lunes, 17 de marzo de 2008

Una luz que no brilla en el norte

Me pasó algo que no sé cómo explicar.

Hace algún tiempo, como premio a su dedicación a los estudios, y también como un regalo de su primera comunión, le prometí a la hija de un muy querido amigo, residente en este Finisterre, que le regalaría el libro que ella me pidiera. Yo suelo cumplir mis promesas, más aún si se la he hecho a un niño, o a una niña. Cuando era pequeño, muchas cosas que me fueron prometidas no siempre se cumplieron, por cualquier razón que no viene al caso. Por eso procuro cumplirle a los niños que entran en mi vida, ya sea por lazo sanguíneo, o por nexo afectivo -- casi siempre, como en este caso, derivado del que me une con sus padres.

Luego entonces, el otro día, tuve la oportunidad de cumplir mi promesa. Llevé a la hija de mi amigo (cuya esposa, la madre de la pequeña, también es mi amiga) a la Casa del Libro, establecimiento fecundo en la Plaza de Italia, que desde que vine a Gijón por primera vez, ha sido un punto referencial para muchas cosas. Es un sitio en el que me siento cómodo y siempre viene a mano (aunque confieso, mi librería es siempre, Paradiso). para encontrar material que no sólo cumplirá una promesa hecha, sino que puede arrancar una sonrisa, convertirse en un tesoro.

O, como en este caso, la causa de mi desazón, mi sinsabor, que no es sólo mío.

La pequeña y yo subimos, tomados de la mano a la segunda planta del local, donde se encuentran los ejemplares de literatura para niños. Le dije que podía elegir lo que más le gustara, lo que ella quisiera y ella de inmediato quiso Luces del Norte, llevada al cine como La Brújula Dorada, que es la primera novela en la trilogía escrita por Phillip Pullman.

La pequeña iba feliz con su libro -- la edición de lujo, en pastas duras, con una ilustración muy bonita- cuando fuimos a reencontrarnos con sus padres. Su padre, que es mi amigo y a quien deseo hacer hincapié, le tengo mucho cariño, le preguntó qué había elegido y, orgullosa, la nena le mostró el ejemplar del libro, que anunció, pensaba comenzar a leer en seguida.

Y ahí fue donde comenzó el problema.

Su padre exclamó que de ninguna manera iba a leer ese libro. De inmediato me miró y me dijo, a voz en cuello, atrayendo miradas (estábamos en un lugar público, un bar que frecuento, al que he llegado a estimar como una extensión de mi casa) ajenas, ¿cómo te has atrevido a darle esta cosa a mi hija?

Pensé que bromeaba. Tan así que me sonreí y le dije ¿de qué me hablas?

¡¿Cómo has podido?! ¡Eres de lo peor! ¡Eres como un... un... un pederasta!

Cuando usó esa palabra, mi corazón y mi estómago dieron vuelcos simultáneos. Era en serio. La madre de la peque, que tal vez había pensado que era un chiste, se puso muy seria y le preguntó de qué hablaba, que no me llamara así.

Entonces me enteré de que el libro ha sido acusado por el Vaticano como una obra pecaminosa, que promueve el ateismo y la apostatía. Que era anticristiano y que era lo peor de lo peor, según la Santa Madre Iglesia. Todo esto revelado a mí a gritos.

Sentí ganas de vomitar y de llorar, pero no hice nada. Sólo me quedé inmóvil, mirando a mi pequeña amiguita, cuyos ojitos sí se llenaron de lágrimas. Mi amigo, al percatarse de que estaba haciendo un espectáculo -- hasta el dueño del bar, en la barra, nos miraba con estupor.

- Perdóname, yo no sabía que pensabas así, yo sólo le dije que eligiera lo que ella quisiera...

-¡Entonces, si hubiera elegido pornografía, se la habrías dado también!

Le contesté que eso era absurdo, que yo tenía criterio y que precisamente, creía que la niña (que ya para entonces estaba llorando) también tenía criterio, o por lo menos el derecho de formarse uno...

Me dijo que no, que él y su madre se encargarían de formar el criterio de su hija. Que ese libro sólo la haría una atea. Cometí el error de contestar que si la niña decidía ser atea, lo haría de mayor y no sería por un libro, sino por una decisión propia y que no cambiaría en nada lo que era.

Mi amigo me echó en cara ser ateo (que no lo soy, pero tampoco creo en la iglesia, de este tema ya habíamos hablado, con total cordialidad, mientras cenábamos una noche en su casa, en presencia de su esposa y otras amistades y él dijo que respetaba mi postura y hasta la defendió). Me dijo que los niños son vulnerables a toda clase de propaganda (¿qué habría dicho si le hubiera dado a la niña Los Mitos de Ctulhu o un libro de Truman Capote, me pregunto ahora?) Que debí darle un libro de Julio Verne, o El Conde de Montecristo...

-¡Pero si ese es un libro sobre traiciones, crueldades y venganzas!

-¡Pero en este, la niña mata a Dios!

Me quedé estupefacto. Todos esos ojos puestos en nosotros y ni toda la serenidad de su cónyuge bastaba para aplacar el desmadre. La niña no dejaba de llorar, pero también rehuía mi mano. Eso me dolió. -¿Pero es que tú has leído el libro?

- No. ¡Para nada! ¡Pero es lo que dice el Vaticano y el Vaticano es una institución que sabe lo que dice!

La cosa fue agarrando tintes surrealistas. Le llamó por teléfono móvil a un amigo suyo que es de filiación Carlista (no voy a entrar en detalles sobre el Carlismo, pero baste decir que es una facción de extrema derecha) y éste sugirió que se quemara el libro de inmediato y que la niña presenciara la quema. A esto se opuso la madre terminantemente. No sólo porque yo había comprado el libro (sería un insulto, dijo) sino porque los libros simplemente no se queman "esto no es el Nazismo", dijo. Acto seguido, reconvino a su esposo y me prometió que, en todo caso y en vista de la controversia, ella leería el libro primero, para decidir si era prudente que lo leyera su hija.

Sentí un brote de vergüenza y también una pena honda y repentina. La nena no paraba de llorar y cuando le dije que lo sentía, me dijo "Mi papá es un aguafiestas y tú eres malo, por hacerlo enojar. Ahora no voy a leer mi libro nunca."

Claro, ella tiene nueve años. Pero su padre tiene más de cuarenta. Y se supone que es mi amigo, que me quiere y que me honra. Y es más, no dudo de su afecto -- tan se arrepintió del exabrupto, que trató de compensarme ordenando un whisky en la barra, pero lo decliné. No podía ni tragar- ni de su buena voluntad, no lo rechazo (aún si eso fue lo que sentí como bofetada), pero me estremeció ver con qué facilidad puedo causar un problema y hacerle daño a alguien inocente.

Así, mi buena intención acaba en las lágrimas de la pequeña y en mi humillación (sí, me sentí humillado. Tal vez ustedes piensen que exagero, pero así me sentí. No les recomiendo que pasen por la experiencia para que opinen). No creo que mi amistad con los padres sufra. Espero que no. Pero tampoco sé cómo voy a acercarme ahora, no tanto a ellos, como a su hija, a la que, sin proponérmelo, expuse a una herida que le va a dejar marca.

Y eso es algo que me remuerde.

Pero tampoco puedo hacer nada. Ella tendrá que -- irónicamente, como Lyra Belacqua- recorrer su propio camino, para encontrar su propio tren de pensamiento. Formar su propio criterio.

Espero, de todo corazón, que lo consiga.

19 comentarios:

Sebastiana dijo...

Me recordó lo que decía Doña Simone de Beauvoir sobre las lecturas permitidas de su infancia... También me recordó una vez que mi abuela me preguntó si las crónicas de Narnia eran satánicas, por aquello de la magia... Its weird.

Qué triste!

Lilián dijo...

Uf, qué anécdota tan espesa. De verdad, no comprendo cómo hay gente tan retrógrada que cree a pie juntillas lo que diga el Vaticano y, peor aún, en todo lo referente a la cultura.

Triste, pero no creo que debas sentir vergüenza o arrepentimiento tú. Aquí el único esquizofrénico -con todo respeto- es tu amigo.

Guau. Vivimos en las cavernas todavía.

g. neidisch dijo...

Le regalé el mismo libro a mi hermano hace como cuatro o cinco años, cuando tenía como 10 u 11...
A él le gustó. Parece que la tercera parte le aburrió. Sí, también le regalé las otras dos secuelas.
Ciertamente, al hacerle una promesa a un niño, es mejor cumplirla.
La chavalita sabe que tú cumples tus promesas.
Un abrazo y una sonrisa desde la gris ciudad mía.

Anónimo dijo...

Miguel, por lo poco que te conozco, se de tu sinceridad en el enojo y en la vergüenza. Es duro tratar de hacer caminos donde todo parece árido, sobretodo en un sistema de ideas tan básico (¿fundamentalista?) como el católico organizado. da mucha pena, pero no te dejes. ellos son muchos, no ganaran porque no convencen, solo tienen fuerza.
Un abrazo Trasatlantico

PB

Anónimo dijo...

¿ Te parece justo someter a alguien a quién consideras tu amigo a un escarnio público?

BM

g. neidisch dijo...

Es injusto y desafortunadamente eso no basta para evitarlo...
si algunos padres lo hacen con sus hijos, o personas a su pareja amada... de amigo a amigo, pues algo ha de haber...
Otro abrazo Miguel Cane...

Anónimo dijo...

Querido, querido...

¡qué fuerte! Y qué decepcionante, claro.

No te sientas mal. Obraste con el corazón (ese corazón tuyo tan grande y a veces tan impulsivo). Le cumpliste una promesa a la pequeña y eso es lo importante. Sabe que puede contar contigo.

No soy afecta a entrar en controversias respecto a los libros y a la religión. Cuando apareció Harry Potter, hace unos diez años, fue mucha polémica, en especial porque se decía que si los niños iban a aprender a practicar las "malas artes". No quiero ponerme a pensar qué diría "El Vaticano" de lo que escribo yo, por ejemplo. Me da mucha pereza siquiera considerarlo.

Espero que esto no afecte tu generosidad nata, y que sigas regalando (regalándonos) libros, propios y de otros. Que sigas compartiendo tu alegría de vivir y que no te la apaguen otros.

Y sobre el tema, no es justo someter a los amigos a un escarnio público. Tú fuiste más delicado. Es de agradecer.

Muchos besos.

Viviana en vivo dijo...

Ni leí el libro ni vi la película. Pero creo que debes estar tranquilo. Cumpliste tu promesa y fuiste congruente contigo mismo y con la niña, eso es lo importante. Ojalá este incidente sirva para hacerle entender a la pequeña que las cosas pueden ser distintas a como nos dicen nuestros padres y que tiene nada de malo penar diferente.

Creo que la reacción de tu amigo fue exagerada por decir lo menos. Las formas son importantes en este mundo creo yo. Si él no estaba de acuerdo pudo haber manejado este asunto de diferente manera.

No creo que se valga mortificar a una persona que solo busca tener un detalle con tu hija.

Y creo que contrario a lo que dice este anónimo que no da la cara, no estas exponiendo a nadie. Él sólo se expuso al reaccionar de esa manera.

Tranquilo que hiciste lo correcto.

Te mando un beso.

Anónimo dijo...

¿No es este su gran amigo, al que tanto ha defendido?

Ahí está la prueba de que su cariño vale de muy poco, para su amigo y para cualquiera. Tiene lo que se merece.

Anónimo dijo...

Mira, anónimo, dudo mucho que sepas de quién habla.
Aunque así fuera, que lo dudo, y creo que eso dice mucho de ti "anónimo", lo que está claro es que no sabes a donde llega el cariño de Miguel, ni a quien le llega. Pero... ahora que lo pienso, si que sabes que a ti no te llega, desde luego.
Y Miguel, yo para esas cosas sabes que soy muy drástica pero... muchos perdones me tendría que pedir por un espectáculo como ese, y muchas explicaciones.

Anónimo dijo...

Sospecho de quién hablas, Miguel, y me asombra lo sucedido. Máxime cuando tengo a este padre por persona inteligente y con criterio. (Por cierto: creo que el autor o autora del “Lazarillo de Tormes”, acostumbrado o acostumbrada a las confusiones del anonimato se equivoca estrepitosamente al atribuír autorías; qué empeño en administrarnos el cariño desde fuera).

Tus remordimientos no tienen sentido. No hay nada de lo que arrepentirte, ni siquiera en el supuesto de que Pullman hubiese querido atacar a la Iglesia -algo que ha negado repetidamente. En esta época, por fortuna, no hacen falta subterfugios ni mundos paralelos para hablar de la muerte de Dios o de la Iglesia como institución de control de conciencias. Si de algo peca Pullman es de haber transformado en ficción teorias científicas que presentan un universo mucho más complejo que el que suele ver un niño de diez años. Y no particularmente amable. Su visión de la Iglesia yo diría que es escrupulosamente histórica: una institución que frecuentemente ha intentado atajar o silenciar, cuando no perseguir hasta la hoguera, los avances de la ciencia. La institución inquisitorial, el Magisterio, sí está en “La materia oscura”; pero no se habla necesariamente de la Iglesia de Roma, sino de cualquier entidad que reviste cínicamente su poder de un discurso religioso para mantener, sin más, el mundo en un puño. Se me ocurre más de una.

"La materia oscura" no es más disolvente religiosamente que, pongamos, "Matrix". No es Dios el que muere, es un demiurgo; y toda la fábula puede interpretarse en clave gnóstica que -de acuerdo- no es que sea muy católica, apostólica y romana, pero tampoco implica al Dios de los católicos directamente en la masacre. Otra gente hay que lo implica en guerras santas y bombardeos de inocentes, y que no recibe la misma caña que el pobre Pullman.

Todo esto, naturalmente, alberga una semilla de subversión. Pero aprender es subvertir, casi siempre, lo que se tenía asumido. Y subvertir no implica necesariamente negar o destruír. Puede ser todo lo contrario. Y personalmente creo que es mucho más ético y noble, y mejor para un hijo, que sofocarlo en una campana de cristal, ahorrarle información sobre el mundo y entregárselo en bandeja a quien quiera venir a mangonearlos. Quizá el libro no sea adecuado para una niña de nueve años –y eso no tenías por qué saberlo tú: estaba en la sección de literatura infantil, donde normalmente no se vende demasiada pornografía-, pero porque en algunos momentos es demasiado cruel. Por ejemplo, cuando describe el dolor que supone quedar separado de tu alma o tu conciencia. ¿“El conde de Montecristo” (con su mensaje ultracapitalista: la riqueza obscena –y ahora pecaminosa, Benedictus dixit- es capaz de comprar hasta la venganza) es más edificante? De todos modos, me temo que a veces se sobrevalora el poder de un libro para sacudir la conciencia de un niño: ya se encargará el mundo por sí mismo de hacer que ponga a Dios y a la Iglesia en duda sin necesidad de libros. Cualquier persona verdaderamente religiosa sabe que esa confrontación será lo mejor para su fe. Que nunca debe ser una fe de topos ni de esclavos sino de seres con los ojos bien abiertos.

La anécdota es amarga porque ha causado la infelicidad (perfectamente pasajera) de una niña, una situación violenta con un amigo y tu vergüenza. Pero también es -discúlpame y que me disculpe tu amigo- suculenta: a la letra impresa aún le queda capacidad para irritar a quienes pretenden tener el rábano por las hojas. Y no hablo de tu amigo, sino de quien redacta el “index” o prende piras. Eso siempre es un consuelo. Aunque a la vez cause desaliento comprobar cómo personas inteligentes siguen pensando que la fe se otorga y se administra a golpe de edicto papal desde la burocracia vaticana.

Arréglate con tu amigo. La amistad está para eso: para superar desacuerdos.

Mucho ánimo. Y un abrazo.

Jack

Anónimo dijo...

Hola, Miguel. Lo primero, una confesión de torpeza informática: llevo semanas, quizá meses, con una página tuya en favoritos que nunca varía. Y yo preguntándome: ¿Es que este hombre ha dejado de escribir en su blog? Por fin la encuentro de nuevo actualizada y veo que me he estado perdiendo muchas cosas. Pero nunca es tarde y me pondré al día.
Respecto al tema de esta entrada, lo que no entiendo es que un australopitecus como ese pueda ser amigo tuyo. Yo tengo amigos de diversas ideas, que no nos parecemos en nada, pero eso es una cosa y otra ser amigo de algo como "eso". Yo no podría ser amigo de un nazi, de un integrista, de un fanático, de un intolerante que llegara a juzgar no sólo lo que yo pienso sino también lo que yo soy. Alguien que no te respeta no puedes respetarlo. Creo, y perdona la osadía, que deberías escoger mejor a tus amigos. Y en el colmo del atrevimiento, te diría que te alejes de gente como esa: enemigos de la felicidad, de la libertad. Y tan violento...
Un último apunte histórico: supongo que sabes que dentro del carlismo existe una facción fascista, ultraconservadora y católica integrista y una facción (la oficial) socialista y librepensadora. Es evidente que tu "amigo" pertenece a la primera.
Yo por quien lo siento es por la niña.
Un abrazo fuerte hasta que nos conozcamos personalmente.
JLP

MJS dijo...

Carnal Miguel,

Creo que la parte filosófica del choro está debidamente agotada en comentarios anteriores: no se queman libros, el Vaticano ha dado en hueso y está moviendo los sectores más lamentables y cavernarios, en fin.

Sólo quiero añadir dos apuntes. El primero es que no tienes por qué sentirte culpable, que tú no has hecho nada, que al volver a su nivel las aguas lo claro es que, aun cuando fuera legítima (que no lo es del todo) la posición de tu "amigo", la forma de expresarla es inaceptable del todo por cuanto que te traslada culpas y educa a grito pelado en lugar de entrar en el duro terreno de explicarle a su hija que esa historia excelente de la que se ha hecho una serie fílmica deliciosa (la primera parte me fascinó, espero con ansia las siguientes) es "mala" y no debe acercarse a ella así les encante a sus amiguitos. El segundo es que, a no ser por la niña, que merece la protección vigilante de alguien con las neuronas en activo y sin daños de consideración, que es tu caso, ciertamente no me parece de recibo que un amigo te trate así, porque tal trato es excluyente del concepto mismo de amistad. Reciprocidad et al., para principiantes, camarada y amigo.

Siempre recuerdo a Bertrand Russell: "Los hombres temen al pensamiento libre más que a ninguna cosa en el mundo..." Quizá sólo por eso merece ser promovido.

Abrazo,
Mauricio

Anónimo dijo...

Qué pena, Miguel. Por tí y por la nena. Me recordó todo esto, al revuelo con "El Código Da Vinci" e incluso con los Harry Potter, donde se quemaron ejemplares en algún lugar del planeta.

Es una lástima que aún hoy haya gente a tal grado retrógrada, perdón por el adjetivo porque ha quedado claro que tú apreciás a este amigo tuyo (ni hablar del que sugirió la quema del libro, madre mía!).

Primero haberlo leído para saber de qué hablaba. Segundo, jamás hacer tal escenita en público a un amigo, o causar esa angustia a la pequeña...

A mí no me limitaron las lecturas, fui leyendo lo que quise acompasándome a mi edad. Tal vez haya leído en el camino alguna novela que no estaba aún lista para aprovechar, o comprender: en algún caso la abandoné y la retomé con más años. Creo que tan mal no he resultado; pero por supuesto respeto a quien se toma el trabajo de leer los libros antes que sus chicos para saber si ya pueden leerlos.

En fin, yo lo lamento mucho por tí y por la niña como dije, porque hasta hoy sigo pensando que no hay mejor regalo que un libro.

Un beso grande
Patricia

Anónimo dijo...

Yo me alejaba inmediatamente de este cuate. Cada cabeza es un mundo pero hay que saber como expresarlo.

Todas esas exageraciones teologicas me caen en la punta de la .... La fe que se promueve via religiones no es otra cosa que los engaños que hay que creer para seguir dandoles riquezas a esos grupos que son los primeros en llevar una vida muy lejana de lo que pregonan.

En fin.. tu tranquilo, tu sabes lo que eres. Si la niña es inteligente algun dia valorara mas alla de lo que crees tu acto.

Saludos.
Toño.

Dushka dijo...

"Donde se queman libros, pronto se quemaran seres humanos". Esta es una frase de Heinrich Heine. Los Nazis quemaros muchos libros suyos durante el Holocausto, donde millones de personas murieron en los hornos.

Unicornio dijo...

Don Miguel, Miguel Cane...

Estoy sumamente enojado (y esto ya de por sí, es difícil de lograr en un Caballito con Cuerno). Discúlpeme si lo que escriba a continuación es algo agresivo, pero es que me acaba de tocar en uno de mis 3 tres 3 puntos neurálgicos: los que hacen daño a los niños.

Usted NO TIENE por qué atribuirse la culpa de "causar un problema con... tanta facilidad", ni de "hacerle daño a alguien inocente".

Justo estoy saliendo de una época oscura (de las muchas que nos esperan a todos los hombres y mujeres de vez en cuando, para aprender a conocernos y quizás querernos más a nosotros mismos, supongo). Y parte de haber pasado por estados de "ansiedad suprema" fue por tratar de explicar lo inexplicable... o más bien, lo que es tan sencillo de explicar, que no lo aceptamos, y nos atribuimos parte de la culpa:
Que existen seres oscuros, así como luminosos, a nuestro alrededor. Y que es nuestra misión tratar de mejorar nuestro entorno en contra y muchas veces a pesar, de ellos.

Su "amigo", mi estimadísimo Miguel, no existe más que en su imaginación. No pretendo abrirte más heridas, pero, a ver, defíneme "Amigo", así, como tú lo entiendas: es más, defínanme todos ustedes, gentiles colegas de este "blog-universo" qué es un "Padre", o simplemente un "Caballero".

Esa persona, sin importar si es un Einstein (el cual maltrataba a su pareja, por si no lo sabían) o un Camilo José Cela (buen escritor; pésimo esposo e ingrato compañero de su mujer) o un admirado Octavio Paz (que sin embargo, casi fue un patán con su primera esposa, Elena Garro), simplemente NO ES UNA BUENA PERSONA. De hecho, es un MAL HOMBRE. Así de fácil. Así de sencillo.

NO se puede avergonzar así a una Hija, producto del Amor. NO SE DEBE humillar así a alguien de quien se "presume" ser un "amigo". NO SE PUEDE ir por la vida llamando por celular a otro NAZI, (Ohh, perdón: no debí decir Nazi; debí decir Psicópata) para demostrar la poca valía intelectual, humana y de carácter al pedirle "qué hacer con un libro, según la sacrosanta iglesia católica, apostólica y remona (y pederasta, inquisidora y traidora a Jesucristo, también)". NO SE PUEDE TENER TAN POCA MAMÁ (Y PAPÁ, Y ABUELOS, ETC.) para hacer un escándalo en vía pública para demostrar lo respetuoso que se es (!!??) de los "bellos" valores franquistas, fascistas y talibanes que le dan tanta indignidad y vergüenza a esa "finísima" persona.

Ese sujeto NI TE QUIERE, NI TE HONRA. NO AMA A SU HIJA. TAMPOCO A SU MUJER. SÓLO SE QUIERE A SÍ MISMO, Y A LA PATÉTICA IMAGEN DE DEFENSOR DE LAS "BUENAS COSTUMBRES" de su putrefacta y pusilánime ¿vida?

Por eso me enfermé. Por luchar cada día de cada mes de cada año, desde que tengo memoria, en contra de seres oscuros y cavernosos como este, que se ocultan tras una fachada de "decencia", "santidad" y "civilidad".

Y ahora me entero de que te haces daño pensando en tener la culpa de algo que, sencillamente, un dinosaurio espiritual provocó (y que perdonen los dinosaurios, Barney incluido!)

Algún día esa niña volverá, y te dará las Gracias... a menos que herede los genes del papá, o la herencia cultural familiar. Y entonces, quizá no valga la pena que sea tu amiguita tampoco. Pero tengo esperanzas en la niñez. Ténlas tú también.

Y no dejes que mancillen tu Dignidad, ni tu Bonhomía. no lo mereces. Simplemente, di NO, aléjate de esas personas, y cuéntalo a quien más confianza le tengas (ah, caray, creo que eso ya lo hiciste, ¿verdad?).

Nuevamente, perdón por el exabrupto. Pero si ni a mis hermanos les paso querer convertirse en "Dragones", presumiendo de tener sangre Unicorniana... ¿cómo puedo pasar a alguien que hiere a su propia Hija, a su "amigo", a su pareja y de paso, a algo que nos corresponde defender a todo Ser Humano, la Libertad de Pensar, Leer e Interpretar el Mundo?

Váya a dormir tranquilo, mi querido amigo. Usted está a salvo. Desgraciadamente, su "amigo (???)" y quizás su familia, NO. Pero eso no te corresponde a tí. Hiciste lo que debías hacer. El Universo, como ves, está en equilibrio.

Con una extraña sensación de impotencia, pero con un gran y afectuoso abrazo, se despide,

el ansiolítico Unicornio.

P.D. Esto puede ser contagioso. Ahora el que se siente culpable soy yo. Por lo menos, ¿puedo compartir algo de culpabilidad contigo? 'Chas Gracias. (Total, estamos en Semana "Santa").

siouxie dijo...

Miguel, yo te visito aquí en tu página desde hace poquito tiempo, y parece que la mayoría de los que te escriben comentarios, son amistades tuyas y por tanto, sé que no tengo derecho a decirte nada sobre tus relaciones amistosas, pero sólo dos cositas me permito:
La primera: Plantéate de verdad, ¿Para qué quieres tener amigos así?, (de necios y obtusos, digo). Mantén la amistad de la mamá de la niña, que parece una persona inteligente, prudente, educada y respetuosa. Si el padre se disculpa por su ataque de "asnismo", ya te lo piensas. Mira es corta la vida, tenemos poco tiempo para perderlos con gente ingrata y tan egoísta como para derrochar y despreciar a un amigo, no respetar ni al anfitrión, ni el lugar público, ni, y esto es mucho más grave aún, la inocencia de su hija ni el amor de ella y de su esposa.
la segunda cosa:
No soporto a los comentaristas anónimos, no se merecen ser tomados en cuenta ni contestados.

Un abrazo y olvídate de sentirte humillado ni avergonzado. No eres tú quien tuvo una actitud vergonzosa. Aquel día hiciste de padre mejor tú, que el padre real de la criatura. !Y esto te lo dice una madre!. Sé de lo que hablo,
Un abrazo, Miguel.

Anónimo dijo...

Con que poca agua se ahoga tu cute...yo le regalé en Diciembre pasado el mismo libro a Beto que tiene casi la misma edad que la niña y no anda por ahi con ideas "contrarias a la fe" ni hablando de magia ya que también yo le he regalado la serie de Harry Potter.

Que güeva me da esa gente con tan poco criterio!

Un abrazo