Ruidos que dan miedo en la noche
Hacía mucho tiempo que no me ocurría esto que ahora describo.
Termina la película (en este caso, Zodiaco, la nueva de David Fincher) y en la sala de proyecciones se ha hecho un silencio tenso, casi ominoso (de hecho, la atmósfera de toda la cinta lo es, pero no es precisamente eso el tema que me atañe) y entonces, en la oscuridad, se oye una especie de suspiro de ultratumba, una voz que tararea y es una canción que empieza a sonar, primero casi dulce y melancólica... y de pronto...
... de pronto la rompe el gemir, el aullido de una guitarra eléctrica y mi piel estalla en un escalofrío, un espasmo me sacude y me quedo paralizado en mi asiento, tembloroso, amedrentado.
Hacía mucho tiempo que no me ocurría.
Esta vez, la canción es un tema de 1968, del trobadour escocés Donovan [Leitch], que se titula The Hurdy Gurdy Man y en cuya grabación participaron como músicos de estudio Jimmy Page, John Paul Jones, John Bonham y el futuro cineasta Alan Parker.
La canción, de tema típico de su era, parece dulce e inofensiva (casi podría pasar por una nana o una ronda infantil), sin embargo, hay algo brutal en el efecto de escucharla al final de la experiencia (a casi tres horas, créanme, Zodiac es toda una experiencia); algo sutilmente monstruoso en su letra.
Unenlightened shadows cast
Down through all eternity
The crying of humanity.
'Tis then when the Hurdy Gurdy Man
Comes singing songs of love,
Then when the Hurdy Gurdy Man
Comes singing songs of love...
Volví a casa, aún perturbado, no sólo por las imágenes, sino por el efecto que la canción había tenido en mí.
Lo primero que hice, fue colocar la canción en el iPod y escucharla varias veces. La escalofriante sensación se hizo aparente de nuevo, cada vez, amplificándose en la oscuridad.
¿Qué es lo que realmente me provoca temor? Trato de recordar pero nada sale en claro. Sé que hay una canción de Donovan que en mi infancia, me provocaba una inexplicable desazón, pero se trata de Mellow Yellow, de hecho, podría decir que Hurdy-Gurdy Man no la había escuchado antes en mi vida, hasta que entré a esa sala de proyecciones.
Por la noche, puedo admitirlo, tuve pesadillas.
En parte, éstas se las debo a un cuadro del espléndido Georges De La Tour, que apareció cuando buscaba yo imágenes de un auténtico hurdy-gurdy y de alguien que lo tocara.
El cuadro, que data del siglo XVII, es hermoso (observen el cuidado con las sombras) y a la vez, horripilante; sin embargo, resulta imposible apartar los ojos de él, casi tanto como los oídos de la pieza de Donovan (que pueden escuchar en el soundtrack de este blog, también).
Hay algo siniestro y hermoso, una belleza horrenda, en ambas piezas. Ahora, forman parte de mí también, aunque no sé cómo evitar el miedo...
...escuchen la canción en un cuarto a oscuras. Díganme lo que se siente.
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