Trenecito negro
Cada año que transcurre, el trayecto del Tren Negro es una aventura en sí misma, como la puerta a la Semana Negra – diez días de libros, fiesta, churros y camaradería bajo el amparo esta vez no sólo de Mandrake, Fu Manchú, Grendel y Rita Hayworth, sino de tres enormes Moais de la Isla de Pascua (uno de ellos llamado Arturo).
Los invitados a este viaje en el tren se aparecen muy formales a las siete de la mañana (sin que le jet lag o la desvelada de la noche anterior hicieran mella alguna) duchados y equipaje-en-mano en el lobby del Chamartín, legendario sitio de reunión y encuentro para generaciones de semaneros, y por primera vez en algunos años, esta vez nadie salió corriendo con los zapatos en la mano o sin desayunar, por lo que el tren salió a tiempo, perfectamente ordenado y sin repentinos gritos de “¡En la madre! ¡Dejamos a Fritz!”, ya que el superpopular autor/librero mexicano, ya estaba muy cómodo en su sitio.
Hay caras nuevas en el vigésimo aniversario de la SN, algunos nombres que por años se habían anhelado tener en el programa: Samuel R. (“Por favor, es Chip”) Delany, uno de los principales tótems de la Ciencia Ficción, género al que abdicaría en 1975 para enfocarse en ser uno de los fundadores de un género que hoy se llama “Ficción Especulativa”, que es admirado por muchos participantes en la SN, como Bef (Bernardo Fernández), novelista/comiquero que resume al verlo abordar el sentimiento común de su fandom – aquí nomás, contemplando a Dios (o casi)-; también están los Peters (que aunque se escriben igual se pronuncian distinto) Berling y Straub. El alemán PeTER Berling, con característico sombrero panamá y aire misterioso ya nos había visitado en la edición 2005 y hoy llega con más aventuras históricas ambientadas en la época previa a las Cruzadas, donde el estadounidense PIter Straub, padre de la novela post-moderna de fantasmas y uno de los grandes del canon, viene a Gijón muy emocionado por la invitación, con una intrigante e inquietante novela en proceso (algo de culpa de su entusiasmo lo tendrá Joe Haldeman, que volvió de visitarnos delirando – dicen que aún no se recupera).
Otras caras nuevas: Christopher G. Moore, que pronto causa sensación: este jovial canadiense, avecindado en Bangkok (¿así o más exótico, banda?) es el creador de una exitosa serie de thrillers policiacos protagonizados por Vincent Calvino, un detective expatriado en el sureste de Asia y Ernesto Mallo, cuya Aguja en un pajar literalmente le cambió la vida; y están quienes regresan por gloria: Amir Valle – si no han leído Jineteras, no saben lo que se han perdido- , Eduardo Monteverde, Juan Hernández Luna (con todo y su cadáver de ciudad), la increíblemente joven y lozana Clara Tahoces, que con su apariencia de niña buena no parecería la autora de una novela ultraviolenta y llena de monstruos (pero es que a veces los monstruos pueden parecer princesas, dice con dulzura), la mancuerna lunamielera de comiqueros Matt Madden y Jessica Abel, el siempre fiel Goran Tocilovac, que trae su antes virtualmente inconseguible Trilogía Parisina (la Semana Negra no es lo mismo si no viene Goran); el maestrazo Eduardo del Río “Rius” que anuncia con irreverencia “¡Yo ando aquí nomás de huevón!” – aunque nos engaña: nunca descansa; el que causa sensación entre la tropa durante la rueda de prensa entre autores y prensa es el políglota-traductor Diego García Cruz, que se convierte literalmente en the toast of the town (aunque esto sea tan difícil de traducir).
Todos ellos y muchos más forman parte de la comedia humana del Tren Negro, donde Paco Ignacio Taibo II – como siempre, orquestador supremo de esta locura anual- hace de todo, coordina, modera y hasta se esconde en una nevera para contagiar el espíritu irreverente de la fiesta, captada fielmente por la cámara de Fred Barney Taylor, cineasta, documentalista, ojo y memoria de estos 20 años de semana que apenas comienzan a celebrarse y prometen dejar muchas clases de huella...
¿Y yo?Pues yo ya estoy en mi casa (¡al fin!) y si bien extrañé mi experiencia de otros trenes negros -- podría decir que me sentí decepcionado, pero no es esa la palabra que busco, qué más da- creo que aprendí mucho y eso es parte de la experiencia.
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Besos