miércoles, 3 de octubre de 2007

Cruel y bonita


Puedo ser cruel,
no se por qué,
por qué mi globo
no puede mantenerse elevado
en un cielo
perfectamente ventoso
Puedo ser cruel,
no se por qué.

Tori Amos

Es muy fácil ser cruel.
Más, si eres bonita.
Y, acéptalo, siempre habrá una más bonita que tú.

La primera vez que vi cómo un corazón se partía -- obvio, no vi al órgano astillarse, pulposo y sanguinolento- fue cuando yo tenía como quince años y vi cómo una chica a la que llamaremos Susi, le espetaba a un pobre diablo llamado Sergio la siguiente frase:

"¿Y qué esperabas? ¿Que después de eso ya fuera tu novia? ¡Nooo, mi rey! ¡Pero para nada! Ni loca ni pendeja andaba con un pinche naco tan feo como ."

Acto seguido, cuadro-por-cuadro, la cara de Sergio (que a la sazón está rodeado de toda la clase) se desploma y cae rapidito al suelo, para hacerse añicos. Imagínenselo, por favor. Tal vez estuvieron ahí alguna vez: éste es un adolescente que muy salsita se creía el rey del mundo nada más porque había intercambiado salivita con una de las niñas más bonitas de la escuela, misma que, con voz suficientemente clara para que todo mundo se entere, lo acaba de mandar a volar sin avión, de una patada en el fondillo.

¿No habría sido mejor decirle que no en privado, donde nadie más los viera?

Quizás... pero no habría sido bastante como para satisfacer la crueldad de Susi.

No soy ajeno a esa característica humana. Dios sabe que en alguna ocasión también he sido cruel. Pero no deja de horrorizarme que para algunos sea tan gratuito, tan brutal y devastador, sólo porque sí.

El peor ejemplo que conozco, sin embargo, no es ese.

Ocurrió muchos años después y no me sucedió a, pero nuevamente quiso el destino que fuera testigo, tal vez para contárselos ahora.

Fue en una fiesta, hace años, cuando comenzaba a dedicarme a esto que hago para ganarme la vida. No sé quién era la chica, ni cómo se llama. Nunca la volví a ver. Yo estaba en esa gala acompañando a Marina, que en ese entonces era mi compañera habitual para esa clase de eventos [ahora parece que fue en otra vida].

La chica en cuestión estaba ahí entre las otras doscientas o trescientas personas. Cuando estoy rodeado de tanta gente, me desconecto y no sé con quién hablar, así que me vuelvo de piedra, y escucho y veo. Ella era una de las mujeres más hermosas que he visto en mi vida.

Así la vi, en un rincón, diciéndole algo al oído un hombre como de nuestra edad, vestido de esmoquin (todos lo estábamos) y él sólo asentía. Vi cómo los ojos se le llenaban gradualmente de lágrimas. Luego, ella lo besó en la mejilla, se perdió entre la gente y él se volvió viejo, gris, sin vida, en cuestión de segundos.

La volví a encontrar un poco después, entre otras personas, mientras encendía un cigarrillo que le ofrecía otro hombre tan bien vestido como los demás, al que le acariciaba la mano con cariño.

Cariño que a mis ojos parecía verdadero.
Los vi como se ve a los frescos en el techo de la Sixtina.
Con admiración y también con un poco de horror.

Es una imagen que se quedó conmigo de manera indeleble y que en cierta forma, siempre he asociado con la crueldad. No sé por qué la guardé. Tampoco por qué es que la cuento ahora: sólo sé que descubro siempre tantas otras facetas en nosotros. Es tan fácil destruir a unos y construir a algunos más.

Algunas veces destrozamos sin darnos cuenta.
Otras, lo hacemos a propósito, con toda intención.

Somos humanos, no cisnes.

La gente es cruel y bonita.
Son dos cosas inherentes de nuestra naturaleza.
Aunque nos estremezca, como el viento helado al atardecer.

6 comentarios:

Unknown dijo...

Creo que eso de la crueldad lo utilizamos todos como una careta para no ser heridos primero. Es decir, el que pega primero pega dos veces. Y si, todos la utilizamos.

Unknown dijo...

Ah! la rola de Tori Amos, wuau! una de mis favoritas!

Dushka dijo...

Estoy de acuerdo con luz de luna. La crueldad no es solo porque si. Es un mecanismo de defensa. La gente cruel ha sido lastimada.

Alejandro Caveda dijo...

Todos la hemos sufrido en nuestras carnes alguna vez, pero como dice la canción: es mejor querer y después perder, que nunca haber querido... Pues eso, y que nos quiten lo bailado. Salu2 ;o)

Miguel Cane dijo...

Es verdad... la crueldad es un mecanismo de defensa... ¿y saben quién nos lo enseña? ¡Los crueles!

Es la serpiente que se come la cola.

Anónimo dijo...

Lo extraño es cuando la gente fea y en desventaja a la que una en toda su bondad trata bien para ser buena persona... es cruel! Entonces, no sólo te lastima por el comentario gratuito y malvado que hayan hecho sino por la indignación. ¿Como te atreves? Cuando era joven escuché una frase maravillosa de boca de una amiga (experta en romper corazones) que se peleaba sutilmente con otra señora desconocida "yo puedo porque soy bonita y tu no". Awesome.