La increíble y triste historia de David (Brenda) y la ciencia desalmada


Estoy emputado.

No hay otra manera de poder decirlo. Estoy cabreado, furioso, indignado, impotente y horrorizado.

Tal vez luego se me pase, pero por mientras, es algo que no subcede.

Recién hoy me enteré de la historia de David Reimer. Vino a colación porque estaba leyendo algunos artículos sobre teoría queer (quería escribir algo al respecto), pero cuando encontré la referencia al caso, no pude soltarlo.

Tal vez mi reacción sea demasiado fuerte, pero no puedo permanecer indiferente, aún si no hay nada qué hacer al respecto.

David Reimer nació en Canadá en 1965, bajo el nombre de Bruce Reimer, unos minutos después de su hermano gemelo, Brian. A los seis meses de edad, ambos manifestaron una infección en su prepucio que además les impedía orinar. Según el médico familiar, ésto se podía remediar con la circuncisión. Sin embargo, ésta salió mal y el bebé quedó virtualmente sin pene. Fue entonces que los padres acudieron al hospital de la universidad de Johns Hopkins en Maryland, para hablar con el célebre (y controversial) psicólogo y sexólogo neozelandés John Money, quien aprovechó -- no existe otra palabra para describirlo- el caso del pequeño, para probar una de sus bizarras teorías: que la identidad sexual de los niños se conforma por el entorno social y la crianza, sin que exista realmente una influencia determinada por los genes.

De este modo, se reasignó el sexo del niño antes que éste cumpliera los dos años de edad y se le crió como una niña llamada Brenda.

Money se mantuvo siempre pendiente del desarrollo físiológico y psicológico del experimento, aún si para Brenda -- como lo contaría más tarde al periodista John Colapinto, de la revista Rolling Stone- era muy difícil ajustarse a su identidad designada. Simplemente, no se sentía como niña, aún si le ponían vestidos y le compraban muñecas. Sus padres se esforzaron por criarlo como jovencita, pero la información genética estaba ahí y era contundente. El comportamiento de Brenda era evidentemente masculino y esto también le causaba problemas, no sólo a nivel comunidad, sino con su gemelo (el cual, por instrucción de Money, era el "control" subconsciente del experimento). A los 13 años, Brenda -- que recibía tratamiento de estrogeno para desarrollar busto, así como otras hormonas- cayó en profunda depresión y cuando amenazó con suicidarse en 1980 si sus padres la llevaban a Baltimore una vez más a ver a Money, a quien instintivamente abominaba, éstos le revelaron la verdad.

El resultado de esto fue adverso en su mayor parte: Brenda renunció de inmediato a su identidad femenina y exigió se le regresara a su género de nacimiento. Como ésta reasignación no se había propiciado por características naturales (transgénero o hermafroditismo), sino por un accidente, las ramificaciones eran mucho más complicadas. Al mismo tiempo, la reacción de Brian al saber que su hermana no era tal, sino que se trataba de su gemelo, fue tan fuerte que terminó por desarrollar un trastorno esquizofrénico (y este es uno de los aspectos más alarmantes y desconsoladores del caso). Así fue como, desafiando a John Money y sus teorías y experimentos, Brenda trató de recuperar su vida, convirtiéndose en David Reimer.


El caso es mucho más complicado de lo que podría escribir yo en este blog.

Lo único que puedo decir, es que el desenlace es trágico y profundamente doloroso y que al leer al respecto más a fondo la historia con algunos aspectos más detallados [En castellano aquí y en inglés aquí], no puedo evitar sentir asco y rabia y desazón y una honda tristeza.

Es decir, puedo comprender, e incluso creer, que David Reimer fue amado por sus padres y que éstos querían lo mejor para él, y en modo similar, para su gemelo. Pero aún así, hay cosas que trascienden mi entendimiento.

Siempre he pensado que somos lo que somos porque así nacimos y por lo mismo, merecemos, debemos ser amados por quienes somos. Porque así es como sabemos amar y relacionarnos con el mundo. Nuestra identidad sexual no nos define, pero es una parte integral de quienes somos.

Aún así, hay quienes no lo comprenden, o peor, tratan de transformarlo o descubrir los mecanismos de lo que simplemente es, en el nombre de la ciencia.

Siento rabia. No puedo evitarlo.

No hay nada que pueda hacer, yo sólo soy un lector, un espectador, como ahora ustedes. Pero eso no significa que ante el hecho de las nociones científicas de Money (fallecido en su camita de hospital, por causas naturales el 7 de julio de 2006, rodeado de su familia) no pueda sentir que algunas veces, no es sólo el sueño de la razón, sino también su extrapolada ambición, lo que crea monstruos.

Y lo peor es... ¿qué hago ahora con esta rabia que siento, aún si es de segunda mano?

Supongo que como dijera Mother Mary, via Lennon & McCartney, dejarlo ser.

Carajo.

Comentarios

Paul Medrano dijo…
Chale, sí estuvo muy muy cabrón ese caso. Wow, me dejó sin palabras mr Cane (quizá los Arcade sean una de las mejores bandas, aunque quien sabe, hay un resto de música que día a día se cuela a la red de redes, en fin)
Miguel Cane dijo…
Mi querido Paul,

Pos si. Es de esas cosas que a uno lo dejan sin palabras.

Y en estos casos, lo peor que se puede sentir es impotencia.

Un saludo hasta Acapulquito.

M
Anónimo dijo…
No había oido nunca nada de este caso, pero me parece increible. ¿Y al Money ese de los coj.... no le metieron nunca en la cárcel, ni a los padres?
Estoy indignadísima. Me parece super fuerte.
B7s
¡Qué espanto! Pero creo que más de uno debió ir a parar a la cárcel. En primera el médico que hizo la pésima circunsición, eso es iatrogenia médica. En segunda el tal Money y, finalmente los padres. ¿Habrán pagado lo suficiente con la muerte de sus dos hijos?
Anónimo dijo…
No había oído hasta ahora de algo así. Conocía el caso de reasignaciones realizadas en casos de hermafroditismo, y por entrevistas a quienes fueron reasignados/as me quedó claro que en todos los casos, ellos habrían preferido ser quienes decidieran, y no otros.

Esto es terrible,y claro que da rabia, porque a la inescrupulosidad del tal Money se une... no sé cómo llamarlo, así que mejor dejémoslo en ignorancia, de los padres. Y es mejor dejarlo en ignorancia, porque pensando en eso es que uno puede imaginar eso de que "querían lo mejor para su hijo".

Mi pregunta es: ¿lo mejor es forzar las cosas, a ese extremo? En qué cabeza cabe esa idea tan anacrónica, diría yo, que se llevó a la práctica con este muchacho... ¿Forzar las cosas así, y provocar tanto dolor, no en uno sino en dos hijos? Es terrible.

Pero es importante saber que estas cosas pasan. Hay que saberlo, y difundirlo como hacés acá, para que quién sabe... algún día dejen de pasar.

Saludos!
Patricia.
Anónimo dijo…
Me quede helado.

De veras que la estupidez esta en todos lados.

Que caso tan nefasto, inutil, triste, innecesario, de desperdicio, ruin, ridiculo y todos los etceteras mas que existan parecidos.

Dejando un poco la rabia y entrando un poco mas al terreno de el cine, este caso pinta para pelicula.

Saludos
Toño.
Miguel Cane dijo…
Muy queridos Faraona, Señorita Ku, Patricia/Penélope y Toño/Pulsar:

Sí, es un caso increíble y conmovedor, ¿eh? Una verdadera atrocidad cometida en el nombre de la ciencia.

Es cierto que los padres estaban desesperados y sólo querían lo que fuera mejor para el crío y que no existía entonces una faloplastía desarrollada como hoy... pero John Money no tenía derecho a hacer lo que hizo, a manipularlos como los manipuló y a arrastrar a tanta gente a la tragedia sólo por prestigio profesional.

Por eso, para mí, se rostiza en el infierno al lado de su colega (y si me obligan, ídolo) el Doktor Jozef Mengele.

¡HIJO DE LA CHINGADA!

Pero en fin...
...lo que sí, me da una esperanza, es que acaso esto sirva para lo que Patricia/Penélope sugiere: difusión para prevención.

Abrazos cariñosos a todos.

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