miércoles, 31 de enero de 2007

Felicidad


Cuando por fin conocí a Julie Christie (en un parque de Londres una mañana de otoño-casi-invierno, con cielo escarchado, foulards al cuello, té caliente y oscuridad a las cuatro p.m.) le pregunté si era una mujer feliz.
Ella me respondió esto:

“Una vez leí en un libro de Milan Kundera, que la felicidad es la ausencia del sufrimiento. No digo que eso es lo que entiendo por felicidad, pero creo que es una manera interesante de enfocarla. Creo que, en el mundo en que vivimos, la ausencia de sufrimiento se da con mucha dificultad. Diría que siento alegría de estar viva y al mismo tiempo siento una profunda tristeza."

Hoy estuve pensando en eso.

Creo que estoy más cerca de la posición de Julie, que de la Kundera.

Así como hay momentos en los que tengo ese high inexplicable, propiciado por cualquier cosa: un paquete en el correo, una sonrisa anónima, la labor cabalmente rendida (y bien rendida), una carta, una buena comida, una deliciosa siesta... también hay días en los que se presenta el frío, la dificultad para salir de la cama, la infinita tristeza (como dijera Billy Corgan). ¿Y qué lo puede causar? Lo mismo: cualquier cosa puede atraer el cambio; un menosprecio inesperado (y hasta inocente), un plan que no sale, un malentendido, un plato que sabe mal.

Pero todo eso es vida. Todo eso es parte de la felicidad.

Y estoy vivo. Y quiero seguir estando vivo.

Darme cuenta de eso, es la felicidad; no es perdurable, pero es existente.

Eso quiere decir que es accesible (como lo fue Julie Christie; como lo es, finalmente, un todo).

Es todo. Sólo hace falta abrir los ojos, extender las manos.

Tocar.

Me sorprendo pensándolo justo ahora.

Soy (estoy) feliz.

Pese a.

6 comentarios:

Mariluz Barrera González dijo...

Mi querido Miguel:
Antes que nada mil gracias por agregar mi espacio en tus enlaces, hermoso detalle.

Y me encantó lo que dices de la felicidad, y estoy de acuerdo contigo, Milán Kundera habla de la ausencia del sufrimiento, pero en la vida, al menos en lo particular, el sufrimiento nunca he dejado de sentirlo, entonces nunca sería feliz y siento que en momentos lo soy, pero me cuesta darme cuenta.

Te invito a visitar un nuevo blog que realicé como homenaje a mi padre, un ser que como tu vale la pena conocer. http://rboexpediente.blogspot.com

Un beso.

Anónimo dijo...

Pues llegar a casa y encontrar un paquete que te ha llegado de muy lejos y que te envía un amigo, también da la felicidad.
Gracias, muchas gracias.
B7s

Miguel Cane dijo...

Mariluz,

¡Qué interesante, la profesión de tu padre!

Y qué bello homenaje de tu parte hacia él.

Por lo demás, coincido: sin sufrir no hay gozo. Trato de practicar lo que predico, entonces. Y no está nada mal hacerlo, para valorar ambos mundos.

Un saludo cariñoso hasta Campeche.

M

Miguel Cane dijo...

Querida Faraona,

¡Qué ilusión que llegara!

Deja que te cuente, que por aquí pasó algo parecido (como podrás haberte dado cuenta por el blog): ayer a medio día, llegó un paquete por DHL. Lo recibieron en casa y al llegar lo abrí. ¡Era una novela gráfica en tres tomos!

No sé aún quién lo envió, ni de donde, pero lo que sé es que sí, recibir sorpresas así es un poquito como la felicidad.

También lo llamo Cava para el alma y aunque hay gente que tal vez no comprenda lo que significa para uno hacer esto (sin motivo ulterior mas que compartir la dicha de existir), no deja de ser un placer hacerlo.

Que disfruten.

Besos y abrazos a los dos.

M

Mario dijo...

Al final de "La insoportable levedad del ser", cuando Teresa y Tomás han llegado a viejos con la compañía del pequeño Karenin, asisten a un baile y cansados empiezan a moverse al ritmo de la música. En ese momento Kundera dice que lo que sentían ellos era algo ambiguo: no sabían si la felicidad era la forma y la tristeza el contenido, o al revés. La felicidad no es completa, aunque creo que la tristeza si puede avasallarlo todo en un momento dado. Lo bueno de lo malo es que pasa pronto; lo malo de lo bueno es que también pasa pronto... Yo diría que la sonrisa de Julie Christie es feliz en su forma, pero siempre hay algo de tristeza en ella, como en "Afterglow"... Un abrazo, Miguel

Miguel Cane dijo...

Mario,

Pues puede ser: en un cierto sentido, la tristeza ha llegado a ser tan poderosa, que ha emborronado de manera permanente muchos cielos particulares (pregúntale a Anne Sexton, por ejemplo).

No obstante, hay un detalle importante: siempre puede existir (coexistir?) una veta de felicidad en el corazón del hombre, aún sin percatarse de ello.

La sonrisa de Julie es así, por ejemplo. Igual que sus ojos y su voz. Pero la gracia abunda, aún en los albores de la bruma.

Un abrazo de vuelta.