sábado, 24 de noviembre de 2007

En San Juan

Este fin de semana, vine a ver a mis padres a San Juan del Río, un poblado a 90 minutos de la ciudad de México. Es el lugar donde ellos residen desde que me fui.

Aquí, ellos han puesto un pequeño negocio y una casa modesta, pero cálida. Es su hogar. Ellos están contentos y me siento aliviado de ver que están bien.

Fue un poco impresionante ver la casa de mi infancia, la casa donde crecí, ahora en obra negra: con sus tripas expuestas, sin pisos, sin color en las paredes, sin ninguno de mis recuerdos. Mentiría si dijera que no me importó, porque , me importó mucho... y me puse a llorar, ¿qué le voy a hacer? Era mi casa. Ya no lo será más.

Tengo muchos sentimientos encontrados: alegría, desencanto, furia, humillación, ternura... es demasiado y demasiado pronto.

Y supongo que la semana próxima será un poco más difícil... pero es un paso, es una etapa.

Es parte de la hora de crecer.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Nadie dijo que no doliera. Bienvenido al exilio. Pero todos, de una manera u otra somos exiliados. Y ahí también se puede vivir muy bien, como ya empiezas a saber por tu propia experiencia. Anda, cuídate.

J.

*ஐღ Mì†a ღஐ* dijo...

A veces un cambio es necesario y nos ayuda a renovarnos, hay que ver el lado positivo sino terminarás por no aceptarlo y amargarte por ello.

Aprende a amar tus "nuevos lugares" y a crear tu nueva historia.

Saludos
Arrivederci

Lilián dijo...

Guau, Miguel. Ahora sí casi me voy para atrás con todo y silla. Fíjate que San Juan del Río está a 20 minutos de mi pueblito natal y, como ya bien sabes, a 30 de Querétaro.

Chin.

De haber sabido, me hubiera escabullido como buena fanática acosadora que soy y hubiera aparecido en medio de la calle -muy casualmente- para decir: "Miguel, pero qué sorpresa. Dame un autógrafo".

Mmm, de haber sabido.

Abrazos.