domingo, 6 de abril de 2008

El héroe está fatigado

Era un actor de recia presencia, si bien su talento histriónico era más bien limitado (sólo podía interpretar el mismo tipo de rol, su lenguaje corporal era casi siempre el mismo y gesticulaba mucho, ergo esto le valió el mote de ‘Carlos Gestos’, aunque estos defectos los compensaba de sobra su enorme carisma), pero se las ingenió para ser una de las últimas grandes estrellas de la época dorada de Hollywood. Era conocido por sus facciones pétreas y bien esculpidas, su alta estatura, anchas espaldas y voz resonante, y desde luego, por los papeles que interpretó: era propenso, al principio de su carrera, a interpretar héroes históricos y épicos – la imagen de Heston como Moisés partiendo el Mar Rojo en la película de DeMille es prácticamente indeleble en la memoria colectiva, aún para aquellos que nunca vieron Los Diez Mandamientos. Obtuvo su único Oscar por su trabajo en Ben-Hur de William Wyler.

Heston reveló en el 2002 que tenía síntomas de un padecimiento semejante al Alzheimer (Demencia vascular, que mediante una serie de pequeñas isquemias fue despojándolo de la memoria, el habla, la motricidad y la lucidez). "Debo encontrar un punto de equilibrio entre el valor y la resignación", dijo en su última declaración pública, antes de retirarse por completo, para ser cuidado por su esposa Lydia Clarke, con quien llevaba casado 65 años y tuvo dos hijos.

De complexión musculosa, y aspecto atractivo, Heston resultó la estrella ideal en una época en que Hollywood necesitaba renovar ídolos en la pantalla, al acercarse el otoño de figurones como Cary Grant y Clark Gable, y después de la muerte de Humphrey Bogart y Gary Cooper. Hacían falta “hombres muy hombres” y Heston, Burt Lancaster y Kirk Douglas llenaban el requisito: eran menos elegantes que Grant o Gregory Peck, pero era más fácil que el público se identificara con ellos, al ser “hombres muy hombres” del tipo John Wayne. Y si bien Chuck (como le llamaban los cuates, que eran muchos, ya que era popular entre la tropa) no era precisamente un Marlon Brando o un Olivier, supo ganarse el respeto de sus colegas y echarse al bolsillo al público, alternando sus trabajos épicos y magistrales, con producciones más arriesgadas – como la incomparable Sed de Mal (1958) de Orson Welles, en que – prácticamente maquillado con Nescafé- interpretaba a un inspector mexicano que se involucra en una siniestra intriga fronteriza, para rescatar a su mujer (la angelical Janet Leigh, antes de darse una ducha en el Motel Bates) que ha sido secuestrada por una banda de peligrosos narcotraficantes y lesbianas machorras.

Hacia fines de los 60, cuando ya estaba bastante más madurito, Heston se hizo nuevamente famoso al incursionar en una serie de películas de ciencia ficción que lo acercaron a nuevas generaciones de admiradores y le valieron, en un par de casos, estatus de culto (¿Quién se puede olvidar de los gritos desaforados que pegaba, alarmante, en las escenas finales de El Planeta de los Simios [1968] y Cuando el Futuro nos alcance/Soylent Green [1972]? Hasta en Saturday Night Live y Los Simpson le hicieron socarrón homenaje a estos pasajes de su interpretación).

También asumió el rol de líder fuera de la pantalla. Fue presidente del Sindicato de Actores de la Pantalla y presidente del Instituto Cinematográfico Estadounidense, durante varios años. Además, pese a ser destacadamente conservador, marchó en las protestas durante el movimiento por los derechos civiles de 1963 y 1964, al lado de Martin Luther King. Sin embargo, y como es natural, conforme fueron pasando los años, se volvió más recalcitrante en su conservadurismo y se decantó por apoyar a candidatos Republicanos como su ex colega Ronald Reagan o los Bush, père et fils.

En junio de 1998, fue elegido presidente de la Asociación Nacional de Portadores de Armas, para la cual posó en varios anuncios, sujetando un fusil. Lanzó una crítica a Bill Clinton: "Estados Unidos no confía en usted con nuestras hijas de 21 años y, desde luego, ¡Dios mío!, no confía en usted con nuestras armas". Renunció como presidente de la asociación en abril del 2003, tras señalar a los miembros que sus cinco años en el cargo fueron "una gran experiencia que disfruté cada minuto". Tristemente, las actitudes de Heston en sus últimos años, cuando, ya estando ligeramente afectado de sus facultades se comportaba como un vetarrito beligerante, al declarar que Miguel Ángel Buonarrotti (a quien interpretó en La Agonía y el Éxtasis) “no era un marica” o al presentarse a defender el uso de armas de fuego en el documental Bowling for Columbine de Michael Moore – una de sus últimas apariciones en pantalla, entrevista en la que acabó por perder la paciencia y a la que luego clamó “fue llevado con engaños”- estuvo muy cerca de eclipsar sus logros como actor, que, como es evidente, fueron sobresalientes.

"Debo tener valor y resignación en igual medida", afirmó al anunciar al mundo el padecimiento que acabó con él. Según los reportes posteriores a su retiro, pese a la dureza de su enfermedad, Heston se mantuvo hasta el último momento con entereza y compostura, similar a la que aplicó a sus papeles. Controversial, muy a su pesar, pero siempre dispuesto a trabajar (de hecho, a mediados de los 80 él y la legendaria Barbara Stanwyck encabezaron el reparto de una telenovela estilo Dinastía, aunque sin mucho éxito) y si temor al ridículo en buena parte de su carrera – él mismo solía hacer burla de sus defectos cuando joven- el buen Heston, cuya última interpretación fue una breve aparición como el sádico Doctor Josef Mengele en la cinta europea Mi padre, Mengele, filmada en 2003, deja como herencia una sólida carrera cinematográfica, que sin duda le convirtió en uno de los grandes iconos masculinos de la industria ilusoria del celuloide, participando en más de 70 películas, dejando siempre su presencia como rúbrica, algo que entre las ‘estrellas’ de hoy, ya no parece posible.

A título personal, puedo decir que nunca fue de mis favoritos, que de hecho, me caía medio mal algunas veces, pero le doy reconocimiento por haberme hecho reír, haberme hecho recordarlo, simplemente por haber dicho (donde otros de su estatura nunca se hubieran atrevido) líneas completamente absurdas, pero inolvidables, como "¡Quítame las manos de encima, mono asqueroso!", "¡Por fin lo hicieron! ¡Malditos! ¡Malditos seeeeaaaaaannnn!" o "Soylent Green is made outta peoooooooooopleeeeeeeeeeee!!! Peoooooooopleeeeeeeeeeee!!" Nada más por esa razón es que me acordaré de Carlos Gestos.

Era un grande. Y nadie se lo podrá quitar.

7 comentarios:

senses and nonsenses dijo...

con este sí que no puedo. y francamente, no lo he sentido demasiado (tpc es que me haya puesto a saltar). aunque sólo sea por el cuerpo que tenía en ben-hur o el planeta de los simios. tuve un novio con un cuerpo igual igual, jajaja

un abrazo.

Anónimo dijo...

thank you Miguel for your tribute.

candid and classy.

love, Kate

Viviana en vivo dijo...

¿Murió? ¡Válgame! No me enteré...
Un ícono del macho, sin duda...

Addalina dijo...

Muy interesante, siempre es agradable encontrarse con cosas tan llenas de sabiduría... ninguna como la de Cane.
Un abrazo y muchos besos querido.

Anónimo dijo...

Era un actor de matinee, muy bueno para iniciarse en el cine, pero ya que conoces de actores y películas aprendes a no echarlo de menos.

Como persona era un gringo retrógrado, red neck de miércoles.

No hay perdida, pero tampoco fiesta

PB

Anónimo dijo...

Perdon hijo, pero cuando murio para mi, éste formidable actor de mis años mosos, y gracias por la amplia ilustración como siempre es un placer leerte, siempre supe que éste actor no gozaba de tus preferencias, sine ambargo para mi era mi idolo juveni.(el era mi novio pero nunca lo supo), con cariño tu mama.

Anónimo dijo...

A mí también me caía medio mal, sin dejar de reconocer su trayectoria. Nunca fue de mis preferidos, y Michael Moore terminó de "convencerme". No sabía que por las fechas de esa entrevista él ya estaba afectado, tal vez eso explique esa actitud tan chocante (porque podría tener sus ideas tal cual, y comportarse de otro modo).

En fin, otra icono que se nos va.

P.