Castígame con besos (III)
... Gracias, estimado público, y sean bienvenidos a un episodio más de su radionovela preferida Castígame con besos, original de la pluma de la aclamada escritora caribeña Cretina Sentimental Higgins, y protagonizado por la eximia actriz dramática y folclórica de éxito internacional Anita Lava Latina como Margarita Masoca y como Claudio César Mascarpone, el primer actor de la radio, el cine, las fotonovelas, las tablas y la televisión Juan Narciso Pérez De Sade. En nuestro capítulo de hoy, nos enorgullecemos de contar con la presencia como artistas invitados del sincopado barítono de Biarritz, el incomparable Bobi Juvenal Yeah-Yeah-Yeah como el doctor Conceso Galán y la despampanante superestrella continental Tita Fornicio, en el papel de Liviana DeCascos... y no olvide que este, su melodrama favorito, es patrocinado por Leeeeche la Rrrreal, Jabón Mono -- que le dejará el cutis colorado como posadera de Mandril- y Vul-vo-naaa, el champú de alfombras más cáustico y eficaz...
Narrador: En nuestro episodio anterior, Margarita Masoca, para lanzarse a la búsqueda desesperada de Claudio César Mascarpone a Tierra del Fuego, fue engañada por una banda de tratantes de Blancas (y Catalinas, Beatrices, Teresitas y Julias...), quienes, con falsas promesas de reunirla con su díscolo amante, trataron de obligarla a participar en una película pornosoft de ínfima categoría, a rodarse en un muladar en los extraradios de Honduras. Para escapar de tan sórdida situación, Margarita fingió repentino retortijón, alegando la copiosa alimentación adulterada con enervantes y como pudo, salió por la ventana del baño. Haciendo autoestop por la carretera panamericana, en lo que se le bajaba el efecto de las drogas alucinógenas que se había visto obligada a consumir como si no hubiera un mañana, fue recogida por una furgoneta repleta de monjas que la llevaron al hotel de veraneo donde Mascarpone gozaba la buena vida de gigoló tendido al rayo del sol junto a una piscina. Tras confrontarlo, éste le soltó un golpe de toalla a la cabeza que la dejó inconsciente, tirada sobre las baldosas y al rayo del sol abrasador, por lo que sufrió quemaduras de tercero, cuarto y quinto grado y tuvo que ser llevada de urgencia a un puesto de socorro. Entre tanto, preocupada por la triste suerte de su amiga, la ávida lingüista y bastante desinhibidita Liviana DeCascos, emprendió el éxodo hasta el sur, donde encontró a su amiga en calidad de charamusca en un hospicio de caridad atendido por las mismas monjas que la habían recogido en la carretera. Consternada, Liviana habla con el inenarrablemente apuesto, noble y generoso cirujano plástico y dermatólogo Conceso Galán, una auténtica eminencia en casos desesperados, sobre la situación de nuestra achicharrada heroína...
Margarita: Ay, ay. Guau, guau.
Liviana: Ay, pero Márgara. ¡Qué bestia! Te pusiste una quemadura brutal, salvaje.
Margarita: Ay.
Conceso: No podrá contestarle, señorita. Los vendajes con linimento de trementina servirán para desinflamar y desinfectar sus heridas y de este modo, podremos salvarle la vida. Toda vez que ceda la severa inflamación y la pertinaz infección, buscaré la manera de hacerle un injerto de células de ballenato nonato, para poder rescatar sus facciones.
Liviana: Pero doctor... ¿No va a quedar hecha un monstruo?
Conceso: Con la ayuda de Dios y de la Madre ciencia, podremos salvarle la vida y devolverla a la normalidad. He estado realizando experimentos en la clínica Jane Eyre de Rochester y hemos alcanzado el éxito en la restauración de dermis que han sido salvajemente devastadas por bacterias, parásitos, hongos y quemazones. Estoy seguro de que tras un tratamiento doloroso, pero eficaz, su amiga volverá a ser la que antes fue.
Liviana: Ay. Pues más le valdría que no, la verdad.
Conceso: ¿Perdone?
Margarita: Ay, ay.
Liviana: No sabría cómo explicarle... es taaaan largo y anticlimático. Y si hay algo que no soporto en esta vida, doctor, es precisamente un anticlímax. Poco es más frustrante que eso y se lo digo por experiencia, excepto tal vez por el coitus interruptus...
Narrador: En ese momento, ambos reparan en la presencia de una silenciosa monja, que se aproxima a la enferma con una bandeja de medicina.
Sor Yvonne: Buenas tardes tengan ustedes. Sólo vengo a traerle su pentotal a la fenfermita.
Margarita: Glu, glu.
Conceso: Practicamos una medicina alternativa muy New Age conjugándola con algunos métodos tradicionales, ya ve usted.
Liviana: Estoy... muy impresionada, doctor. ¿A qué hora sale a comer?
Conceso: Gracias. Yo sólo me debo al bienestar de mis pacientes. No como ni bebo casi. Soy un asceta aspirante, sabe usted. Aunque también soy hombre de ciencia. Y practico el Surfismo Zen, todas las mañanas.
Narrador: Con un talento increíble y gran dedicación, el heróico médico, a base de un tratamiento estricto y numerosas horas en el quirófano, consigue recuperar las facciones de Margarita quien, en cuanto recupera la lucidez, lo primero que hace es preguntar por Mascarpone; sin embargo, el pécoro ya se ha desaparecido de Tierra del Fuego para explotar a una venerable y gelatinosa viudita forrada de billetes, a la que fue visto murmurándole en la sala de espera del aeropuerto, que le gustaba por "guarra, amor". Sin que el que la paciente se la pase preguntando como disco rayado por su examante, el doctor Galán hace un trabajo notable, hasta llegar al momento de retirar los vendajes para que pueda ver su nuevo rostro -- antes de una última lavada con jabón de trementina Mono, ideal para acabar de una vez con esas molestas espinillas, puntos negros y granitos.
[Efecto: música arrobadora]
Conceso: Ya llegó el momento, señorita Masoca... ahora veremos los resultados
Liviana: ¡Ay mana! ¡Vas a ver que very nice quedaste!... ¡estás beautiful, preciosa!
Margarita: Pero... es que... es que... ¿tú crees? ¿Y él me querrá?
Liviana: ¿Otra vez? ¿Cómo te explico? Ese fulano te dejó tirada como fajitas en asador. No le importas. No te quiere. Nunca te quiso.
Margarita: ¡Ay no me digas esas cosas! Estoy angustiada. Yo aquí tirada y no hay nadie en mi casa que conteste al teléfono o reciba el correo.
Liviana: Pero... ¿y para qué te preocupas por eso?
Margarita: Ay, es que... ¿y si me escribe? ¿O si me habla, y no estoy?
Liviana: ¿Cómo? What? ¿Y a ti eso que más te da?
Margarita: Pues es que si me habla y no le contesto... ¡quizá no vuelva a llamar! ¡Mi vida estará perdida si no me encuentra! ¡Si me escribe y no le contesto, pensará que ya no me interesa y no volverá a escribirme! ¡LO VOY A PERDER...!
Liviana: ¡Bueno! ¡Tú estás loca!
Conceso: Por favor, Margarita, no se altere... un ataque de nervios le puede causar atrofia o afasia, o se le puede quedar chueca la boca hasta por acá... o quedarle un ojo de un lado y otro de otro, como de pollo... tranquilícese por favor, o tendré que llamar a Sor Yvonne para que traiga el pentotal...
Margarita: ¡Ay! ¡Ay de mí! ¡Lo voy a perder para siempre! Si no lo tengo conmigo, no me interesa ningún otro hombre... estoy negada para el amor si no es con él.
Liviana: And here we go again. Sic gloria transit mundi...
Margarita: ¿Qué hago con Claudio César? ¿Qué va a ser de mí sin él? ¡No hay ningún hombre como él! ¡Me niego a tratar a otros!
Liviana: Pero Márgara... ¿Ya checaste al personal, hon...?
Margarita: Ay, porque tú eres una mujer fácil y usas tu reputación de bandera. Además, eres siempre tan aventurera... a mí la verdad es que el lesbianismo no se me da y no me gustan las monjas... aunque reconozco que visten al último grito de la moda, ¡muy chic! ¿Quién les diseñará los hábitos, tú? ¿Prada o Gucci? ¿Será Fiorucci? ¡O Massimo Dutti!
Liviana: ¡No Ma... soca! No me refiero a las monjas. Me refiero al doctorcito. No tiene malos bigotes, manís...
Margarita: Ay, pero si ni tiene bigotes...
Liviana: ¡Me doy!
Margarita: Ay, eso siempre y con singular abandono, amiga. Yo no podría. Me da mucha pereza, si no es con él.
Conceso: Perdone que me entrometa, Margarita, pero nadie le dice que usted necesite un hombre a su lado para ser una mujer plena... con su rostro restaurado, usted es una mujer atractiva y puede vivir con total satisfacción...
Margarita: ¡No! ¡No, no y no! ¡Esta es una careta! ¡Siempre he sido un patito feo! ¡Aún debajo de esta tlapalería! ¡Lo buscaré hasta el fin el mundo! ¡Si no soy suya, no seré la mujer de todos! ¡Seré de nadie!
Narrador: En un acto de agilidad sorprendente, Margarita Masoca salta de la cama y cual Nadia Comaneci, da una voltereta a través de la ventana, dejando atónitos al heróico galeno, la suculenta casquivana y a la Monja abastecedora de sedantes, quienes quedan per-ple-jos al verla correr alejándose del hospital tropical.
Conceso: ¡Es demasiado pronto! ¡No debe huir! ¡Si no sigue el tratamiento, puede contraer elefantiasis o sabañones! ¡O se le puede caer la cara de vergüenza! ¡Hay que detenerla...!
Liviana: Ahorita, ahorita vamos, doctor. Oiga, creo que tengo un estreptococo en la garganta... ¿no quiere revisármela? ¿Mmmm? Pretty please...?
[Efecto: Tema musical salida]
Narrador: ¿Qué pasará ahora que Margarita Masoca, con una nueva cara, se ha lanzado nuevamente en pos del elusivo y cínico Claudio César Mascarpone? ¿Lo encontrará y podrá apartarlo de la copiosa riqueza de su actual acompañante? ¿Algún día intentará recuperar un módico de respeto y amor propio? ¿Se le desfigurará la cara y quedará convertida en cuadro cubista? ¿Iniciará la arrolladora Liviana DeCascos una candente aventura sin compromisos con el beatífico médico, corrompiéndolo mediante su naturaleza lasciva e innegables atributos? ¿Sucumbirá el doctor Galán a los vicios de la carne y la concupiscencia en pleno éxtasis? ¿Quién pagará las costosas inyecciones de células de ballenato nonato? ¿Era realmente pentotal lo que le daba la enigmática Sor Yvonne a los pacientes del hospital? ¿Habrá algún remedio para la necedad empedernida de Margarita que se resiste a quererse a sí misma?
Narrador: En nuestro episodio anterior, Margarita Masoca, para lanzarse a la búsqueda desesperada de Claudio César Mascarpone a Tierra del Fuego, fue engañada por una banda de tratantes de Blancas (y Catalinas, Beatrices, Teresitas y Julias...), quienes, con falsas promesas de reunirla con su díscolo amante, trataron de obligarla a participar en una película pornosoft de ínfima categoría, a rodarse en un muladar en los extraradios de Honduras. Para escapar de tan sórdida situación, Margarita fingió repentino retortijón, alegando la copiosa alimentación adulterada con enervantes y como pudo, salió por la ventana del baño. Haciendo autoestop por la carretera panamericana, en lo que se le bajaba el efecto de las drogas alucinógenas que se había visto obligada a consumir como si no hubiera un mañana, fue recogida por una furgoneta repleta de monjas que la llevaron al hotel de veraneo donde Mascarpone gozaba la buena vida de gigoló tendido al rayo del sol junto a una piscina. Tras confrontarlo, éste le soltó un golpe de toalla a la cabeza que la dejó inconsciente, tirada sobre las baldosas y al rayo del sol abrasador, por lo que sufrió quemaduras de tercero, cuarto y quinto grado y tuvo que ser llevada de urgencia a un puesto de socorro. Entre tanto, preocupada por la triste suerte de su amiga, la ávida lingüista y bastante desinhibidita Liviana DeCascos, emprendió el éxodo hasta el sur, donde encontró a su amiga en calidad de charamusca en un hospicio de caridad atendido por las mismas monjas que la habían recogido en la carretera. Consternada, Liviana habla con el inenarrablemente apuesto, noble y generoso cirujano plástico y dermatólogo Conceso Galán, una auténtica eminencia en casos desesperados, sobre la situación de nuestra achicharrada heroína...
Margarita: Ay, ay. Guau, guau.
Liviana: Ay, pero Márgara. ¡Qué bestia! Te pusiste una quemadura brutal, salvaje.
Margarita: Ay.
Conceso: No podrá contestarle, señorita. Los vendajes con linimento de trementina servirán para desinflamar y desinfectar sus heridas y de este modo, podremos salvarle la vida. Toda vez que ceda la severa inflamación y la pertinaz infección, buscaré la manera de hacerle un injerto de células de ballenato nonato, para poder rescatar sus facciones.
Liviana: Pero doctor... ¿No va a quedar hecha un monstruo?
Conceso: Con la ayuda de Dios y de la Madre ciencia, podremos salvarle la vida y devolverla a la normalidad. He estado realizando experimentos en la clínica Jane Eyre de Rochester y hemos alcanzado el éxito en la restauración de dermis que han sido salvajemente devastadas por bacterias, parásitos, hongos y quemazones. Estoy seguro de que tras un tratamiento doloroso, pero eficaz, su amiga volverá a ser la que antes fue.
Liviana: Ay. Pues más le valdría que no, la verdad.
Conceso: ¿Perdone?
Margarita: Ay, ay.
Liviana: No sabría cómo explicarle... es taaaan largo y anticlimático. Y si hay algo que no soporto en esta vida, doctor, es precisamente un anticlímax. Poco es más frustrante que eso y se lo digo por experiencia, excepto tal vez por el coitus interruptus...
Narrador: En ese momento, ambos reparan en la presencia de una silenciosa monja, que se aproxima a la enferma con una bandeja de medicina.
Sor Yvonne: Buenas tardes tengan ustedes. Sólo vengo a traerle su pentotal a la fenfermita.
Margarita: Glu, glu.
Conceso: Practicamos una medicina alternativa muy New Age conjugándola con algunos métodos tradicionales, ya ve usted.
Liviana: Estoy... muy impresionada, doctor. ¿A qué hora sale a comer?
Conceso: Gracias. Yo sólo me debo al bienestar de mis pacientes. No como ni bebo casi. Soy un asceta aspirante, sabe usted. Aunque también soy hombre de ciencia. Y practico el Surfismo Zen, todas las mañanas.
Narrador: Con un talento increíble y gran dedicación, el heróico médico, a base de un tratamiento estricto y numerosas horas en el quirófano, consigue recuperar las facciones de Margarita quien, en cuanto recupera la lucidez, lo primero que hace es preguntar por Mascarpone; sin embargo, el pécoro ya se ha desaparecido de Tierra del Fuego para explotar a una venerable y gelatinosa viudita forrada de billetes, a la que fue visto murmurándole en la sala de espera del aeropuerto, que le gustaba por "guarra, amor". Sin que el que la paciente se la pase preguntando como disco rayado por su examante, el doctor Galán hace un trabajo notable, hasta llegar al momento de retirar los vendajes para que pueda ver su nuevo rostro -- antes de una última lavada con jabón de trementina Mono, ideal para acabar de una vez con esas molestas espinillas, puntos negros y granitos.
[Efecto: música arrobadora]
Conceso: Ya llegó el momento, señorita Masoca... ahora veremos los resultados
Liviana: ¡Ay mana! ¡Vas a ver que very nice quedaste!... ¡estás beautiful, preciosa!
Margarita: Pero... es que... es que... ¿tú crees? ¿Y él me querrá?
Liviana: ¿Otra vez? ¿Cómo te explico? Ese fulano te dejó tirada como fajitas en asador. No le importas. No te quiere. Nunca te quiso.
Margarita: ¡Ay no me digas esas cosas! Estoy angustiada. Yo aquí tirada y no hay nadie en mi casa que conteste al teléfono o reciba el correo.
Liviana: Pero... ¿y para qué te preocupas por eso?
Margarita: Ay, es que... ¿y si me escribe? ¿O si me habla, y no estoy?
Liviana: ¿Cómo? What? ¿Y a ti eso que más te da?
Margarita: Pues es que si me habla y no le contesto... ¡quizá no vuelva a llamar! ¡Mi vida estará perdida si no me encuentra! ¡Si me escribe y no le contesto, pensará que ya no me interesa y no volverá a escribirme! ¡LO VOY A PERDER...!
Liviana: ¡Bueno! ¡Tú estás loca!
Conceso: Por favor, Margarita, no se altere... un ataque de nervios le puede causar atrofia o afasia, o se le puede quedar chueca la boca hasta por acá... o quedarle un ojo de un lado y otro de otro, como de pollo... tranquilícese por favor, o tendré que llamar a Sor Yvonne para que traiga el pentotal...
Margarita: ¡Ay! ¡Ay de mí! ¡Lo voy a perder para siempre! Si no lo tengo conmigo, no me interesa ningún otro hombre... estoy negada para el amor si no es con él.
Liviana: And here we go again. Sic gloria transit mundi...
Margarita: ¿Qué hago con Claudio César? ¿Qué va a ser de mí sin él? ¡No hay ningún hombre como él! ¡Me niego a tratar a otros!
Liviana: Pero Márgara... ¿Ya checaste al personal, hon...?
Margarita: Ay, porque tú eres una mujer fácil y usas tu reputación de bandera. Además, eres siempre tan aventurera... a mí la verdad es que el lesbianismo no se me da y no me gustan las monjas... aunque reconozco que visten al último grito de la moda, ¡muy chic! ¿Quién les diseñará los hábitos, tú? ¿Prada o Gucci? ¿Será Fiorucci? ¡O Massimo Dutti!
Liviana: ¡No Ma... soca! No me refiero a las monjas. Me refiero al doctorcito. No tiene malos bigotes, manís...
Margarita: Ay, pero si ni tiene bigotes...
Liviana: ¡Me doy!
Margarita: Ay, eso siempre y con singular abandono, amiga. Yo no podría. Me da mucha pereza, si no es con él.
Conceso: Perdone que me entrometa, Margarita, pero nadie le dice que usted necesite un hombre a su lado para ser una mujer plena... con su rostro restaurado, usted es una mujer atractiva y puede vivir con total satisfacción...
Margarita: ¡No! ¡No, no y no! ¡Esta es una careta! ¡Siempre he sido un patito feo! ¡Aún debajo de esta tlapalería! ¡Lo buscaré hasta el fin el mundo! ¡Si no soy suya, no seré la mujer de todos! ¡Seré de nadie!
Narrador: En un acto de agilidad sorprendente, Margarita Masoca salta de la cama y cual Nadia Comaneci, da una voltereta a través de la ventana, dejando atónitos al heróico galeno, la suculenta casquivana y a la Monja abastecedora de sedantes, quienes quedan per-ple-jos al verla correr alejándose del hospital tropical.
Conceso: ¡Es demasiado pronto! ¡No debe huir! ¡Si no sigue el tratamiento, puede contraer elefantiasis o sabañones! ¡O se le puede caer la cara de vergüenza! ¡Hay que detenerla...!
Liviana: Ahorita, ahorita vamos, doctor. Oiga, creo que tengo un estreptococo en la garganta... ¿no quiere revisármela? ¿Mmmm? Pretty please...?
[Efecto: Tema musical salida]
Narrador: ¿Qué pasará ahora que Margarita Masoca, con una nueva cara, se ha lanzado nuevamente en pos del elusivo y cínico Claudio César Mascarpone? ¿Lo encontrará y podrá apartarlo de la copiosa riqueza de su actual acompañante? ¿Algún día intentará recuperar un módico de respeto y amor propio? ¿Se le desfigurará la cara y quedará convertida en cuadro cubista? ¿Iniciará la arrolladora Liviana DeCascos una candente aventura sin compromisos con el beatífico médico, corrompiéndolo mediante su naturaleza lasciva e innegables atributos? ¿Sucumbirá el doctor Galán a los vicios de la carne y la concupiscencia en pleno éxtasis? ¿Quién pagará las costosas inyecciones de células de ballenato nonato? ¿Era realmente pentotal lo que le daba la enigmática Sor Yvonne a los pacientes del hospital? ¿Habrá algún remedio para la necedad empedernida de Margarita que se resiste a quererse a sí misma?
Para conocer las respuestas a estas y otras inquietantes incógnitas , no se pierda mañana, a esta misma hora y por esta misma emisora, otro apasionante episodio de su radionovela preferida, Castígame con besos, con las voces de Anita Lava Latina y Juan Narciso Pérez de Sade. Una producción de Arrumaco Carantoña, presentada por Leeeche La Rrrrreal, Jabón Mono y Vul-Vo-naaaaaa para Radio Cadena Agorera... le invitamos a que siga disfrutando de nuestra programación; a continuación, el programa confesional de participación de nuestro auditorio Me odio cuando miento, patrocinado por los refrescantes caramelos Juanolas y quesos Soy La Pera, que dará inicio en unos segundos...
Comentarios
Besos.
"Ay, porque tú eres una mujer fácil y usas tu reputación de bandera. Además, eres siempre tan aventurera... a mí la verdad es que el lesbianismo no se me da y no me gustan las monjas... "
jajajajajajaja me enkantó
Esa Margarita es insufrible, lo mejor es que le viniera elefantiasis o que le quedara la cara picada, qué mujer tan desagradable!!!
La saga continuará...
P R Ó X I M A M E N T E. . .