Biblia de Neón


¿Es The Arcade Fire la mejor banda de rock actualmente?

Suelto la pregunta como botella al mar, aunque ya sé la respuesta: si no es la mejor, es una de las más importantes.

Esto lo confirmo al pasar toda la tarde escuchando su nuevo álbum, Neon Bible [el nombre, evidentemente, es una referencia a la novela de John Kennedy Toole, que posteriormente escribiría La conjura de los necios], que consigue algo no simple: hacerme bailar de repente y también detenerme a escuchar.

Siempre escribo con música de fondo, pero esta ocasión ha sido especial: no pude evitar detenerme en algunas piezas, a admirar su belleza, como me sucedió en la galería de los Uffizi, ante Venus.


Conocí a este grupo gracias al sincopado Lusin -- el pequeño y musical león con gafas- que me sugirió fuertemente los oyera, mediante una carta. Algún tiempo después, escuché Rebellion (Lies), quizá la mejor canción del monumental disco Funeral. Cuando la oí por primera vez, pregunté ¿Qué es esto? ¿Roxy Music? y el generoso neuromantic que estaba compartiendo el botín conmigo, tuvo a bien no reírse de mi chabacana ignorancia y mi lumpenéz hacia el pop (¿Qué puedo decir? ¡Soy idiota y me entero tarde de lo bueno!).

Lo bueno es que puse remedio a mi incultura tan pronto hube vuelto de Egipto.
El encuentro con este ensamble mixto de orates tan talentosos comandado por Winston Butler y su carnal William, en complicidad con Règine Chassagne (léase: Mrs. Win Butler), Owen Pallett, Sarah Neufeld, Tim Kingsbury y el pelirrojo Richard Reed Parry, fue un poco como volver a aquellos años en que realmente yo vivía para las canciones que se oían en la radio: pronto me hice de su discografía completa (rarezas, el primer EP publicado de manera independiente y claro, Funeral).

La aparición de Neon Bible no la anticipaba, fue una sorpresa cortesía de Michael (MyCool) King -- al igual que el hermoso set de libros de Alan Moore que misteriosamente llegaron a mi puerta hace un tiempo, ¿recuerdan?- junto con una carta larga y espléndida (de esas cartas que uno no puede sino atesorar en el alma) que leí y releí, mientras me sumergía en la música de las once piezas que componen este segundo álbum de estudio.


Desde el primer número, Black Mirror, mismo que se reproduce en el Soundtrack de Alias Cane; se hace manifiesta la presencia y el estilo de Arcade Fire, sólo que reloaded. Los temas tienen esas letras ingeniosas y abrasivas, la magnífica orquestación multinstrumental ayuda a que esta fiesta de sentidos y ritmos, salte desde las nieves canadienses para arrastrar mi oído con su cadencia.


¡Qué júbilo, qué joya, qué gozada!

Supongo que si entre ustedes hay fans del supergroup, ya estarán procurándose el CD tan pronto como puedan (no hay que perderse Intervention, Black Wave/Bad Vibration y el hipnótico tema titular), y no se van a arrepentir.

En este extraño invierno que casi troca a su fin, escuchar los versículos de la Biblia de Neón es como sonrojar a la nieve.


Comentarios

Anónimo dijo…
Gloria in excelsis AF. Et Lvdovico Parvo Leo gratias (yo también los descubrí por su intercesión). Gran-dio-sos.
Miguel Cane dijo…
Mas pues quel surprise!.

El honrado es uno(creo).

AV+G, Frater Leo.

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