Mi noche de graduación
Recordar es volver a vivir, rezaba el slogan de Kodak.
Y vaya que a veces es verdad: hoy recuerdo mi fiesta de graduación (algunos la llaman de promoción o bien "prom") no sin una cierta agridulce nostalgia, aunque debo reconocer que, celebrada en el gimnasio de la escuela, esa noche fue -- hasta cierto punto- una verdadera maravilla.
Recuerdo muchos detalles con cariño.
Yo estaba muy nervioso, con un esmoquin rentado, llevando a esta chica de la mano.
Había una banda que tocaba música en vivo para que bailáramos; los alumnos del comité habían decorado el techo con estrellas de papel de estaño.
También votamos para elegir al rey y a la reina de la prepa.
No sé bien qué era mejor, si el agridulce momento en que todo el grupo estuvo reunido para decir adiós al colegio, o precisamente la idea de no regresar nunca al plantel, terminar con esa etapa tan difícil de la preparatoria para siempre.
Todo iba espléndidamente... hasta que a unos estúpidos imbéciles se les ocurrió arrojarle encima un cubo de sangre de cerdo a la pobre de Carrie White y entonces todo se volvió literalmente un infierno.
Y vaya que a veces es verdad: hoy recuerdo mi fiesta de graduación (algunos la llaman de promoción o bien "prom") no sin una cierta agridulce nostalgia, aunque debo reconocer que, celebrada en el gimnasio de la escuela, esa noche fue -- hasta cierto punto- una verdadera maravilla.
Recuerdo muchos detalles con cariño.
Yo estaba muy nervioso, con un esmoquin rentado, llevando a esta chica de la mano.
Había una banda que tocaba música en vivo para que bailáramos; los alumnos del comité habían decorado el techo con estrellas de papel de estaño.
También votamos para elegir al rey y a la reina de la prepa.
No sé bien qué era mejor, si el agridulce momento en que todo el grupo estuvo reunido para decir adiós al colegio, o precisamente la idea de no regresar nunca al plantel, terminar con esa etapa tan difícil de la preparatoria para siempre.
Todo iba espléndidamente... hasta que a unos estúpidos imbéciles se les ocurrió arrojarle encima un cubo de sangre de cerdo a la pobre de Carrie White y entonces todo se volvió literalmente un infierno.
Comentarios
lo que hizo después fue poner un puesto de tacos al carbón.
Moraleja: Nunca presiones demasiado a una personita aparentemente insignificante: podrías acabar hecho chicharrón.
Un saludote y gracias por leer.