sentido progenitor, no "onomatopéyico", como en: "¡Madres, ya me rompí la boca!". Hecha la aclaración, les deseo un gran fin de semana. Ciao!

Vidita dijo...

Nadie te enseña a ser un buen padre o madre, nadie te prepara y cuando llega el primer hijo --hija en mi caso-- te llenas de temor, de angustia pero tal vez lo más importante: TE LLENAS DE AMOR...

Muchas veces le recriminé al padre biológico de mi hija el porqué se había ido dejándonos solas, dejándome con un bebé que necesitaba leche, pañales, ropa pero sobre todo AMOR de un padre, y él nunca estuvo, es más no esta, sólo envía dinero y eso es falta de madurez Cane y duele pero aún con inmadurez puedes ser un buen padre si te decides a serlo, la cosa esta en QUERER SER...ojalá que cuando tengas hijos sea un paso hacia la trascendencia de tu cuerpo en este mundo.

Hermoso blog.
Besos

Anónimo dijo...

Naturalmente, muy bien todo. Pero también se puede decir lo contrario: hay padres horrendos, que llegan a las mayores abyecciones (como violar a sus hijos) o a otras menores pero detestables (como tu amigo del post anterior). En fin, que yo no glorifico la paternidad sino, en todo caso (y en realidad no los glorifico nada) a los padres concretos, si lo merecen. Pero no veo la necesidad de agachar la cabeza ante UN PADRE por el hecho de que lo sea. Realmente ser padre es muy fácil. Sólo hay que... bueno, ya se sabe: echar un polvo más o menos certero en cierto aspecto. Y realmente ser padre no es obligatorio: faltaría que si deciden serlo encima lo hicieran mal (aunque es habitual que esto ocurra). Las generalizaciones son necesarias pero a veces abusivas. Yo me descubro ante las buenas personas, las personas útiles y generosas, sean padres (ese efecto secundario del sexo) o no.
Un abrazo grande.
JLP