Castígame con besos
... Gracias, estimado público, y sean bienvenidos a un episodio más de su radionovela preferida Castígame con besos, original de la pluma de la aclamada escritora caribeña Cretina Sentimental Higgins, y protagonizado por la eximia actriz dramática y folclórica de éxito internacional Anita Lava Latina como Margarita Masoca y como Claudio César Mascarpone, el primer actor de la radio, el cine, las fotonovelas, las tablas y la televisión Juan Narciso Pérez De Sade.
No olvide que este, su melodrama favorito, es patrocinado por Leeeeche la Rrrreal y Vol-vo-naaa, el champú de alfombras más cáustico y eficaz...Narrador: En nuestro episodio anterior, Margarita, tras horas de conflicto y vacilación, se atrevió a confrontar a Claudio César, para darle un ultimátum: o cesaba de tener sus múltiples himeneos no tan secretos con todo el pool de estenógrafas de la oficina, o no la volvería a ver jamás. Es durante este álgido encuentro, que inicia nuestro capítulo de hoy:
Margarita: ¡No me mientas más, Claudio César! ¡Lo sé todo!
Claudio César: ¿Todo? ¡A ver si es cierto! ¿A qué equivale el cuadrado de la hipotenusa?
Margarita: Pues... este...
Claudio César: ¿Ya ves? ¡No lo sabes! ¡No sabes todo! ¡Qué faramallosa!
Margarita: Oh, espérate... ¡Ah, sí! ¡El cuadrado de la hipotenusa es igual a la suma de los cuadrados de los dos catetos!
Claudio César: ¡Ah, Caracas! ¡Sí sabes!
Margarita: Ay, ay, Claudio... ¡estoy harta de que me veas la cara de tonta y de que me trates como a una alfombra! ¡Soy humana y tengo sentimientos!
Claudio César: ¿Otra vez con lo mismo? ¡Pareces disco rayado, qué pesada! ¡Yo no sé de qué me hablas!
Margarita: ¡Déjame vivir mi vida! ¡Si no me quieres y prefieres a otra, dímelo! ¡Basta ya de abusar de mi cariño, de mis sentimientos y de mi autoestima! ¡Si no vas a amarme ni a respetarme, entonces...!
Claudio César: ¿Cuál otra? ¿De qué me hablas, mujer? ¿Fuiste por mis zapatos?
Margarita: Eh... Sí. Aquí están.
Claudio César: ¡Pero cómo pudiste! ¡Los compraste negros! ¡Ya tengo zapatos negros! ¡No los quiero! ¡Eres una inútil!
Narrador: Con una destreza adquirida tras años de entrenamiento en la materia, Margarita Masoca esquiva el certero golpe que, con tino de apache, pudieron darle los zapatos arrojados por Claudio César Mascarpone, mismos que se estrellan contra la pared, haciendo reverberar los finos platitos de loza que adornan el salón comedor
[Efecto: golpe y tintineo]
Margarita: Pero... si son los que te gustaron en la tienda...
Claudio César: ¡Pues no! ¡Ahora vas y los cambias por unos color marrón!
Margarita: Pero... es que... es que...
Claudio César: Es que nada. Y no se te olvide tenerme planchadas las camisas, que tengo un compromiso muy importante. Y quiero que me compres mis cervezas y las tengas listas en el refrigerador. No me esperes a cenar. Ni a desayunar. Ahora me voy... qué difícil es vivir con alguien que no sabe obedecer, que todo lo que hago lo cuestiona y que no sabe valorar todo lo que he hecho por ella... pero claro, todas las mujeres son iguales...
Margarita: ¡Ay no me digas esas cosas!
Claudio César: Es que no me valoras. Tú no me amas... sólo soy un objeto para ti... un símbolo de estabilidad... una compulsión en tu estilo de vida... no respetas mi individualidad... mi espacio... mi necesidad de libertad....
Margarita: Ay, no, si yo si te entiendo...
Claudio César: No... ¡tú jamás me entenderás!
Margarita: Pero Claudio César... ¡si tú eres mi vida! ¿Entonces quieres que te vaya a cambiar tus zapatitos?
Claudio César: No... mejor compra los marrón. Conservaré estos, por si hace falta. Ya sabes que hombre prevenido vale por dos.
Margarita: Sí, mi vida.
Claudio César: Ahora me voy. No te olvides de lo que te dije. A ver cuándo vuelvo. No me esperes despierta y no le pongas almidón a mis camisas, que me molestan y a mí me gusta andar de traje y corbata todo el día, lo sabes bien, así que no quiero rozaduras en el cogote.
Margarita: No, mi cielo.
Narrador: Así, tras propinarle un beso seco y ausente en la mejilla, la figura altiva de Claudio César Mascarpone se aparta de la vista de nuestra protagonista, que permanece en el salón, llevándose las manos a la boca como puños, con los ojos anegados de lágrimas de amor, mientras piensa:
Margarita: Yo sé que él me quiere de verdad... es sólo una actitud que toma ante el mundo para defederse de las envidias ajenas y para no menoscabar su hombría, porque es muy hombre, tan hombre que sé que él me quiere y volverá conmigo... y yo estaré aquí para recibirlo siempre, porque nunca pensé que alguien como él podría amar a alguien como yo...
[Efecto: Tema musical salida]
Narrador: ¿Podrá Margarita Masoca confrontar a Claudio César Mascarpone y poner fin a este tormento? ¿Podrá rescatar su autoestima y salir adelante? ¿Dejará de ser una alfombra humana a la que este hombre pisotea sin miramientos ni piedad? ¿Olvidará no ponerle almidón a las camisas a la hora de plancharlas? ¿Encontrará zapatos marrón del número 7 1/2?
Para conocer las respuestas a estas y otras incógnitas existenciales, no se pierda mañana, a esta misma hora y por esta misma emisora, otro apasionante episodio de su radionovela preferida, Castígame con besos, con las voces de Anita Lava Latina y Juan Narciso Pérez de Sade. Una producción de Arrumaco Carantoña para Radio Cadena Agorera... siga disfrutando de nuestra programación; a continuación, el programa confesional de participación de nuestro auditorio Me odio cuando miento, que dará inicio en unos segundos...
Margarita: ¡No me mientas más, Claudio César! ¡Lo sé todo!
Claudio César: ¿Todo? ¡A ver si es cierto! ¿A qué equivale el cuadrado de la hipotenusa?
Margarita: Pues... este...
Claudio César: ¿Ya ves? ¡No lo sabes! ¡No sabes todo! ¡Qué faramallosa!
Margarita: Oh, espérate... ¡Ah, sí! ¡El cuadrado de la hipotenusa es igual a la suma de los cuadrados de los dos catetos!
Claudio César: ¡Ah, Caracas! ¡Sí sabes!
Margarita: Ay, ay, Claudio... ¡estoy harta de que me veas la cara de tonta y de que me trates como a una alfombra! ¡Soy humana y tengo sentimientos!
Claudio César: ¿Otra vez con lo mismo? ¡Pareces disco rayado, qué pesada! ¡Yo no sé de qué me hablas!
Margarita: ¡Déjame vivir mi vida! ¡Si no me quieres y prefieres a otra, dímelo! ¡Basta ya de abusar de mi cariño, de mis sentimientos y de mi autoestima! ¡Si no vas a amarme ni a respetarme, entonces...!
Claudio César: ¿Cuál otra? ¿De qué me hablas, mujer? ¿Fuiste por mis zapatos?
Margarita: Eh... Sí. Aquí están.
Claudio César: ¡Pero cómo pudiste! ¡Los compraste negros! ¡Ya tengo zapatos negros! ¡No los quiero! ¡Eres una inútil!
Narrador: Con una destreza adquirida tras años de entrenamiento en la materia, Margarita Masoca esquiva el certero golpe que, con tino de apache, pudieron darle los zapatos arrojados por Claudio César Mascarpone, mismos que se estrellan contra la pared, haciendo reverberar los finos platitos de loza que adornan el salón comedor
[Efecto: golpe y tintineo]
Margarita: Pero... si son los que te gustaron en la tienda...
Claudio César: ¡Pues no! ¡Ahora vas y los cambias por unos color marrón!
Margarita: Pero... es que... es que...
Claudio César: Es que nada. Y no se te olvide tenerme planchadas las camisas, que tengo un compromiso muy importante. Y quiero que me compres mis cervezas y las tengas listas en el refrigerador. No me esperes a cenar. Ni a desayunar. Ahora me voy... qué difícil es vivir con alguien que no sabe obedecer, que todo lo que hago lo cuestiona y que no sabe valorar todo lo que he hecho por ella... pero claro, todas las mujeres son iguales...
Margarita: ¡Ay no me digas esas cosas!
Claudio César: Es que no me valoras. Tú no me amas... sólo soy un objeto para ti... un símbolo de estabilidad... una compulsión en tu estilo de vida... no respetas mi individualidad... mi espacio... mi necesidad de libertad....
Margarita: Ay, no, si yo si te entiendo...
Claudio César: No... ¡tú jamás me entenderás!
Margarita: Pero Claudio César... ¡si tú eres mi vida! ¿Entonces quieres que te vaya a cambiar tus zapatitos?
Claudio César: No... mejor compra los marrón. Conservaré estos, por si hace falta. Ya sabes que hombre prevenido vale por dos.
Margarita: Sí, mi vida.
Claudio César: Ahora me voy. No te olvides de lo que te dije. A ver cuándo vuelvo. No me esperes despierta y no le pongas almidón a mis camisas, que me molestan y a mí me gusta andar de traje y corbata todo el día, lo sabes bien, así que no quiero rozaduras en el cogote.
Margarita: No, mi cielo.
Narrador: Así, tras propinarle un beso seco y ausente en la mejilla, la figura altiva de Claudio César Mascarpone se aparta de la vista de nuestra protagonista, que permanece en el salón, llevándose las manos a la boca como puños, con los ojos anegados de lágrimas de amor, mientras piensa:
Margarita: Yo sé que él me quiere de verdad... es sólo una actitud que toma ante el mundo para defederse de las envidias ajenas y para no menoscabar su hombría, porque es muy hombre, tan hombre que sé que él me quiere y volverá conmigo... y yo estaré aquí para recibirlo siempre, porque nunca pensé que alguien como él podría amar a alguien como yo...
[Efecto: Tema musical salida]
Narrador: ¿Podrá Margarita Masoca confrontar a Claudio César Mascarpone y poner fin a este tormento? ¿Podrá rescatar su autoestima y salir adelante? ¿Dejará de ser una alfombra humana a la que este hombre pisotea sin miramientos ni piedad? ¿Olvidará no ponerle almidón a las camisas a la hora de plancharlas? ¿Encontrará zapatos marrón del número 7 1/2?
Para conocer las respuestas a estas y otras incógnitas existenciales, no se pierda mañana, a esta misma hora y por esta misma emisora, otro apasionante episodio de su radionovela preferida, Castígame con besos, con las voces de Anita Lava Latina y Juan Narciso Pérez de Sade. Una producción de Arrumaco Carantoña para Radio Cadena Agorera... siga disfrutando de nuestra programación; a continuación, el programa confesional de participación de nuestro auditorio Me odio cuando miento, que dará inicio en unos segundos...
Comentarios
San Freud, ¡Cuánta falta me haces en estos momentos!
Y claro, el eterno discurso de si nél se enoja es porque Yo estoy mal. UUff. Ayuuuda.
Besos
Besos-
Uy! Todos conocemos por lo menos a una Margarita.
De hecho, yo conozco a varias.
¿Y si les damos Shock Treatment?
Mil besos.
Yo no.
He sido alfombra en algún momento de mi vida, pero a esos extremos, ni madres.
Ego te absolvo.
¡Ay claro! ¡La referencia Almodovariana es de rigeur!... iba a poner a Margarita a decir "¿Qué he hecho yo para merecer esto?"... pero luego me estaba riendo tanto al escribir, que se me olvidó.
abrazo/beso.
¿Se te hace? No sé... a lo mejor un día hago secuela.
Lo cierto: las Margaritas del mundo casi nunca cambian.
Mil besotes.
¿Cómo crees? Si esto es puro y sano sarcasmo.
Hasta entre los perros hay razas... y digamos que ese señor que usted menciona y yo, aunque ambos de abundante plumaje, no tenemos la misma clase de pluma.
Juajua.
¡Sí les puso almidón!
¿Y sabes qué le dijo él?
(Risa siniestra a lo Vincent Price)
Besos malencarados.