viernes, 22 de septiembre de 2006

Libro de sueños


No es secreto que escribo mis sueños.

Es algo que me quedó como una especie de secuela de años de terapia. Casi siempre (aunque ahora menos que antes), al despertarme, busco el cuaderno que es mi libro de sueños -- confieso que lo tomé el concepto de una canción de Suzanne Vega [hagan click y la podrán oír]- y vierto en él lo que puedo retener de la aventura nocturna anterior.

Aunque sí: como se percibe por lo escrito (y bien lo saben quienes me conocen), mi(s) vida(s) onírica(s), casi tanto como mis trenes de pensamiento, resulta(n) las más de las veces caótica(s)... y también, sorprendentemente, muy vívida(s).

Algunas veces puedo recordar un sueño perfectamente. Otras despierto tan inquieto, que antes de poder estar del todo consciente, se me escapa y sólo permanece, en ausencia de los detalles, la vaga sensación de grima y desasosiego. Rara vez he regresado a la pesadilla tras huir de ella, donde otros sueños continúan, se suceden como episodios de algún serial.

Otros, sirven como escenarios imaginarios donde aparecen amigos, enemigos, algún afecto y hasta fantasmas. Gente y objetos que se sienten tan reales, o que se vuelven reales, al menos durante el periplo que es el soñar.


Éste de arriba, forrado en tela verde y con la tapa inspirada en una de las hermosas junglas desbordantes de Rosseau, es uno de los más antiguos que tengo. Data de 1995, cuando tenía 21 años.

Me lo encontré (no lo estaba buscando) el otro día y me puse a leer un poco de lo que soñaba en ese entonces. Seguí hasta que me lo impidieron el pudor y la piedad. No me he atrevido a buscar mis libros de sueños de 1990/91, que son los primeros. Creo que me sonrojaría.

Soñaba con cosas que curiosamente, ya hice. Que de hecho, hago de manera hasta casi rutinaria. Soñaba con escribir, ahora vivo de escribir. Este es un periodo transitorio en mi vida... al año siguiente comenzaría la carrera -- por instrumentos y olvidaría para siempre la Academia- y los sueños cambiarían, igual que sus elencos.

Pero muchos también habrían, para bien o para mal, de cumplirse. Para mi sorpresa, debo admitir. Para mi estupor. Algunos traduciéndose en palabras, en objetos, situaciones y algún beso, inclusive.


Este que ven arriba, es mi libro de sueños actual.

Lo compré en una añeja tienda en un callejón de la laberíntica ciudad [misma en la que no puedo pensar sin que se meta a hurtadillas en mi memoria sensorial y cinematográfica Julie Christie] de Venecia. Lo vi en el aparador y lo quise. Noten el león alado como ángel en la portada. Sus muchos significados me atrajeron a él. Iconografía personal.

Tardaré mucho en llenarlo. Ya no escribo con la asiduidad de antes. Pero aún sueño. Cada noche hay algo, un cambio, una flexión muscular: querer emprender -- o bien sentir que ya se ha tomado- el vuelo.

Y así, con tinta sepia (mis dedos salpicados mientras la estilográfica recorre el papel) se plasma lo soñado, aún si no será leído por nadie, ni visto por otros ojos que no sean estos. ¿Para qué conservar tus sueños entonces?

No lo sé. Pero me conforta hacerlo. Darles forma. Retener lo que puedo.

A veces pienso (y sí, no serán los primeros ni los últimos en pensar que estoy un poco loco; tampoco están lejos de la verdad) que esto que vivo es un sueño, y que mi verdadera vida es la que transcurre en otro mundo, mientras sueño -- o bien, imagino que sueño.


En los sueños aparecen muchas cosas; libros que no serán escritos, pero que quiero leer; gente querida -- Benito, que muestra el centro histórico de la ciudad a turistas orientales de desconocido origen; Bettina, sinodal de una clase de alumnos vestidos en papel. Mi abuelo y yo, encontrándonos face to face. Está muy repuesto de su muerte y yo soy adulto ante él, al fin. En otros sueños, he vuelto al muro, ante el mar. En otros, estoy en Roma. O en Manhattan. O en la ciudad de las luces cegadoras (y todos nos vemos tan hermosos en esa ciudad).

O, como me sucedió mientras dormía la siesta en un sofá prestado, sueño que tengo un bebé, mi hijo. Un hermoso niño al que canto a manera de nana una canción de los Smiths [¿quieren oír cuál? Ya saben qué hacer], una escena tan vívida y real, que me desperté muy conmovido y emocionado: lo tuve entre mis brazos, lo olí y me sonreía.
Lo adoraba y fue algo tan real,
que se incorporaría a la novela que ahora escribo, como tantas otras escenas dejà rêvè.

Luego, conforme pasa la modorra (y ocasionalmente, la morriña) de los primeros instantes vuelvo a entrar a la atmósfera y busco a tientas los lentes, el libro y escribo la escena y ésta adquiere su propia vida.
Ya no es sólo mía.

Es como con todo lo escrito en este espacio. Toda vez le haga click en "publicar entrada", ya no será mi pensamiento, mi interior: se habrá externado y será también parte de quien la lea.

Esto es, ustedes, naturalmente.
Ahora, si les da la gana, cuéntenme sus sueños.

8 comentarios:

emejota dijo...

"¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son..."

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Quizas es cierto los sueños sueños son....
Pero que madrizas me han acomodado a veces... otras creo navegar en esa ciudad gris y verde con casas-arbol con paredes que son ramas y floto en las calles-riachuelos viendo mis pies y sosteniendo piedras que brillan y palpitan...
en especial tengo una imagen la escena es una ciudad antigua camino detras de mi maestro el toca una puertecilla y sale una mujer bestida con un hermoso vestido naranja casi dorado es indú, mi maestro la hace entrar en trance y su cabeza se cubre con una membrana verde traslucida el introduce la mano, yo estoy (soy hombre)detraz de una columna muy vieja de donde los caracteres estan borrados solo puedo extender la mano a mi maestro, me da un sable (todo extraido de la cabeza de la mujer) un mapa, una diminuta botella de criztal, y el pez dorado...
el pez flota sobre mi palma y el aire se mueve con onda de agua que no existe, el pez es una brújula... lo se... fue exquisita la sensación.
Despues me sirve a lo largo de ese sueño donde tambien por cuarta vez lo sueño, al que no necesita decir su nombre por que con tenerlo cerca lo sabes, esta vez es joven y tiene tatuada media cara... pero esa ya es otra parte de ese sueño.
Para mi a veces son tesoros, me refiero a los sueños si tu quieres el inconciente floreciendo pero siempre tan personal y casi tangibles, otras avisos cuando Victor fue el otro con su sonrisa negra, cuando mi padre se lastimó la pierna y lo vi...

Sueño fuerte.

Miguel Cane dijo...

Querido Mariano:

Qué razón tenía Calderón de la Barca.

Y también Lewis Carroll:
Él formaba parte de mi sueño, por supuesto.... pero yo también formaba parte del suyo

Un abrazo hasta allá.

Miguel Cane dijo...

Pily my dear:

¡Qué manera de soñar!

Pero sí: hay toda clase de sueños y pesadillas. Portentos y premoniciones.

Glorias y horrores.

Mi deseo es que tótems buenos te cuiden los sueños.

Un beso.

M

Anónimo dijo...

Curioso... curioso y más curioso.
En el momento que leo de tus sueños y las libretas donde los apuntas, tengo sobre mi escritorio dos de esos cuadernos que compré en Venecia.
No, yo no escribo mis sueños. Sólo lo he hecho una vez y esto porque soñé que me casaba.
En uno de los cuadernos venecianos escribí mis memorias, ya casi lo acabo y aún hay mucho que contar, por eso regresé hace poco a Venecia, para comprar otro de estos.
El otro cuaderno, comprado en Coyoacán, todavía no decido qué escribir.
No escribo mis sueños, escribo lo que me pasa y de noche descanso.

XXX

Miguel Cane dijo...

Jake:

Un día escribiré mis memorias.
No serán todas imaginarias.

Mil abrazos bien grandotes.

MC

Filiberto López dijo...

¡Újule Sir Michael Cane! Yo tengo la impresión que nuestro cerebro es una máquina digital, y que nuestros sueños son el mecanismo de "garbage collection." ¿Qué es eso del "garbage collection"? Resulta que al estar operando una computadora durante algún tiempo, el contenido de la memoria queda desorganizado, por lo que periódicamente, es necesario el ejeuctar un proceso de "garbage collection" para reacomodar el contenido y eliminar información que no sirve. Tengo la impresión que nos sucede lo mismo durante la noche: nuestro cerebro reacomoda el contenido de nuestra memoria, incluyendo sentimientos, fobias, y pasa algunos recuerdos de la memoria de corto plazo a la memoria de largo plazo. Durante el proceso, vemos como se va moviendo el contenido de un lugar a otro.

Aunque por supuesto, podría yo estar equivocado.

P.S. ¿Sueñas en otros idiomas? ¿Alguna vez haz soñado algo en un idioma que no conoces?

Saludations.

Miguel Cane dijo...

Master Fili,

1) ¡Qué júbilo leerlo en ésta su casa!

2) Ojalá no sea la última ni la única

3) ¿Qué tal todo en la noveau life?

4) Sí, sueño en otros idiomas a veces. Habitualmente es en inglés y es cuando llevo varios días de viaje... aunque una vez me descubrí hablando italiano con pasmosa fluidez en un sueño y otras veces, descubro que me hablan en jerigonzas ininteligibles.

Será que a veces leo mucho o veo mucho antes de desconectarme.

Un abrazote muy cariñoso para vmd., para Rocío y para las fieras.

M
[Happy, Happy, Joy, Joy!]