No quiero lo que no tengo
Hay veces que lo que debería decir en su momento, no lo digo por una serie de razones que posiblemente no vienen al caso, pero al final de cuentas, se queda la frase (acaso esperada), sin decir. Y me lo guardo.
Y ya.
Supongo que esto deriva de una de las enseñanzas que tuve de niño y de un viejo mantra que aún a veces hace eco: voy a ser un niño bueno para que todo mundo me quiera (Dios no permita que alguien me odie).
Y se refleja en que invariablemente, esas respuestas guardadas, son de dolor, de enojo, de decepción, incluso, rabia (mas no rabieta, que aún parecidas, no son iguales: una arde sin control, donde la segunda es un resabio mortificante de nuestra tierna e irrecuperable). Hay quienes las podrían llamar, vulgo, "mordidas de lengua". Y de hecho, aunque muchas veces son un acto de prudencia, de bondad de nuestra parte para con la persona (casi siempre alguien cercano, si fuera un extraño, no nos lo guardábamos: se lo soltaríamos duro y a la cabeza, o en todo caso, no nos importaría en lo absoluto lo que dijeran) que dice o hace algo, un lugar co´mún terriblemente banal, que tiene suficiente poder en su descuido para desconcertarnos -- por no decir que, plana y llanamente, nos jode.
Y nos lo guardamos por cariño, como dije. Por la bendita y querida prudencia, que es hermana siamesa de la paciencia, aunque algunas veces se ausentan ambas.
Pero a veces es imposible guardártela. O bien, se convierte en algo muy oneroso. Como cargar con un elefante en el bolsillo. Como echarle una cadena que no necesita, al corazón.
Lo peor, es que ahí, lo guardado se pudre. Se arrancia. Se convierte en resentimiento. Y poco hay más horrendo en esta vida, que el querer con resentimiento (acaso empatado en el cuadro de horror queda el querer con lástima).
Y no quiero hacer eso.
De hecho, no quiero lo que no tengo.
Es algo que fui aprendiendo al crecer y que se ha vuelto algo muy básico en lo que me atrevo a llamar, con esta desfachatez que me caracteriza, "mis principios".
Pero el no querer lo que no tengo, también se aplica al resentimiento y sus parientes: la culpa imbécil, la torpeza pronta y el corazón idiota. Bueno, éste último no pude evitarlo jamás: algún defecto de fábrica había que tener.
No quiero tener un corazón idiota, pero ese sí es mío. Lo que es mío, tarde o temprano vendrá a mí. Es yo (como dijo Felipito: "¿Porqué siempre a mí me toca ser yo?"). Je, je.
Pero soltar el resentimiento no sólo libera. Creo que también ayuda a limpiar y aligera la carga del idiota que menciono arribita.
Esto me trae en retorno al punto de partida: hay veces que debería decir cosas que no digo y me las guardo.
Y hacer eso, francamente, me enoja, más que herirme.
Por eso mismo, mejor lo digo ahora:
Me dolió. No me merecía eso. No lo vuelvas a hacer.
Gracias y disculpen.
No es un golpe grave y prometo que cuando se me baje el enojo, cuando termine de expulsar esta especie pedestre de decepción, este sentimiento, será como si no hubiera pasado nada.
En fin, it's my party, Lesley Gore dixit.
And I cry if I want to.
Buenas noches.
Comentarios
Es bueno a veces hablar y "soltar" lastre.
Un beso.
Ah...encantador el post del 16 de Marzo. Me ha gustado mucho
feliz fin de semana.
un abrazo.
Y... no hay mayor antagonismo que ser bueno vs. hablar de los sentimientos ver-da-de-ros (resentimientos, et.al)¡Hay tantas cosas que guardamos! ¡Qué olor debe haber allá adentro! Besos
Las dejo ahí, enquistándose tal vez, tiñendo algunas cosas, y sin embargo y si me preguntan: uno no debería dejar esas cosas adentro de sí. En mi descargo, lo único que puedo decir es que las que guardé vienen de gente que realmente me importa, lo suficiente como para haberme guardado ese par de dolores. Y que la única realmente afectada por ese par de cosas soy yo misma.
De quien no me importa, poca cosa guardo...
Sea lo que sea que te haya dolido, espero que pase pronto. De verdad te lo deseo, y que sigas bien.
Un besote
Patricia
(los que leyeron, los que aquí hablaron y los que llamaron o escribieron):
Gracias.
Lo que ocurrió no estuvo en mis manos, aún si mi reacción ante la frialdad y la indiferencia ha sido tal vez adversa o exacerbada, pero finalmente, mía.
Ahora bien, es algo que ya pasó. Sí, Patricia/Penélope, es algo que por las razones que aduces dolió, pero no quise callármelo.
Y viéndolo con ojos renovados, puedo decirlo, Cobayo: no es bueno ni sano callarse las cosas.
Lo que dije aquí, lo que sentí de impulso, no deja de tener su propio valor y tampoco significa que yo vaya a querer menos a quien me lastimó. No podría hacer eso tampoco.
De cualquier forma, a todos, gracias por estar.
Sí, sí. Eso es verdad. Un amigo si es buen amigo vale un tesoro.
Por eso, no me guardo las cosas y es mejor perdonar.
A nosotros y a los demás.
La paciencia es una forma menor de desesperacion disfrazada de virtud.
(Admito que no lo dije yo.)
Me gusta la imagen. Paciencia e Impaciencia como una especie de Janus.
Entre más lo pienso, más me gusta.