Fábula de Princesas Monstruosas
A estas alturas del poema, es poco común que una lectura me atrape con tal velocidad, que me haga terminar un libro prácticamente en una sentada.
Así sucedió ayer mismo con la más reciente novela del reconocido escritor peruano Alonso Cueto (Premio Herralde 2005 por La Hora Azul), un volumen delgadito, delicado y eficaz -- como lo es un navajazo en la femoral- titulado El Susurro de la Mujer Ballena.
La trama, que se desenreda con virtuosismo narrativo y un ritmo inquietante, surge de un incidente aparentemente anodino: en un vuelo comercial entre Bogotá y Lima, la exitosa, atractiva y elegante (atributos que señala con presteza el autor) Verónica, editora de la página internacional de un diario de circulación nacional, se reencuentra de manos a boca, con su antigua compañera de estudios, Rebeca del Pozo, quien la impresiona al haber pasado, de ser una niña atormentada por su fealdad, a convertirse en un auténtico y formidable portento humano: una mujer ballena, de arriba de 200 kilos.
Que además de muchos kilos, la desdichada Rebeca haya acumulado un odio tan desproporcionado como sus carnes, es el disparador de una auténtica pesadilla para las dos mujeres y los personajes que las rodean, en un retrato mordaz y certero de la Lima de hoy: saturada de contrastes, de decadencia y de perturbadoras escenas urbanas.
No me atrevería a decir mucho más: sólo que Rebeca del Pozo es una creación digna del mismísimo Hitchcock y que la novela en ningún momento decae, alcanzando un paroxismo de tensión que se revienta en un desenlace brutal, inesperado y sobre todo, devastador, que pone todo en perspectiva, revelando el gran misterio que posa la narración --¿Qué clase de venganza busca consumar la Pantagruélica mujer contra su ex amiga y confidente, y sobre todo, por qué así?
Cueto es un espléndido creador de personajes y aquí logra sostener una novela completa con una voz narrativa femenina en primera persona, que en ningún momento suena falsa ni "pretendida". Verónica nos va develando su insólito calvario y el de la Mujer Ballena, con una voz de tono preciso y muy bien logrado; el timbre es idóneo, perfectamente bien establecido.
Ninguna de las dos mujeres es una heroína, ni tampoco una víctima. Más bien, ambas son mujeres monstruosas, cada una a su manera -- una con su aspecto mofletudo y cerril, así como su actitud obsesivo-compulsiva, la otra con su indolencia, su egocentrismo y su frialdad emocional- y el resultado de aventurarse en su teje-maneje es una experiencia de lectura totalmente cautivante, que si uno se descuida, lo asfixia y/o lo hace perder la parada del autobús.
Y por supuesto, Alonso Cueto da una lección de creación, que a los lectores-autores, nos resulta profundamente valiosa: el cuento de hadas no ha muerto.
Vive en nuestras emociones más confusas y más siniestras, inclusive.
Si tienen la suerte de encontrarla (está editada en ambos lados del océano), por favor, sigan este consejo un tanto trillado: no la dejen escapar.
Comentarios
Me alegro de que estés ya en brecha.
Un beso.
Patricia Ferrer
Bueno que se recomiende algo así.
Un abrazo!
J.
Saludos
Arrivederci