sábado, 22 de diciembre de 2007

Viaje mágico y misterioso

Tengo muchos años de ver películas de todo tipo para ganarme la vida. Esto me ha hecho volverme medio cínico; es decir, si disfruto la película que estoy viendo la disfruto mucho y si no me gusta, puedo alejarme de ella lo suficiente como para poder ver todos sus defectos. Esto me ha hecho que limite mi sentir hacia una película, que -- por razones profesionales- desconecte mis emociones y sólo observe, para luego, analizar.

Pero ayer ocurrió algo que hacía mucho tiempo no me sucedía: tuve escalofríos viendo una película. No sólo escalofríos, sino una auténtica sensación de fiebre, sin poder despegar los ojos de la pantalla; como en un trance.

La cinta en cuestión es el musical de Julie Taymor Across the universe, que conjuga unas cuantas anécdotas pertinentes a un grupo de personajes entre 1965 y 1969, que van de los astilleros de Liverpool a los priviliegiados suburbios de Connecticut, del campus de Columbia a las selvas de Vietnam, a un Greenwich Village que ya no existe, a algún lugar mágico entre las nubes o bajo el mar, todas ellas hilvanadas mediante un caleidoscopio compuesto por treinta y cuatro canciones de los Beatles.

De este modo, la Taymor, que es experta en crear alucinantes secuencias visuales -- baste ver su Titus (1999) y Frida (2002)- consigue establecer un auténtico viaje mágico y misterioso: colores vibrantes, coreografía, música y las letras que todos (o al menos, los que conocemos y queremos la obra de John, Paul, George y Ringo) conocemos. La ecuación es como un arrebato de los sentidos y sus resultados se extienden de manera viral en las butacas del cine, donde de pronto te descubres (me descubro) no tarareando, sino literalmente cantando cada tema, cuidadosamente elegido para encajar en este mosaico visual y sentimental.

El reparto lo encabeza la hermosa rubia Evan Rachel Wood (de Thirteen) como Lucy (sí, la del cielo con diamantes) y los menos conocidos Jim Sturgess (excelente en su rol como Jude Feeney, o sea, "Hey Jude"), Joe Anderson, Martin Luther McCoy y Dana Fuchs. También hay cameos de Salma Hayek (como un ser imaginario), Joe Cocker y el ultrasobrevaloradísimo Bono (como el mismísmo Dr. Robert).

La experiencia es regocijante, extrañamente iluminadora. Si bien el guión opera más bien como un pretexto para la interpretación (y prodiogiosa puesta en escena) de las canciones, toca el corazón y el resultado es de abosluto entusiasmo.

Across the universe no es una película fácil de apreciar o simple de entender. Esto poco importa; su efecto en mí fue tan insólito, la reacción tan inesperada, que ya tiene asegurado su lugar en mi colección de DVDs. Y espero, sinceramente, que su legado no se olvide, porque está ahí para ser visto y refulge, refulge como convulsas imágenes del sueño, recordándonos que no importa lo demás, todo lo que necesitas es amor.

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