miércoles, 26 de diciembre de 2007

De vuelta en Finisterre

Veintiséis horas y diez mil setecientos kilómetros más tarde, ya estoy en mi casa.

Fue un viaje largo, agotador pero todo valió la pena apenas crucé la puerta de mi departamento; lo primero que hice fue darme una ducha y saltar a la cama para dormir y dormir.

No hubo mayores sobresaltos y cuando bajé del avión, la autoridad ni siquiera me miró, demostrándome lo infundado de mis temores (no saben cómo tuve pesadillas... pero es que uno oye tantas historias de horror sobre cruzar la frontera), aún si continúo como hasta ahora.

No he visto aún a ninguno de mis amigos (aunque ya he hablado con varios) y tengo que ir al supermercado a comprar cosas de comer -- después de un mes, tengo el refrigerador vacío.

Pero estoy feliz, feliz, feliz de estar en mi casa. Al fin.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Saludos Miguel... ¡FELIZ AÑO!

Acá sus amigos mexicanos deseamos de todo corazón que sus amigos de Gijón lo rodeen de cariño este Año Nuevo 2008.

Eso haríamos con todos ustedes desde Ithilien.

Un abrazo a todos y uno "crujidor " para Miguel (jejeje, pensó que se iba a escapar...).

Miguel Barrero dijo...

Bienvenido. Bien hallado...

Marta dijo...

Rebienvenido a casa.

Besotes

Sara dijo...

Mi abuelo siempre decía algo que tiene algo de cierto: lo más rico de viajar es regresar a casa.

:)