El Elefante sigue ahí
La entrega de hoy, para seguir con la tónica de chorcha y sarcasmo expuesta en la del día anterior (aunque tengan en cuenta que esto lo estoy escribiendo al filo de la medianoche del lunes), iba a girar acerca de una conversación sostenida con mi peluquero, entremezclándola con una aguda vivisección y mordaz burla a ciertas pasivas que se quejan amargamente de que nadie es suficientemente interesante y el suelo que pisan con desdén no las merece, aún si en realidad sólo son un miserable objeto de escarnio público, aún montadas en su caballito blanco, creyéndose Míster Darcy, cuando la verdad es que no pasarán nunca de ser piedras.
De esto chachareaba alegremente Toto, mi peluquero (así lo digo siempre, mi peluquero, porque "estilista" suena muy afectado, aunque ciertamente él preferiría ser llamado -- dios-nos-guarde -estèticienne, que es lo que se ha mandado imprimir en sus tarjetas de presentación. Cuando le dije que el término como lo lleva escrito en francés es femenino, se me quedó viendo con cara de "¿y? ¡pues claro, estúpida!") y cuando salí, fresco como la mañana, sintiéndome como Mia Farrow recién salida de Vidal Sassoon, ya tenía armada toda la idea de lo que quería contar.
Hasta que llegué a la editorial a dar una entrevista y mientras llegaba mi cita, vi las noticias.
Y ya no pude despegar los ojos de la pantalla.
Y se me olvidaron los melodramas de todas las pasivas mamonas/pendejas del mundo.
Nunca antes había oído hablar del Virginia Tech.
Tampoco nunca antes había oído hablar de Columbine o Littleton. Y en 1984, jamás nunca había oído hablar de San Ysidro, California, aunque sí había ido a algún McDonald's alguna vez --esto mucho antes de que existieran en México, con colas de media hora para entrar cuando estuvo de estreno, aunque esto muchos no lo recuerdan-.
Supe de la existencia de esos lugares, por la televisión. Seguí la información, macabra, a lo largo del día, cuando las masacres ocurrieron.
Hoy, no fue diferente, aunque en cierto sentido la confusión (¿cómo pudo tomarse un "break" de dos horas sin que nadie hiciera algo? ¿De verdad era un estudiante asiático armado hasta los dientes? ¿UNA sola persona hizo todo eso? ¿Solo?) me hizo sentir completamente desconcertado, horrorizado (aunque dejé de usar esa palabra cuando el tal GWB dijo "estar horrified" y me horrorizó tener algo en común con ese vetarro) e impotente ante algo que salió de la nada.
Vean la imagen de los estudiantes que salen del sitio de la masacre, con las manos en alto. Todos somos inocentes hasta que se demuestra lo contrario. No sé cómo podría explicar o describir lo que sentí, pero vean sus rostros. ¿Qué habrán visto?
Llego a casa y las noticias siguen sin ser claras.
Ben me dice "El mundo está enfermo, my dear" y yo le digo, que sí. Efectivamente, está muy malito y chance y hasta sea (como afirmaba un día una de esas pasivas de telenovela a las que me refería antes) una mierda, pero algo me queda bien claro.
Yo vivo en el mundo. Si yo creyera que el mundo es un globo de helio en mi cabeza, al reventar éste sólo yo moriré, porque el mundo no es así y el mundo no es yo.
Me gusta la idea de ser optimista y de así vivir.
Pero hay algo que los reportes confusos me dejan bien claro.
Hay un Elefante en la habitación. Ya lo dijo Gus Van Sant. Y seguimos siendo expertos en fingir que no hay tal cosa ahí.
Pero si ustedes lo escuchan entre las balas, barrita.
Comentarios
Sé de nuestro amigo
lo que andan diciendo
todos los diarios.
Está usted perdiendo
su tiempo conmigo,
señor comisario.
Era un individuo
de esos que se callan
por no hacer ruido,
perdedor asiduo
de tantas batallas
que gana el olvido.
Yo no les pregunto
nunca a mis clientes
datos personales,
me pagan y punto…
¡Pasa tanta gente
por estos hostales!…
Nunca dio el menor
motivo de alarma,
señor comisario,
nadie imaginó
que escondiera un arma
dentro del armario.
Ciudadano cero,
¿qué razón oscura te hizo salir del agujero?,
siempre sin paraguas, siempre a merced del aguacero.
Todo había acabado cuando llegaron los maderos.
Aquella mañana
decidió que había
llegado el momento.
Abrió la ventana
rumiando que hacía
falta un escarmiento.
Cargó la escopeta,
se puso chaqueta,
pensando en las fotos.
Hizo una ensalada
de sangre, aliñada
con cristales rotos.
Dejó un gato cojo
y un Volkswagen tuerto
de un tiro en un faro;
no tuvo mal ojo,
diecisiete muertos
en treinta disparos.
Cuando lo metían
en una lechera,
por fin detenido,
“ahora -decía-
sbrá España entera
mis dos apellidos”.
Ciudadano cero,
¿qué razón oscura te hizo salir del agujero?,
siempre sin paraguas, siempre a merced del aguacero.
Todo había acabado cuando llegaron los maderos.
Lo peor Darling, es que el mundo se empezó a enfermar hace mucho. Esta canción que (imaginarás de quién es) data del 85. Y cuando la escuché por primera vez, te juro que tuve una sensación muy similar a lo que comentas.
Es - diría Felipito - deprimente, deprimente, deprimente.
Besos babeados
V.V.
con estas noticias es imposible articular discurso, las armas? ...desde aquí se entiende poco y mal este asunto.
dan ganas de parar el mundo y bajarse.
un abrazo.
A pesar de lo cual creo firmemente que hay mas gente sana que enferma.
Entre el bien y el mal, puede mas el bien.
Si no, que caso tendria todo?
La noticia, aún "explicada" (porque ¿cómo se explica semejante cosa?) sigue inquietándome.
Pero sigo pensando que en uno está la pequeña diferencia.
Los vetarros del mundo y los locos y los enfermos y los monstruos, siempre van a existir.
Pero me rehúso a que me depriman, me ahoguen o me dañen.
Gracias a todos, por sus palabras.
(Gracias Violetta, por compartir a Joaquín: eres una prncesa)
Dushka: es verdad. It has to make sense somehow. And somehow it does.
El bien prevalece, es lo que brilla por dentro.