viernes, 29 de febrero de 2008

La ciega ruleta del Odio

Hoy supe acerca de la muerte de Lawrence Forbes King.
Tenía 15 años de edad.
Fue asesinado en Oxnard, California, un suburbio de Los Ángeles, donde estudiaba la secundaria.
Su asesino es Brandon McInerney.
Tiene 14 años.
Llevó una pistola a la escuela el pasado 12 de febrero y le disparó a bocajarro en la cabeza, en un salón de clases. El día anterior, habían tenido una pelea.

Lawrence, nacido el 13 de enero de 1993, era gay.
Recientemente había "salido del clóset" y -- sin poder evitarlo, siendo aún un niño- buscaba establecer su identidad. A veces iba a la escuela con los ojos maquillados, o con bisutería (esto lo dicen sus compañeros y maestros) aunque no iba "buscando camorra", sino tratando de hallar un modo de expresar su estado recién descubierto.

La causa de su pelea con MacInerney, lo que devendría en el tiro a la cabeza y que entrara en muerte cerebral hasta el pasado día 14, cuando lo desconectaron y donaron sus órganos, fue que se atrevió a decirle a McInerney (que finalmente, es otro niño) que le gustaba.
Que lo quería.
Que quería darle un regalo de San Valentín.

La noticia me llega a destiempo, pero no por eso deja de impactarme. De erizarme la piel.
Son niños.
Niños.

Lawrence Forbes King en 2005

No tiene sentido, pienso. No tiene sentido que un crío mate a otro por el simple hecho de que le guste pintarrajearse la cara y le gusten otros niños. Por el hecho de que le guste él. De que -- en todo caso, no lo sé de cierto, lo supongo- se hubiese 'enamorado' de él, como sólo se hace a los 15 años.

Y yo lo sé, porque también estuve enamorado a los 15 años. Y me fue de la chingada, de la mierda, fue una catástrofe espléndida mi primer amor.
Y cada vez que me pasa, que me enamoro (aunque sea un poquito), en cierta manera, tengo de nuevo 15 años.

Son 'sueños de jovencita' (aunque Larry fuera un chico, pero la reacción emotiva y hormonal es muy parecida). 'Enamoramiento de colegiala'. Un 'crush'.

Me horrorizo y me estremezco, porque al pensarlo más, sí, sí tiene sentido. Tiene sentido en el mundo en que vivimos: un mundo en el que, aunque parezca increíble, aún se exhorta a la hipermasculinidad, aún entre los mismos homosexuales (sólo basta ver los anuncios personales: 'gay tipo buga y discreto busca igual. Cero obvios. Gente con pluma, abstenerse'); entre hombres el estar en contacto con un posible lado femenino es muy mal visto y la homosexualidad, ni se diga.

Es posible que esto ocurra, en un mundo en el que la idea general -- y no sólo entre los adolescentes- es que un homosexual no puede ser amigo de un heterosexual sin pretender, por lo menos, metérselo en la boca (ya no hablemos de metérselo entre las sábanas). En un mundo en el que el 'maraca' y la 'machorra' merecen el desprecio de la gente 'decente' y 'bien educada'. En un mundo en el que algunos padres preferirían tener un hijo borracho o drogadicto o ladrón o paralítico cerebral [lo cual, como la homosexualidad, tampoco es una opción] antes que maricón. Es posible y casi mandatorio.

"Yo respeto a los maricones, siempre y cuando no se metan conmigo."

La primera vez que alguien me dijo algo como eso, no supe qué decir. Me lo estaba diciendo alguien muy cercano a mí, en quien había depositado mi confianza, para decirle lo que me atemorizaba, a una edad no muy distinta de la que tienen estos críos de los que hoy hablo. "Mientras no se metan conmigo".

¿Entonces, Lawrence King se lo buscó al 'meterse' con McInerney? ¿Se merecía que le dispararan delante de una docena de compañeros? ¿La suprema humillación? "Mira cómo acabo contigo, ¡puto!"

La fiscalía del estado de California ha declarado éste un crimen con alevosía y premeditación (después de todo, el niñato este trajo el arma desde su casa) y como un crimen de odio, lo cual significa que va a ser juzgado como adulto y podría pasar en la cárcel de 50 años a Cadena perpetua.

Brandon McInerney en 2007

Miro su cara en la foto y no siento regocijo o alivio o justicia ante las nuevas de su juicio inminente. De hecho, sólo siento pena y vacío. Por ambos. El desperdicio. El maldito desperdicio de dos vidas. ¿Esto va a servir para algo? ¿Como un ejemplo?

¿Hasta cuando vamos a poder asimilar la noción de la diversidad y de la tolerancia?
Yo fui golpeado y atormentado muchas veces -- sí, especialmente en secundaria- por ser como era. Y no sólo de chico, incluso de adulto me han roto la boca por ser quien soy y hablar abiertamente de lo que pienso, siento y quiero.

Siempre he pensado, que antes de mí, hubo generaciones de homosexuales y lesbianas, que lucharon mucho -- incluso, que dieron su vida- para que alguien como yo pudiera ser libre y salir a la calle, tomado de la mano de quien yo quisiera, o bien, para que pudiera irme a cenar con un amigo, los dos solos y no hubiera quien nos señalara y cuchicheara a nuestras espaldas "esos dos son maricas" o si mi acompañante no es de mi club "ese anda engatusando a fulano" "algo ha de querer contigo, que es tan atento." "¿No tratará de seducirte, tú? Todos esos siempre hacen lo mismo." "Tu amigo este es maricón. Ten mucho cuidado. Seguro que está enamorado de ti y va a querer meterse contigo." Y así, etcétera, etcétera. Conozco el catálogo de memoria.

Se supone que uno ya está exento de esa clase de ignominias -- aunque no sea verdad-. Y que la lucha que nosotros continuemos, será para hacer libres a niños como Lawrence King (o como muchos otros en otros países), para que puedan vivir sin estigmas.

Pero la discriminación y la maldad no dejan de existir por hacerse de la vista gorda, igual que la diversidad de las identidades sexuales tampoco desaparece si la ignoran. Decir que un niño homosexual no existe, que "se hacen" y no nacen, que "es una enfermedad" o "una perversión", o simplemente cambiar de tema y decir "no es mi problema" o "¿Por qué siempre tienes que hablar de eso en la mesa?" no hace que deje de ser algo real, como la sangre que se derrama o como una vida que se siega.

El odio existe. ¿Qué vas a hacer al respecto?

Releo las noticias sobre King y McInerney, veo sus fotos. Podría pensar que "esto no es asunto mío."

Pero sí. En cierta forma, lo es.
Asunto mío y de todo el mundo.

Y, me temo, su muerte no hará diferencia alguna.

Y eso, eso es lo que me jode.

10 comentarios:

Emilio dijo...

Terribles palabras... no sé si esa muerte hara alguna diferencia, quizás tengas razón. Pero es importante que hayas escrito estas palabras porque -como bien dices- es asunto nuestro: yo me sient ahora un poco más avergonzado de vivir en este mundo y tiempo.
Te mando un abrazo grande!

Dushka dijo...

Es asunto de todos. Es asunto de la humanidad.

g. neidisch dijo...

vine hoy con sueño, mucho. Me lo has quitado. Y también las palabras.
El fin de semana en Bruselas: te diré. Dos amigos españoles, uno compartió habitación, el otro no; éste no sabía y es un facha, el otro sabía y otro día te diré.
Digamos que la civilización necesita un retoque. Tal vez Civilization-2.0

Anónimo dijo...

Powerful Miguel,

I've taught my son to earn badges of honor (bumps, bruises) when defending an innocent. He has taught others to stand up to bullies as well. Because what is a black eye compared to the slimy dishonor of cowardice and apathy?

Cuquita, la Pistolera dijo...

Qué terrible, claro que es un asunto de todos. Muy conmovedor post Miguel. No tenía ni idea de esta historia.
Abrazo.

Jimena dijo...

...chale

Anónimo dijo...

Cada quién, desde la trinchera en donde nos ha colocado la vida, seguimos empujando para que estos acontecimientos no se repitan.

Te cuento algo de mi propio caso en esta sociedad de masculinidad exaltada (vil machismo) donde, a quién como yo entonces (principios de los 60) no participaba en actos masivos de "bullying" escolar contra compañeros gays o supuestos gays (vulgares actos montoneros de niños con mentalidad "vetarra" inducida por sus padres "vetarros" que tenían entonces entre 30 y 40 años) éramos tachados de "faghags" "gaylovers" o de plano "también te hace agua la canoa". Cconocí el significado real de esta frase vetárrica por defender a un amigo y terminé ese día con mis lentes rotos -eran de pasta- pero el otro cabrón no se fue limpio a pesar de que nunca he sigo "deportista" sino metido en los libros.

Pasaron los años y, sin poder ayudar mucho objetivamente, ví como la vida de una amiga lesbiana era arrasada.

A finales de la década de los 90 nos conocimos. A lo largo de estos años de amistad mutua fui conociendo más detalles y rasgos de cómo se manifiesta la ruleta del Odio, de la Homofobia, de la Discriminación desde los pasillos de una redacción compartida hasta las distintas etapas de las posteriores "Guerras Vetarras" (peores que las Púnicas). Gracias a tí fuí cambiando internamente, dejando atrás primero la posición observadora (de evasión adolescente) para ir adoptando una de mayor intervención e incidencia en mi vida diaria y laboral para hacer algo al respecto de estas situaciones injustas. Al final de las "Guerras Vetarras" me hiciste ver varias veces que, en esa situación específica, era mejor hacer lo probable dentro de lo posible, ganar las batallas una a una para que el efecto acumulado diera la victoria final (como finalmente se logró). Con ese sentido me frenaste muchas veces, con tu manera inteligente y cordial de llamarme la atención, para evitar que yo cometiera una estupidez táctica. Nunca perdiste de vista el objetivo estratégico: acallar la voz homofóbica, que era lo importante.

Ese freno, con el que me contuviste en momentos álgidos cuando a mí me hervía la sangre ante la injusta discriminación vetárrica disfrazada de "decencia" y "buenas maneras" en la red (y probablemente compensada de "malas maneras" en la cama machista con rasgos S&M vetárricos) han sido claves para mis acciones posteriores cotidianas y laborales y, claro, para mi madurez como ser humano (en ese sentido, tu aportación es invaluable).

Gracias a tu guía, tus vivencias y opiniones al respecto de estos temas -como la que hoy nos compartes en este hilo de tu blog personal-, puedo hacer más de lo probable dentro de lo posible al respecto. Pronto terminaré unas pequeñas cápsulas sobre películas que tocan el tema de la transexualidad para la revista del Consejo Nacional para Prevenir y Eliminar la Discriminación (CONAPRED). Si algún filmópata preguntara, le diría que no cobro por esas cápsulas escritas; son gratuitas al igual que la públicación de mis críticas viejas de películas de la Muestra relacionadas con la discriminación y el principio de igualdad que también ya están en la base de datos del Conapred en su página web. Son mi aportación escrita para impulsar, poco a poco y con unos pocos granos de arena, los cambios que todos deseamos para ir desmontando "la ciega ruleta del Odio".

Gracias a tu posición has enriquecido la mía, y no sólo la mía sino la de muchas otras personas más. Cada vez somos más personas las que, en distintos tonos de voz, nos oponemos a las imposiciones homofóbicas vetarras... y el coro crece.

Este esfuerzo general que impulsas, del cual has hecho que yo también después forme parte, da frutos para que ese "clima social homofóbico" desapareza algún día.

Algunos frutos, aunque pocos por la dimensión de la situación discriminatoria y de homofobia violenta que se vive, he podido cosechar. En la redacción que tú y yo compartimos algún día, recibí tres emails sobre mi texto de LOS MUCHACHOS NO LLORAN, de Kimberley Peirce. El primero, de indole vetárrica -¿mismo autor?- lo consideraba "de primaria" e indigno de ser publicado, sólo porque afirmé que el personaje de Chloe Sevigny si sabía que era una mujer la que le hacía el amor (el personaje de Hilary Swank) gracias a una toma subjetiva donde se le veían los senos fajados unos instantes durante el acto. Eso implicaba conciencia y aceptación del amor gay y no sólo eso: corresponder en la misma medida amorosa y sexual. No eran pues dos lesbianas sino dos seres humanos en esa escena. Eso me valió también un regaño vetárrico y filmópata en el Cementerio de los Zombies, donde se declaró falsa y mentirosa la afirmación de que Sevigny en ese momento se diera cuenta de que Swank era una mujer. Eso alteraba completamente el sentido del film.

Al final, ya sabes, por lo ocurrido en el contexto de las "Guerras Vetarras", el mismo sujeto afirmó que yo era un gay de clóset y que le mentía a mi esposa (que además se acostaba con carretoneros) y a mi hijo (alcohólico a los 14 años, a quién yo golpeaba por robarse "mi pulque"). Nada inesperado de un sujeto impregnado de malicia, homofobia y, claro, "decencia, moralidad y ética intachables que nunca miente". Es decir bravucón, bully, igual que los niños golpeadores de primaria y secundaria que conocimos antes en la vida: mismo patrón esencial violento con rasgos sociales más sofisticados solamente.

El segundo email fue de un lector que no había visto el detalle mencionado entre Sevigny-Swank, pero en lugar de denostar lo escrito, dijo que iba a revisar la escena en DVD, y que si tal era cierta, cambiaría su valoración de la cinta a favor. Quizás (nunca lo sabré) la revisión de ese lector hizo que él fuera menos homofóbico y más tolerante. Esa sigue siendo mi esperanza.

El tercer email provenía de una mujer en sus primeros 30. Era lesbiana y me agradecía que yo intentara que l@s lector@s vieran la cinta "de otra manera", dejando a un lado prejuicios para acceder emocional e intelectualmente a una visión más humana de la cinta.

Tenía razón.

A lo largo de este tiempo has influenciado a muchas personas y el efecto se ha multiplicado. Quizás no veremos la desaparición de hechos como los que nos cuentas aquí; pero has logrado que seamos más los que luchamos porque ocurran con mucha menor frecuencia y, ojalá, desaparezcan para siempre cuando Todos entendamos que somos, antes que nada y después de todo, Seres Humanos.

Como ves, tu voz se escucha, tu mensaje no es en vano. Por favor, sigue adelante.

Un abrazo fraternal

,,,,,

CRISTINA dijo...

No sabía la historia. Gracias por contárnosla. A mí también se me eriza la piel. Es terrible.
Y como tú dices es asunto de todos. Debería serlo. Y para empezar de aquellos que tienen la responsabilidad de gobernar y hacer leyes que deberían perseguir al que discrimina y ataca antes de que se produzca algo inevitable.
Y, mucho antes, debería ser asunto de los padres que tienen la obligación de educar a sus hijos, se supone, en el respeto.

Besos, Cane.

Alfredo Carrera dijo...

Vaya, sin duda el mundo tiene sus aristas. Esto está terrible, se supone que vivíamos ya en un mundo más "tolerante" (que debería de usarse más el verbo "aceptar").

En fin.

Anónimo dijo...

Esto es terrible,pero como dicen más arriba, tu voz se escucha. Y nos cambia para bien, espero.

Te cuento algo? Una amiga, compatriota mía, conocía por haber estado vinculada a los mismos grupos que nosotros, varios detalles de los embates vetárricos.

Luego de estar yo en el DF, un día nos juntamos para que yo le contara mis andanzas, por supuesto entre los cuentos estuvo el de nuestra reunión. Mucho tiempo después, no recuerdo qué comentario hice, donde quedaba implícito que tú sos homosexual.

Mi amiga se sorprendió, porque (por aquello de cría fama...) en ningún momento tomó en serio absolutamente nada de las andanadas vetárricas. Y yo no había comentado nada de eso.

Y sabés por qué? Ahí me di cuenta de que de verdad, eso no es para mí algo que uno deba aclarar sobre otra persona. Es parte de su ser, como el color de ojos o su físico: la gente es como es, punto.

Pero sin dudas, lo que más influye es conocer humanamente, con cierta cercanía (pese a la distancia) los sentimientos, esperanzas, temores tuyos. Y tu indignación frente a esas cosas se hace mía. Porque te conozco a tí, porque conozco tus valores.

Y porque cuando oigo algún comentario homofóbico, no puedo evitar pensar en que hay gente a quien yo quiero, que se sentiría agraviada al oírlo.

Homofobia, racismo... es cosa de espíritus débiles.

Tu voz se oye, Miguel. Gracias por hacerla oír.

Besos
P.