viernes, 14 de septiembre de 2007

Algo

La mujer se detiene un momento, antes de que le cierren la puerta en la cara.
Lo último que ve, es a su marido. El hombre que fue, ha sido, será -- hasta cierto momento- su compañero. Pero al mismo tiempo, está convirtiéndose en alguien completamente distinto.
En ese breve instante vemos las emociones que pasan por su rostro, cómo anticipa, intuye, comprende lo que viene. Será que en ese parpadeo, ella presiente algo.
Luego, la puerta se cierra de golpe y la película termina.

Esta es la escena final de El Padrino (Coppola, 1972). El personaje es Katharine "Kay" Adams Corleone, la esposa legítima de Michael Corleone y es interpretada por Diane Keaton. La escena es mínima, casi lo que se puede llamar un throwaway... y sin embargo, siempre me ha dejado una profunda impresión.

Es una de mis escenas favoritas de la película, y muy probablemente, es una de mis escenas favoritas de entre todas las que he visto.

Supongo que la escena me ha dejado huella, al generarme algo; ¿no les sucede a ustedes con ésta o con otras? Es sólo una escena, un fragmento muy pequeñito dentro de trabajos más grandes -- una película, una novela- y se queda de pronto ahí, es el detonador que antecede al recuerdo: la sensación que produce es casi tangible.

Nos hace sentir algo.

Cuando miro esta imagen, por ejemplo, pienso en cómo él y yo nos vimos por última vez, hace ya algunos años. Cómo lo miré antes de cerrar la puerta (nunca supe si permaneció ahí más tiempo), después que me dijera "El problema es que tú siempre quieres algo más..." y yo le respondiera, ya sin mirarlo "No. Me merezco algo más."

Cerré la puerta y lo olvidé por completo y para siempre.

Hay quienes lloran porque quieren tenerlo todo y no les sale.

Algunos se conforman con tener algo.

Toda mi vida he buscado a alguien valeroso, con ingenio, con humor, con poesía; que me hiciera reír, que se quisiera a sí mismo, y que me quisiera.

Él no lo era, pero era algo.

Fuimos algo.

Y hay días, como hoy, en que pienso que a veces, nada es mucho mejor que algo.

5 comentarios:

Cuquita, la Pistolera dijo...

Creo que es cuestión de momentos. A veces estamos para pedirlo todo, a veces para tener sólo algo, otras para no tener nada. Yo, como tu, siempre he querido tener todo en una relación.

Un abrazotototote

Dushka dijo...

Miguel,

Disculpa que mi comentario no tiene nada que ver con lo que escribiste hoy - pero te quiero invitar a hacer esto:

http://blogactionday.org/

Sebastiana dijo...

Me hiciste recordar esta frase:

...en una operación comparativa y melancólica del recuerdo frente a la perdida realidad; recuerdo petrificado, como toda foto, donde nada faltaba, ni siquiera y sobre toda la nada, verdadera fijadora de la escena.

Las babas del diablo, Julio Cortázar.

Viviana en vivo dijo...

Estoy de acuerdo con Cuquita. Es cosa de momentos y situaciones. Yo muchas veces me quedo con el algo, creo que es donde se instala la comodidad en una relación (de cualquier tipo) pero también hay veces que se pide todo. Sin momentos de todo, las cosas serían planas y aburridas.

Y desde luego si no es lo que se quiere o no funciona...Next

Saluditos

Miguel Cane dijo...

A todos/as:

Gracias. He visto muchas veces el vaso medio lleno. Muchas veces me ha resultado más que suficiente.

Pero de momento, lo prefiero vacío.

Ya veremos, con el tiempo, qué sucede.

Besos varios.