...de mañana


Una pregunta que me han hecho con frecuencia en los últimos días es, ¿de dónde sacaste el título de tu novela? ¿Qué significa?

Algunos (como el entrañable Monsieur David), tras googlear el título de la novela, buscando alguna info, me preguntan si no es por o tendrá relación con una novela homónima del profeta del cyberpunk, William Gibson.

Pues no. De hecho, debo confesar que no leo a Gibson (una vez lo intenté, no pude entrarle a su lenguaje y educadamente renuncié) y no he leído el libro en cuestión, aunque cuando supe que éste existía por un momento tuve la idea de cambiarle el título -- algunos de los que pasaron por mi cabeza fueron: La gente sola busca una fiesta, Todas las fiestas de ayer (que sería acaso más útil para una biografía no-autorizada de Andy Warhol), Luciano se lamenta (ese lo descarté de inmediato), Las sábanas fueron testigo (era chiste, pero por un momento pensé...) y Naturaleza muerta con fiesta al fondo. En realidad, y como ven, ninguno era remotamente viable, porque desde 1997 (o por ahí) decidí que un día escribiría una novela que se titularía Todas las fiestas de mañana, más o menos al mismo tiempo que descubrí el maravilloso disco del Velvet Underground y Nico, aparecido en 1967.


El Andy Warhol es un disco que tiene una rara fama. Una vez, Jaime Pontones -- para quienes no lo conocen, es un extraordinario historiador del rock, fue un locutor popular en mi adolescencia y por un fugaz momento, mi mentor- me dijo (aún antes de que yo escuchara el álbum) que cuando apareció, sólo vendió 250 copias. Pero que cada persona que lo hubiera comprado (gente como Brian Eno, David Byrne, Paul David Hewson, Susan Janet Ballion, Stephen Patrick Morrissey o Christine Cervenka, por ejemplo) había eventualmente formado una banda de rock.

Lo que yo hice, fue escribir una novela.


Como se habrán podido dar cuenta, All Tomorrow's Parties es una canción, que fue escrita por Lou Reed y John Cale, y figura en el famoso "disco de la banana". De hecho, es el track #6. La primera vez que la oí, fue en la primavera del 97, cuando después de mucho pensarlo, fui y me compré un CD del Velvet, después de oír hablar tan bien de él a Pontones -- que por años condujo un programa en la hoy extinta y muy añorada Rock 101 (los que pasaron por esa época en ésta ciudad saben a lo que me refiero) llamado Radio Alicia, que se especializaba en rock psicodélico de los '60- y de leer constantes referencias acerca de la banda y de Nico, la rubia alemana que grabó con ellos sólo ese álbum por sugerencia de Warhol (que nominalmente lo produjo, en 1966, en la cúspide febril del pop art), en libros y artículos acerca de Morrissey y Los Smith -- de los que en esa época, era un devoto.

Siempre comienzo un álbum, como un libro, por el tema 1 del lado A. Así que lo que hice fue escuchar cada una de las canciones que iban componiendo el disco. Podía comprender la trascendencia que tiene, pero no había encontrado nada que me atrapara, que me hiciera dejarlo todo para realmente escuchar, hasta que oí esas guitarras que lloraban y ese tambor que se anunciaba, ominoso, como una extraña, magnífica, marcha fúnebre.

La canción dura 6 minutos. La repetí de inmediato. La letra me cautivó, al igual que la voz monótona de Nico. Las imágenes se desbordaron por mi cabeza: era la canción ideal para un desfile de modas en el infierno, con las modelos avanzando, llenas de gracia, por la pasarela, sus ojos adornados con lágrimas.

Y me enamoré de la canción. Y decidí que iba a escribir algo que tuviera esas imágenes que me había transmitido.

Tal vez el primer cigoto de lo que hoy es la novela, apareció esa tarde.

Eventualmente descubrí que Lou Reed (en la foto de abajo es el que se encuentra al centro, con sonrisita cínica y alguna particularidad oftálmica) había encontrado su inspiración para escribirla, en la Factory Warholiana, donde él veía a Andy observando a la gente que iba todas las noches a una fiesta ahí. Andy observaba y escuchaba todas las historias, las más ridículas, absurdas, enternecedoras y hasta espeluznantes o deprimentes.


Y en cierto modo, yo hice lo mismo. Fui a muchísimas fiestas en los diez años que siguieron; conocí a gente hermosa y monstruosa (a veces eran lo mismo), me senté a muchas mesas, fumé muchos cigarrillos mentolados, bebí mucho whisky y champagne y me creí eso de que uno podía ser Truman Capote (¿Y por qué chingados no? Digo, cada quien su templo y sus adoraciones).

El paso de la década me enseñó que no era ese el camino. Aprendí que no todo es una fiesta -- ni siquiera París, con el perdón de Papa Hemingway-, y también que el corazón se rompe y las astillas pueden sacarte sangre. Y con esa sangre, puedes mojar la punta de tu pluma y hacer notas, o el primer borrador de algo: tus memorias, las memorias inventadas de otro, una carta de amor, una carta de desamor, una de odio, o bien, una novela.

Dushka me preguntaba, ¿cómo la escribiste? ¿Vas a fiestas y tomas notas?
No exactamente. Fui a muchas fiestas -- ahora me desconecto, me disuelvo en ellas- y las guardé en alguna parte del infinito que llevo por dentro.

Hace cuatro años, después de un episodio que se sentía tan surrealista, que sólo podía ser ficción -- de hecho, está ficcionalizado en la novela-, me salí de una fiesta y volví confundido y alterado a casa. Ahí, surgieron las primeras dieciocho páginas de lo que eventualmente sería esta novela.
La escribí de manera febril. Así es esto de narrar(me) la vida, ¿verdad? -- quienes me conocen y me han visto escribir, saben que lo hago como una compulsión, quienes me han oído hablar o (¡benditos!) han tenido una -- o varias, pero esos son verdaderamente heróicos- conversación conmigo, saben más o menos cómo es.

Así surgieron Las fiestas. Siguen existiendo. Y yo no soy Truman Capote, pero pienso que tampoco es mandatorio. Ahora que eso de escribir una biografía no-autorizada de Warhol se me antoja mucho... quizá en otra fiesta...

Apropos, me han preguntado tanto via mail como aquí, si habrá presentación. Y sí, en México Distrito Federal habrá una presentación -- que devendrá en fiesta, que con los presentadores que tienen a bien ser generosos con uno-, a cargo de Benito Taibo, Sergio Zurita y Adriana Jiménez García.

La cita es el miércoles 18 de abril, a las 19:30 h. en la librería Un Lugar de la Mancha de Polanco [Esopo #11, casi esquina con Mazaryk, enfrente del Conservatorio Nacional de Música].
Habrá ejemplares del libro disponibles y recién desempaquetaditos del horno, así que allá los veo; si no tengo el privilegio de conocerlos personalmente, digan que leen Alias Cane y les pondré firma especial en su ejemplar, lo juro por el Osito Bimbo, pero habrá antes que identificarse: un "me haces perder el tiempo en tu blog" bastará.

¡Por cierto! Habrá bocadillos y harto champagne.
(Bien, ahí está el desvergonzado spot publicitario)

Ahora, si me disculpan, tengo otra fiesta y cuando ya se acabe la fiesta...

Comentarios

Arkturo dijo…
Velvet Underground

*OOO*

que demencia
Sincopado dijo…
¡Viva la velvet y viva tu libro!
Anónimo dijo…
Ya que no podemos ir a la presentación nos debes los bocadillos y el champagne que me cobraré a partir de mayo. jejejejejeje
B7s
Miguel Cane dijo…
A todos,

Gracias.

Este libro será realmente una fiesta permanente.

Espero...

¡Gracias de nuevo!
La Leo dijo…
Miguel, muchas felicidades!
Esperamos que mañana te vaya muy bien! Creo que todos quisieramos estar ahi, pero algunos estamos muy lejos.
Por cierto, donde podremos comprar tu novela fuera de la ciudad de Mexico?
Salud!
Miguel Cane dijo…
¡Hola Leonor!

Pues mira, para quienes están fuera de la ciudad, me supongo que en su momento, www.gandhi.com.mx o el sitio www.fondodeculturaeconomica.com, que son dos librerías en línea, lo tendrán disponible.

Pero me supongo que ésto será en los primeros días de mayo. Yo les informaré por aquí.

Un beso y gracias.

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