viernes, 19 de enero de 2007

A Nice Surprise


Ayer por la mañana recibí una sorpresa; y por sorpresa quiero decir que realmente era algo totalmente inesperado: el primer libro de mi amigo Poncho Vera, titulado (no sin una fuerte dosis de sano sarcasmo) Los Nice.

Digo que realmente lo era porque, aunque sabía que Poncho había escrito el libro, no me imaginaba que su publicación fuera ya un hecho consumado. Naturalmente, le arranqué la cobertura de celofán y comencé a leer. No me pude detener hasta acabar unas pocas horas más tarde.


Esa es una de las principales virtudes del libro -- una entre muchas-: su agilidad. Mi lectura solo interrumpía para atacarme a carcajadas y luego continuar. Se va en un suspiro, pero lo deja a uno con ganas de volver y releer algunos pasajes, movido entre la hilaridad y la sorpresa ante cómo, sin ninguna clase de apología y con bastante humor ácido, el autor hace una vivisección muy acertada y socarrona de todo un lifestyle muy sui-géneris en esta megalópolis: los que pertenecen a otro código postal.

A Poncho (o bien, Alfonso Vera), carnal, coétaneo y colega, lo conozco desde hace algunos años y a lo largo de los mismos, ha demostrado ser un estupendo amigo. Es alguien a quien tengo en alta estima y lo sabe. Ahora sí que, como dice "la raza", le tengo ley.

No obstante, cariño no quita conocimiento y no siento que extrapolo al decir que aquí hay un libro entusiasta y muy bien escrito, con recursos de malicia literaria (o bien, como dirían Los Kinks: He's Evil), agudeza para el detalle y humor -- algo que a veces falta a otros autores contemporáneos.

Con soltura de lenguaje, sin aspavientos ni almidón, Poncho "taclea" a los consabidos niños bien que pululan por los restaurantes más in, los antros más sofisticados y las tiendas más costosas de esta ciudad. La clase de gente que sólo se viste si es con ropa de marca, sólo viaja en aviones privados (o en su defecto, por aerolíneas europeas), que observa con cierto aire desdeñoso -- y a un tiempo, extrañamente compasivo- a los que conforman a la masa que consideran inferior.

Sería muy fácil que un libro con esta temática fuera pesado como collar de papayas, sin embargo, cada capítulo o viñeta que lo compone, maneja la fina línea del humor más mordaz, que nos permite observar a estos animales exóticos desde dentro, con una mirada crítica mientras procede a ennumerar las muchas razones por las que existe la gente que da título al volumen.

El caleidoscopio temático que aborda es variopinto y extenso; nada se salva ni es tabú para ser expuesto: la familia, los viajes, la borrachera, el arte, los libros, los autos, las mujeres, la religión, la política, la servidumbre (y su relación con ella, que las dos cosas no significan lo mismo, conste), la carrera profesional, los hijos... todo es presentado con la óptica que Poncho presta a su narrador omnisciente, cuya voz de timbre perfecto sirve como insólito Virgilio para guiarnos por los círculos de este "infierno" pagado con tarjeta platino y decorado con gusto exquisito, donde se burla a su antojo de lo que presuntamente encomia.

Aquí, un ejemplo:

"Nos lucimos con las propinas: nunca, pero nunca, dejamos menos del 20%. Así sabemos que en nuestra próxima visita seremos como los reyes del restaurante... aunque no tengamos hambre, ordenamos mucho; no importa que nada más le demos una probadita, hay que inflar la cuenta y demostrar nuestro buen gusto gastronómico. Creo que sobra decirlo, pero por ningún motivo hacemos la nacada de pedir para llevar lo que no nos comemos. Es peladísimo..."

Todos alguna vez, sostiene Poncho, hemos conocido gente así, extremadamente consciente de su atuendo, de su estatus y hasta de su pose. Así pues, con esmero, toma a toda esta especie de criaturas y las satiriza sin piedad, pero también sin caer en lo burdo o moralista, lo cuál siempre es de agradecer.

¿Esto no es literatura? No, no exactamente. Tampoco es un ensayo filosófico. Es un libro curioso, escrito con una sonrisa feroz, que se contagia al lector y que le abre las puertas a ese mundo que sólo parece tener dos dimensiones en las planas brillosas de papel cuché de los semanarios de alta sociedad.

Estoy muy orgulloso. Publicar un libro no es una faena fácil y tener el empuje creativo para hacerlo, tampoco es cosa de "ahorita ya". Toma su tiempo y su dedicación y Poncho me sorprende, lo reitero, porque además, es uno de los hombres que conozco que más trabaja (comienza todos los días con un programa en radio en vivo desde las 6 am y de ahí no para hasta pasadas las 11 de la noche de Lunes a Viernes y a veces hasta de Lunes a Lunes) y encima se da tiempo para cultivar sus aficiones (es aficionado al futbol de todo corazón Puma y es un estupendo cinéfilo) y de compartir con su esposa, Gabriela (Platas, una excelente actriz por derecho propio) y de echar la mano a los amigos, cuando hace falta.

Así pues, fue una sorpresa realmente very nice y lo celebro. Espero que esto no sea sólo una muestra más de su versatilidad: aquí hay oficio y astucia (se advierte y muy bien, que este joven ha leído a su Jardiel Poncela y a Jonathan Swift). Acaso esto puede ser como cruzar una nueva puerta... ser un buen satirista no es cosa sencilla y en el panorama narrativo de esta generación, también hace falta.

Felicitaciones, Poncho.
¡Bienllegado!

4 comentarios:

Enrique Gallud Jardiel dijo...

Agradezco su comentario a mi abuelo en su blog.
Reciba un saludo.

Miguel Cane dijo...

Apreciado Enrique,

Bienvenido.
Muy honrado.

Reciba un cordial saludo, y esperemos que su distinguido abuelo nos espere todavía en Siberia.

MC

Anónimo dijo...

Quiero leer ese libro. Parece ser muy divertido e interesante. Ojala se llegue a distribuir por estas partes del planeta.

Ben

Miguel Cane dijo...

Ben,

Presuntamente sí.
Sino, ya veré de que forma consigo que te llegue hasta Ohio.

Abrazos.