lunes, 15 de enero de 2007

Hombres de verdad


Ahora que este blog tiene música, no he resistido la tentación de alimentarlo con algunas de mis canciones preferidas y una de ellas es, precisamente, Real Men tanto en su versión de Joe Jackson -- la original-, como en el formidable cover realizado por Tori Amos para su álbum del 2001 StrangeLittleGirls [que sigue siendo uno de mis discos favoritos y del que hablaré a fondo otro día].

Me gusta la canción por su letra, principalmente (aunque el arreglo no está para nada mal), y si me permiten, aquí aparece:

Take your mind back - I dont know when
Sometime when it always seemed
To be just us and them

Girls that wore pink
And boys that wore blue
Boys that always grew up
Better men than me and you

What's a man now?- what's a man mean?
Is he rough or is he rugged?
Is he cultured and clean?

Now its all change - its got to change more
'cause we think its getting better
But nobody's really sure.

And so it goes - go round again
But now and then we wonder who the real men are

See the nice boys - dancing in pairs
Golden earring, golden tan
Blow-wave in the hair

Sure they're all straight - straight as a line
All the gays are macho
Can't you see their leather shine?

You don't want to sound dumb - dont want to offend
So don't call me a faggot
(Not unless you are a friend)

Then if you're tall and handsome and strong
You can wear the uniform and I will play along

And so it goes - go round again
But now and then we wonder who the real men are

Time to get scared - time to change plan
Don't know how to treat a lady
Don't know how to be a man

Time to admit - what you call defeat
'cause theres women running past you now
And you just drag your feet.

Man makes a gun - man goes to war
Man can kill and man can drink
And man can take a whore

Kill all the blacks - kill all the reds
And if there's war between the sexes
Then there'll be no people left.

And so it goes - go round again
But now and then we wonder who the real men are...?

Creo que es una letra muy poética y muy significativa y sobre todo, que tiene mucho más de trasfondo de lo que a primera oída uno piensa (y ojo, no sé -- ni me importa tampoco- si Joe Jackson es gay), por lo que implica, para muchos tipos de personas.

O bien, me explico.

El otro día, con una de mis muchas amigas (es cierto, son numerosas y espléndidas, cada una a su manera) estaba comiendo y me peguntó lo mismo que plantea la canción. ¿Dónde están los hombres de verdad? ¿Han cambiado tanto los roles que ahora no saben que lo son?

Eso me hizo detenerme por un momento y pensar. Luego le dije, mientras detenía una hoja de lechuga dirigida hacia mi boca, "yo soy un hombre de verdad". Ella me miró, asintió y luego dijo. "Es que esa es la cosa... tú eres un hombre de verdad y no sé si la sola idea sea deprimente."

"Home, muchas gracias" (ahora he incorporado el "home", apócope asturiano de "hombre", a mi lexicón cotidiano. Pronúnciese "ome", como en "omenomejodas")

"No te ofendas," me dijo "es que ahora, entre metrosexuales, übersexuales, pansexuales, omnisexuales, bisexuales y los distinguidos miembros de tu club, una no sabe quiénes son los hombres de verdad."

Supongo que en parte tiene razón, aunque también ha habido el momento en que algunos cuates, representantes del sexo horroroso, se han quejado de lo mismo, es decir, "ya no sabes dónde hay mujeres" y cito un comentario que me hizo una gracia enorme, hecho por Fito, que es amigo-de-un-amigo, pero que se ganó el cielo con esta puntada: "... es que por lo menos antes las lesbianas eran machorras y ora ya ni eso sabes..."

Creo que realmente ser un hombre de verdad (o en su caso, una mujer de verdad, pero ese es un texto en sí mismo) tiene muy poco, o casi nada, qué ver con la sexualidad -- o la identidad sexual- de un individuo. Tampoco es una cosa de género. Es, a mi modo de ver, una cuestión de manera de ser y de principios.

Se lo dije a mi amiga -- prodigio de humanidad que no excede los 57 kilos- y se me quedó viendo con la misma expresión que algunas personas ponen cuando no me conocen y abro la boca por primera vez: una sutil mezcla de desconcierto y un chirris de horror.

"¿Cómo?"

"Pues eso. Creo que yo soy un hombre de verdad. Del mismo modo en que, si hubiera sido mujer, sería una mujer de verdad (aunque decir esto conjuró en mi cabeza la imagen de una mujer muy masculina, con cabello cortísimo, ni gota de maquillaje y camisa de leñador: el cliché al que Fito se refería. No, si yo fuera mujer y gay tampoco sería así, del mismo modo en que tampoco ando por la vida con el pelo pintado de rosa o disfrazado de Liza Minnelli disfrazada de Sally Bowles)"

Para mí, un hombre de verdad, explico, es aquél que se mantiene fiel a quien él es. A sus principios -- aunque esto no implica que se vuelva inflexible-, a su sentido el humor, a las ideas que le apasionan, a lo que le da placer y a lo que él proporciona placer [tanto con como sin una connotación sexual, que conste]: un hombre que sabe quién y cómo es. Y para la mujer, pienso, es exactamente lo mismo, aunque ojo: es tan sólo mi punto de vista muy personal y de ninguna manera debería ser visto como la verdad absoluta o cosa parecida.

"Ah, pero," dice mi amiga "¿y los que llegan a la media de los treinta o al cuarto para los cuarenta, sin tener idea?"
"Pues entonces esos son hombres... aunque quizá no sean exactamente lo que yo he descrito como hombres de verdad."
"Es que creo que no existe tal cosa."

La disuadí, al menos en parte, de tal idea. Sería un panorama muy tétrico si no. Le describí a por lo menos media docena de hombres que conozco, y que conozco lo suficientemente bien -- me han distinguido con su amistad a lo largo de mucho tiempo- como para poder llamarlos hombres de verdad.

Mi amiga preguntó dónde podía encontrar a esos portentos -- tres de ellos están previamente comprometidos, le dije. Y uno juega en mi equipo de tiempo completo- y luego concluímos que cada uno es, a su manera, un hombre de verdad.

La diferencia reside en cómo nos vemos nosotros y cómo es que nos ven los demás. Y muchas veces (las más) no es la misma cosa, del mismo modo en que una canción no significa lo mismo para todo el mundo.

Addenda:
Hoy es cumpleaños de mi amigo Mariano (emejota) que vive en España y cuyo espléndido blog, La Idea del Norte [ver link a la izquierda], es realmente el Conejo Blanco que ésta Alicia (por ponerlo de alguna manera) siguió para caer en la conejera que sería el camino a la blogósfera.

Cumple años entonces y aunque no estoy ahí, él sabe que igual lo celebro con Judy Collins, Panteras Rosas y una botella de Cava.

(Que sean muchos y muy felices, Mariano)

Y él, naturalmente, ni falta hace que yo lo diga, es un hombre de verdad.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Mira tú, si tu teoría es cierta; sospecho que me topé con uno de esos... Bendita suerte

Besos

C.C. (o bien, V.V.)

Miguel Cane dijo...

Querida (Anónima) V/C:

Pues sí. ¡Suertuda!
No cualquiera encuentra en su camino a un hombre de verdad y mucho menos, tiene la suerte de hallar en el la correspondencia al afecto que suscita.

Es mejor que cien pares de zapatos nuevos, amiga.

Un millón de besos, en pequeñas dosis.

M