Amazona con niño
Supongamos que desde tu infancia has tenido un sueño.
Un sueño que nació de leer (y ver) los sueños de alguien más, explícitamente plasmados en papel para hacer soñar a alguien más -- que así he interpretado siempre la razón de ser del cómic.
Pero volviendo al hecho de que has tenido un sueño desde los seis o siete años.
Como a esa edad, fue que descubrí, leyendo cómics, el trabajo del artista estadounidense de origen portorriqueño, George Pérez. Su línea tan prolija, su cuidadoso detalle, su manejo de escenas multitudinarias, el movimiento, el calor y la humanidad que brindaba a cada trabajo que emprendía, era algo que me emocionaba mucho, aún siendo demasiado joven como para apreciar en toda su proporción lo que veía, pero hubo algo que me quedó muy claro, éste era un artista de cómic al que siempre podría identificar, aún sin ver su firma.
De mi admiración por Diana, la princesa amazona, ya he escrito antes. Cuando era niño, era no sólo una heroína de ficción, sino también en muchos sentidos, una fuente de inspiración, e incluso, de conocimientos. Era un refugio y un aliciente, algo similar a una amiga imaginaria, una dulce compañía -- como el famoso angelito de mi guarda, que también formaba parte de mi iconografía en ese momento histórico, aunque en un sentido más abstracto que la Mujer Maravilla.
Pérez no abordó al personaje, hasta 1987, cuando se encargó de re-formarla y relanzarla, amparado ya con la fama que le habían atraído su trabajo en Jóvenes Titanes y Crisis en las Tierras Infinitas. Ya para entonces, yo era adolescente (estaba en los albores de mi pálida y temblorosa juventud) muy lejano ya de mi preciosa e irrecuperable infancia.
O creí que lo era, hasta que la vida me dio un regalo (pero ya llegaremos a eso).
George hizo un gran trabajo con Wonder Woman, como escritor y como dibujante, llevándola a direcciones inimaginables para el personaje. Fue un triunfo total y aplastante. Una gozada, que duró varios años... hasta que por desacuerdos editoriales, dejó de escribir la serie y se apartó parcialmente del personaje, aunque éste permanece en su corazón.
Conocí finalmente a George esta semana en la vecina y diminuta ciudad de Avilés, sede de las llamadas Jornadas Internacionales del Cómic. De hecho, ya les contaré acerca de mi experiencia al respecto, pero hoy, quería hablarles de otra cosa.
Ángel de la Calle y Jorge Iván Argíz, los organizadores (junto con Germán Menéndez) de este salón del cómic, me presentaron con George y para mí fue algo espectacular... como haber convivido con Peter Straub en Semana Negra. Haber conocido a dos de mis ídolos muy de cerca en un tiempo tan corto, ha sido todo un privilegio.
Le conté a George (con quien además comparto el cumpleaños, con veinte años de diferencia) lo que su trabajo había significado para mí en mi niñez, además de su trabajo con el personaje. La conversación fue larga y amena. Me iluminó muchos aspectos de cómo operan los cómics detrás de cámara (por así decirlo) y de su propia creatividad.
Ayer, que concluyeron las jornadas, me regaló lo que cierra este post, que es algo que me hizo recuperar mi preciosa e irrecuperable.
Supongamos que toda tu vida tuviste un sueño.
¿Qué haces cuando se vuelve, literalmente, realidad?
Ustedes díganme...
Un sueño que nació de leer (y ver) los sueños de alguien más, explícitamente plasmados en papel para hacer soñar a alguien más -- que así he interpretado siempre la razón de ser del cómic.
Pero volviendo al hecho de que has tenido un sueño desde los seis o siete años.
Como a esa edad, fue que descubrí, leyendo cómics, el trabajo del artista estadounidense de origen portorriqueño, George Pérez. Su línea tan prolija, su cuidadoso detalle, su manejo de escenas multitudinarias, el movimiento, el calor y la humanidad que brindaba a cada trabajo que emprendía, era algo que me emocionaba mucho, aún siendo demasiado joven como para apreciar en toda su proporción lo que veía, pero hubo algo que me quedó muy claro, éste era un artista de cómic al que siempre podría identificar, aún sin ver su firma.
De mi admiración por Diana, la princesa amazona, ya he escrito antes. Cuando era niño, era no sólo una heroína de ficción, sino también en muchos sentidos, una fuente de inspiración, e incluso, de conocimientos. Era un refugio y un aliciente, algo similar a una amiga imaginaria, una dulce compañía -- como el famoso angelito de mi guarda, que también formaba parte de mi iconografía en ese momento histórico, aunque en un sentido más abstracto que la Mujer Maravilla.
Pérez no abordó al personaje, hasta 1987, cuando se encargó de re-formarla y relanzarla, amparado ya con la fama que le habían atraído su trabajo en Jóvenes Titanes y Crisis en las Tierras Infinitas. Ya para entonces, yo era adolescente (estaba en los albores de mi pálida y temblorosa juventud) muy lejano ya de mi preciosa e irrecuperable infancia.
O creí que lo era, hasta que la vida me dio un regalo (pero ya llegaremos a eso).
George hizo un gran trabajo con Wonder Woman, como escritor y como dibujante, llevándola a direcciones inimaginables para el personaje. Fue un triunfo total y aplastante. Una gozada, que duró varios años... hasta que por desacuerdos editoriales, dejó de escribir la serie y se apartó parcialmente del personaje, aunque éste permanece en su corazón.
Conocí finalmente a George esta semana en la vecina y diminuta ciudad de Avilés, sede de las llamadas Jornadas Internacionales del Cómic. De hecho, ya les contaré acerca de mi experiencia al respecto, pero hoy, quería hablarles de otra cosa.
Ángel de la Calle y Jorge Iván Argíz, los organizadores (junto con Germán Menéndez) de este salón del cómic, me presentaron con George y para mí fue algo espectacular... como haber convivido con Peter Straub en Semana Negra. Haber conocido a dos de mis ídolos muy de cerca en un tiempo tan corto, ha sido todo un privilegio.
Le conté a George (con quien además comparto el cumpleaños, con veinte años de diferencia) lo que su trabajo había significado para mí en mi niñez, además de su trabajo con el personaje. La conversación fue larga y amena. Me iluminó muchos aspectos de cómo operan los cómics detrás de cámara (por así decirlo) y de su propia creatividad.
Ayer, que concluyeron las jornadas, me regaló lo que cierra este post, que es algo que me hizo recuperar mi preciosa e irrecuperable.
Supongamos que toda tu vida tuviste un sueño.
¿Qué haces cuando se vuelve, literalmente, realidad?
Ustedes díganme...
Comentarios
Saludos
Arrivederci
... contarnos!!!!
Así difundes la satisfacción.
Le mando besos Mr. Cane... aka Miguel a secas
amazing gift!
>Besos, imaginados o deseados?
Aunque a mi nunca me llamó la atención la mujer maravilla (por obvias razones?) me encantó ese detalle de Mr Perez, ¿qué niño no le gustaría encontrarse así con su superhéroe favorito?
Saludos, my dear
¡Qué envidia! Yo quieiro ser la Mujer Maravilla...
¡Sí! Eso fue lo que dije:
WAAAAAAAAAAAAAAAAAWWWWWWWWW!!!!
(En español. Porque en inglés es WOW! y no me late mucho, jiji)
Un besote.
Sí. Un detalle monumental. Fui otra vez niño por unos minutos... y eso no tiene precio.
Abrazos y nos vemos más pronto de lo que crees.
Pues home, gracias.
Yo estoy muy honrado.
Y ya nos veremos, seguro.
Un abrazote.
Se me llenaron los ojos, ya sabes, me conoces.
Y afortunado soy, pero por tener a otros superhéroes aquí, en la vida real.
Ánimo, valor y gracia, Bèbé.
Pues sí. No tengo nada más qué pedir... fue maravilloso recibir, sin esperarlo así, además.
Besosos.
Pues ahí está: mi sueño es ahora también tuyo.
Besos varios.
Yes indeed!
It's one of the most beautiful things I've ever had in MY LIFE.
Slobbery Kisses.
Me!
JORGE
Pues a veces me despierto y corro a mirarlo para asegurarme de que aquí está.
Besos. De a de veras.
¿Verdad que sí?
Yo sé que no es un personaje muy popular entre algunos... pero por razones meramente sentimentales, para mí este dibujo significa mucho, mucho, mucho.
Besos, My dear
Gracias. Efectivamente, es algo que en muchas formas me formó y me hace sentir profundamente feliz y honrado.
Y es un placer compartirlo contigo.
Un abrazote.
Algunas veces la generosidad nos deja sin aliento. Y más cuando proviene de un talento tan grande.
Y tú, tú ya eres la Mujer Maravilla. Desde hace mucho, mucho tiempo.
Besos, amiga.
¿un poquito?
Te estoy profundamente agradecido. Porque esta afición compartida haya rendido tan hermosos frutos... y sobre todo, porque sin ti, no hubiera sido posible.
Un abrazo fuerte y gracias.
Besos a Rocío.
tu fan numero uno.
Muchos besos de vuelta.