martes, 26 de septiembre de 2006

¿Con quién andan nuestros locos?

A veces creo que de todas las cosas modernas, la más complicada es el amor.

El otro día, conversando con mi amigo Jake, quien desde hace años observa la naturaleza de las relaciones a su alrededor (y tiene la suerte de llevar una estable y apacible con una chica extraordinaria) con un ojo muy esclarecedor y objetivo, llegué a la conclusión de que un gran número de personas se involucran en relaciones sin tener ni puta idea de con quién están enredándose y que esto, a la larga, puede revelar y/o resultar en diversos estados de auténtica locura.

Esta es la historia de Paco y Laura (que así se llaman en la vida real).
Cuando se conocieron, la atracción fue un brote animal y antes de que puedas decir “Tres Tristes Tigres” decidieron irse vivir juntos.

Los delirantes jóvenes concupiscentes en pleno éxtasis buscaron apartamento y tomaron uno en la colonia Roma. Entre el conocerse (fue bailando salsa en sofisticado antro de vicio) y el mudarse a vivir en [delicioso] pecado, no pasaron ni tres semanas.

Así pues, al llegar la primera noche en que iban a cohabitar, Laura se apersonó primero en el lugar de los hechos y estaba muy ufana cantando canciones de Mocedades (¡sí! ¡qué pasa! ¡todo mundo tiene su pasado! ¡y qué!) cuando llegó aquél andando de puntillas y le brincó encima con la intención de pegarle un susto mayúsculo y obsequiarla ipso facto con un ramo de rosas que llevaba.

Cuando lo fui a ver al nosocomio, el otro estaba como Santo Cristo.
Pobre infeliz, ignoraba que la escultural güera en cuestión era experta Judoka cinta marrón que le metió las flores de supositorio, literalmente.

Por supuesto, el par de locos sobrevivió a esta puntada y siguen tan felices como al principio; su brote de lujuria eventualmente dio pie a una relación fructífera (dos niños, un perro y un conjunto de blus) y armónica… pero como es bien sabido en la vida real, no todas las historias tienen happy ends.

Tomemos el siguiente ejemplo:

Esta es la historia de la Señorita Guita (nombre cambiado, no conozco a nadie en la vida real con un apelativo tan cursilón y ridículo) y también se desarrolla en la mentada colonia Roma.

Tras años de soltería voluntaria (todos eran unos pelafustanes y nadie había a la altura-de-su-vida) esta perfeccionista linguista, pesada como collar de papayas, decidió aventurarse a tener otoñal romance con un aparentemente muy propio viudo que conoció en la primera junta de Neuróticos Anónimos a la que se atrevió a ir.

El fulano hablaba exuberantemente con voz engolada y su actitud hizo pensar a la reprimida (ni tanto, ¿eh?) señorita, que había encontrado su alma gemela, amén de que el sujeto se ostentaba como un brillante asesor financiero que podría asegurarle su futuro (ya se veía la reina con un Renault último modelo a la puerta y transplantada del territorio de clase media donde habitaba, a compartir el "château" con su gordo gelatinoso en baronial suburbio de la capital).

Craso error.
Al cabo de casi cuatro años de zigzagueante relación calificada por el sujeto como together-apart” (vil pretexto para nunca tener que presentarla a su familia), la mofletudita mujer descubrió para su creciente horror y estupor, que el sujeto no era ni viudo, ni decente, ni bicultural.

Acaso, el tipo sería bipolar; su amado resultó un anómalo patológico que fue despedido de una prestigiosa institución crediticia por motivos de salud, que mentía compulsivamente [llegando al punto de "matar" a su todavía esposa en un "accidente" y decirse viudo, cuando ni divorciado estaba] y en ataque repentino de violencia fue y le metió una zarandeada brutal, salvaje (de hecho, acabó en urgencias, igual que el ocurrente de la otra anécdota) y la dejó trastornadísima, al punto de no poder asimilar que la enredó un esquizofrénico.

La pobre se lamentaba, me cuentan, y decía que quería morirse, pero ni siquiera tenía valor ya para intentarlo, ni para seguir viviendo. Pero tampoco puede culpar a nadie de su desgracia que no sea ella misma: quiso sacarse la rifa del tigre y se encargó de sacar todos los boletos.

Esto es: la señorita Guita -- que no guila, conste- se encargó de convertir a su loco en alguien que dependía emocionalmente en exclusiva de ella y se degradó de manera magistral para la ocasión. El precio fue muy alto y no valió la pena.
Por así decirlo, a ella no hubo quien le sacara las rosas insertadas ahí.

Dos historias amorosas: espejos similares, aunque opuestos.
Así de espeluznante puede ser la naturaleza de la pasión: como caer en un tobogán rapidísimo y sin frenos. Y uno no se pregunta al ver a tanta pareja que pasea, tomadas de la mano o del brazo y por la calle: de todos estos, ¿cuántos de todos esto resultará a la hora de la hora que están locos?

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuando la ficción supera la realidad ¿o viceversa?

Me encantó eso de que organizó la rifa del tigre y se compró ella solita todos los boletos...así no hay pierde ¿eh?

Finalmente, creo que todos tenemos lo que nos merecemos.

Bueno, yo nomás decía.

Saludos Canito.

Paul Medrano dijo...

Bien dicho, qué pinchi difícil resulta algo, al parecer tan sencillo y simple, con el amor. Conozco casos extremos: 9 años de noviso y dos semanas de matrimonio; chale, pero seguimos en la búsqueda.

Miguel Cane dijo...

Hola Davis,

Pues sí, cada quién tiene lo que se merece. Ahora me pregunto, ¿a quién le llora esa señora si no a ella misma? Digo, nadie la obligó.

Por eso me alegro mucho de que seamos personitas decentes y gentiles que por lo mismo nos va muy bien en la vida.

Un abrazo hasta Can-Coon.

MC

Miguel Cane dijo...

¡Ese Paul!

¿Nueve años de novios y dos semanas de casados?

Espero que al menos se hayan repartido equitativamente los regalos, manís.

No, no. Si la verdad es que el amor es una locura... por lo mismo, tienes que saber que cuando le entras, pues ya sabes a lo que le tiras.

Un saludote, maestro.

Anónimo dijo...

Se sacó la rifa del Tigre... y se lo acabó en bisteces !!!!

JAJAJAJAJAJAJAJA.

(desfaciendo entuertos en MSN, pero pasando lista).

Anónimo dijo...

By the way...

Lo de "pesada como collar de papayas" deberías registrarlo.

Ah, y hay unas fotos con la Comunidad de Espejos sobre Potter y, juro que en dos de ellas la susodicha fue clonada, pirateada o de perdis copiada (el personaje viste de rosa).

¡¡¡ESTA IDENTICA!!!

jAJAJAJAJAJA

Miguel Cane dijo...

Hola Franklin!

Sí, yo también lo pensé.

Dolores Umbridge = La Tara.
Y en carácter también es igualita, me dicen.

Un abrazo hasta Far Ithilien.

M

Anónimo dijo...

Un gusto leer a Faramir por acá. Se me hace que este post tuyo Cane va a tener repercusión...y para muestra ya lleva 7 respuestas jeje.

Miguel Cane dijo...

Ocho, querido Davis.

Y si tiene repercusiones, ¿a mí qué? No eché ninguna mentira....

Abrazos.

Anónimo dijo...

En el momento del estreno de Potter ALGO hay que hacer sobre ESOS personajes. ¿Una correlación? ¿El arte copia a la vida real? ¿Será la fílmica tan pesada como collar de papayas como el original? ¿Habrá demanda contra la escritora por clonarla en pantalla? Eso sí, el oso ya no estará acompañado de manotazos "asertivos" (agresivos en realidad) porque... ¿será verdad lo que se rumora en la red que la relación de pareja ya chupó faros (no, esos no, son de "nacos"), digo, marlboroughs?

Uno acá, festejando el Día Oficial de la Victoria.

V

Anónimo dijo...

Ah, el Día Oficial de la Victoria: 26 de septiembre de 2006.