sábado, 30 de septiembre de 2006

Hoy me pude levantar

El jueves, después del programa de televisión, Elizabeth me llamó aparte y me preguntó si me daban ganas de acompañarla el viernes a una función de Hoy no me puedo levantar, el musical de Nacho Cano con canciones suyas y de su hermano José María.

Como todo buen crío de los 80 tuve curiosidad desde que supe que existía el espectáculo y había oído los más diversos comentarios; Alex, un amigo español, la vio en Madrid y aunque le había gustado, me confió que le parecía (a casi cuatro horas) excesivamente larga.

Cuando llegó aquí, casi todos mis colegas acudieron a verla y los comentarios iban del éxtasis al horror... así que lo pensé.
Sí, me gusta Mecano. Mucho. Pero como para gastarme 700 pesos (50 €) en un boleto de teatro... pues no. Así que acepté la oferta de Eli -- mi mentora, mi jefa, mi amiga desde hace tantos años, a la que he seguido a todas las tierras inhóspitas y extraños paraísos de los medios- y quedé de verla en el teatro. Además me venía bien. El 29 de septiembre es mi santo y este fue un regalo inesperado.

Y vaya regalo. Cuando llegamos, Hugo Hernández, amigo mutuo y coordinador de prensa de la compañía productora, nos contó -- mientras nos llevaba a nuestros sitios, en la parte baja del teatro, con muy buena vista del escenario- que esa noche, Nacho Cano iba a participar de manera especial en el espectáculo. ¿Cómo? Hugo sonrió, nebuloso: ah, esa es la sorpresa...

No es ningún secreto que me gustan (y mucho) los musicales.

Me sé de memoria las canciones de The Sound of Music, de El Show de Terror de Rocky, de Cabaret, de Chicago (mi personaje favorito es Velma Kelly... vi a Ute Lemper hacerla y me traumó para siempre), de Sweet Charity... bueno, ¿qué puedo decir? Hasta los musicales que no me gustan (El Violinista en el Tejado, El Hombre de la Mancha, Jesucristo Superestrella) de algún modo me gustan... es un hábito difìcil de romper. Los únicos tres musicales que abomino -- y será precisamente porque a mucha gente le gustan- son Cats, El Fantasma de la Ópera y Rent. No me pregunten por qué, pero los alucino.

En fin, la cosa es así: se apagan las luces y comienza la obertura que conozco bien; el efecto del sintetizador que abre con cinco notas; enseguida surgen del escenario mismo tres camas y comienza el espectáculo. Cuando acuerdo, Elizabeth y yo estamos coreando las canciones y no somos los únicos... más que un musical, es como estar en un concierto.

La trama es simple: cómo un muchacho de pueblo llamado Mario y su amigo de la infancia, Colate, llegan a Madrid en Febrero de 1981 para convertirse en estrellas pop. Evidentemente, esta es una ficcionalización de la historia de Mecano (pero muy, muy "maquillada") y sirve básicamente como un pretexto para enmarcar las canciones... y se interpretan 32 temas, así que cuando uno acuerda, es como darle la vuelta a la colección de discos.

Hay algunos números que me gustan más (por razones muy subjetivas) que otros: el dueto para interpretar Quédate en Madrid me conmueve y me remueve; no puedo evitar aplaudir cuando comienza el segundo acto, con Laika (en tándem con Eungenio Salvador Dalí). Mujer v. Mujer nunca me gustó -- ni cuando salió el Descanso Dominical, del que mi preferida es la casi desconocida Fábula- así que me pasa de noche, igual que alguna otra, pero lo cierto es que en su mayor parte, la obra me captura, me entretiene, me sorprende: ¡qué derroche de energías!

Pocas cosas entusiasman y estimulan más que un buen espectáculo teatral: el movimiento calculado y perfecto, que parece espontáneo; las luces de estrobo, las esferas de espejos, el maquillaje, el vestuario. Me estremezco, me carcajeo y cuando llega El Fallo positivo, aún en contra de mi mejor voluntad (sería culpa de Elizabeth, que lo hizo antes que yo) se me escapa una lagrimita por el rabillo del ojo.

Y canto. Canto horrorosamente -- a muchos de ustedes les consta- pero canto. No coreo, sino que me suelto la melena (literalmente, me urge ir al abattoir, er, peluquero) y soy uno con el resto del monstruo de cientos de cabezas. Entre pitos y gritos/ Los españolitos... Parece mentira que después de tanto tiempo/rotos nuestros lazos/sigamos manteniendo la ilusión en nuestro ani-ver-saaaariiiioooo... y entonces, crack, se abre el suelo y como Hades visitándonos (o bien ¿Dionisios?), se manifiestan Nacho y su sintetizador.

El público se desboca a gritos. Apoteósis. La obra no pierde el ritmo, aún si sólo por el orden de las canciones puedo predecir en qué termina.

No me importa. Dejo que me agarre. Estoy en Madrid, recorriendo una década tan extraña como prodigiosa... tal y como la recuerdo y me la han descrito al otro lado del mar.

Transcurren casi cuatro horas y salimos medio apaleados (física y emocionalmente) y gozosos del teatro, para caminar las cuadras que nos separan del auto. Elizabeth se ve satisfecha y le agradezco el regalo.

He estado trabajando mucho y yéndome a la cama a deshoras -- mientras otros se levantan, yo apenas trastabillo hacia el reino de Morfeo.

Pero hoy... hoy quise compartir esto con ustedes. Hoy me pude levantar.




7 comentarios:

emejota dijo...

Ummm. Mecano, mi debilidad.

(escribo esto escuchando "El 7 de Septiembre")

;)

Personalmente, "Mujer contra mujer" me parece una obra maestra. Creo que José María Cano es un genio cuyo duende únicamente languideció en "Aidalai", pero que en "Entre el cielo y el suelo" y "Descanso Dominical" estuvo radiante en todos sus temas. Todos. Sus melodías son de una inspiración irrepetible y sus letras (su transgresión de la sintaxis, repetición de sílabas y demás argucias con finalidad expresiva) deparan sorpresas muy satisfactorias cuando se examinan.

Una confesión: a mí me gusta ponerle paréntesis a las canciones de JM Cano. Lo piden. Los paréntesis en sus letras apostillan, especifican, dicen un aparte, con un resultado estético siempre elegante. No es lo mismo decir:

"Quién detiene palomas al vuelo,
volando a ras de suelo:
mujer contra mujer"

que decirlo así, que es como lo canta Ana Torroja:

"Quién detiene palomas al vuelo
(volando a ras de suelo):
mujer contra mujer"

Y si no lo canta así, pues allá ella ;)

(allá nosotros)

Un abrazo

Miguel Cane dijo...

Querido Mariano:

¡Qué lujo!
¿Sabes qué pensaba mientras veía el musical? Pensaba yo: "A que esto lo ha visto Mariano!"

No lo sé de cierto (lo supongo).

Pero bueno, todo ese momento espléndido, mientras veía el espectáculo tú estuviste sentado en la tercera butaca a la derecha, sección orquesta, en la sexta fila. Muy cerca, eso seguro.

Y confieso: me gusta más la pluma de JM Cano que de Nacho, pero sí. Son parte del soundtrack de mi existir; sabor a infancia.

O bien:

Todos los recuerdos
(de mi habitación)
están escondidos al fondo de la
estación...
Todos los momentos
(que pasé leyendo cuentos)
están solos...


Otro abrazo hasta tu bosque.

Anónimo dijo...

Mecano, me encanta. Mujer contra mujer, para mi de lo mejor. Hay que tener en cuenta que es de los 80, en España.
B7s

Miguel Cane dijo...

¡Ciertamente, Faraona!

¿Han visto la obra?
A que les gusta, seguro.

Besos varios,

MC

Anónimo dijo...

Estuvimos en Madrid en pascuas pero no pudimos ver el musical. Y hace un par de fines de semana, Ana Torroja estuvo de concierto en Castellón con las canciones de Mecano pero tampoco pudimos ir. De todas formas ya los vi cuando todavía estaban juntos.
B7s

Bef dijo...

Mecano fue mi banda favorita de la pubertad.

(Luego vino la onda punk, los Ramones, Nirvana y los Pixies, pero ése es otro cuento).

No he visto la obra, pero mi rola favorita de todos los tiempos (y apuesto a que no está incluida en el musical) es Mosquito.

Un abrazo, carnalito.

Miguel Cane dijo...

Carnal:

Efectivamente, Mosquito de Ya viene el sol no viene en el show, pero si puedes date una vuelta... igual te late para recordar.

Muchos abrazos.